Once años han transcurrido desde la última participación mundialista de la Roja y todo indica que deberá esperar al menos hasta 2030 para volver a una cita planetaria. Pocos imaginaban en ese momento que el equipo que llegó a octavos de final haciendo tambalear al local en Brasil 2014 y que luego lograría un inédito bicampeonato de América en 2015 y 2016 y la final de la Copa Confederaciones en 2017 iba a caer por el despeñadero y se iba a convertir en la peor selección del continente. Hoy el panorama es totalmente opuesto. Este viernes, cerca del mediodía, se espera que Pablo Milad se reúna con Ricardo Gareca para definir su futuro en la banca de la Selección tras su paupérrima campaña. “El escenario está abierto. No hay plata para echarlo, pero quieren escuchar al técnico para saber su posición”, dicen desde Quilín. Cabe recordar, tal como publicó El Deportivo hace algunos días, de que no existe ningún tipo de cláusula que saque al DT de su cargo sin ningún tipo de compensación. En el contrato, ambas partes sí se comprometieron a conversar en caso de que la Roja quedase eliminada matemáticamente antes del cierre de las Eliminatorias.
Lo cierto es que los pagos millonarios a técnicos sin resultados positivos han marcado a las últimas directivas de la Federación. El sino comenzó con la abrupta y polémica renuncia de Jorge Sampaoli a fines de 2015, quien en su último año al mando de Chile se embolsaba un sueldo de US$ 3,5 millones, justificado en su gran rendimiento en el Mundial y la obtención de la primera Copa América de la historia. Sin embargo, esa historia terminó mal y tras una dura derrota sufrida ante Uruguay en la cuarta fecha de las Eliminatorias para Rusia 2018, todo se derrumbó. En los cuatro partidos clasificatorios que dirigió, logró dos triunfos, un empate y una derrota, con 58,3% de rendimiento. Por su salida, la ANFP debió pagarle cerca de US$ 2 millones.
De ahí en adelante, grandes cifras de dinero se desembolsaron en los distintos y fallidos procesos, cuyo único único objetivo era clasificar al Mundial. El primer intento se produjo de inmediato bajo la administración de Arturo Salah, quien asumió tras la escandalosa salida de Sergio Jadue y su directorio de la ANFP.
Luego de enfrentar una tormenta institucional, el nuevo timonel contactó a Juan Antonio Pizzi, quien tuvo un proceso muy atípico, ya que ganó la Copa América Centenario y fue finalista de la Copa Confederaciones. Sin embargo, en su meta de llegar a Rusia, tropezó, pues sumó 19 puntos (incluidos los tres por secretaría ante Bolivia) a los siete que obtuvo su antecesor, y la Selección quedó eliminada por diferencia de gol. En Eliminatorias, Macanudo terminó con un registro de seis partidos ganados, uno empatado y siete perdidos, con un rendimiento del 45,2%.
En términos de sueldo, el extécnico de Santiago Morning y Universidad Católica recibía un sueldo de US$ 1,6 millones anuales. Es decir, entre febrero de 2016 y octubre de 2017, el estratega se embolsó US$ 2,9 millones. A diferencia de su antecesor, cumplió su contrato y la ANFP no tuvo que realizar ningún desembolso adicional.
Las enormes ganancias de Rueda
Salah y su directorio querían dar un salto de calidad y tras ese fracaso apostaron por Reinaldo Rueda, quien en 2016 fue campeón de la Copa Libertadores dirigiendo a Atlético Nacional de Medellín y al año siguiente llegó a la final de la Sudamericana con Flamengo, club al que dejó después para firmar por la Roja. Lo hizo con un contrato de US$ 2,6 millones en su primer año, cuyo monto aumentó a US$ 3,25 millones a partir de 2019.
En 2020, con la pandemia azotando duramente las arcas de la ANFP, el colombiano aceptó rebajarse el sueldo a la mitad y sin devolución durante abril, mayo y junio. En aquella ocasión el timonel ya era Sebastián Moreno. Luego, tras la caótica salida del extimonel de Cobresal de su cargo, el directorio de transición, a través del tesorero Arturo Guzmán, le solicitó a Rei que repitiera el gesto durante agosto y septiembre, aunque esta vez con la devolución posterior de la cifra descontada. Así, esa temporada percibió casi US$ 3 millones, lo que da una suma total de US$ 8.829.163 por los tres años en que estuvo.
Después de una gran cantidad de amistosos, un amargo cuarto lugar en la Copa América de 2019 y un comienzo en las Eliminatorias para Qatar 2022, donde cosechó un triunfo, un empate y dos derrotas, con un mediocre 33,3%, su proceso estaba sentenciado. Sin embargo, también tenía una oferta de la selección colombiana y una cláusula espejo de US$ 2,6 millones. “Lo que buscamos en la cláusula de salida es que fuera un espejo, para desincentivar el hecho de terminar el contrato anticipadamente por ambos lados”, explicó en su momento Andrés Fazio, primer vicepresidente de la administración Salah. Al final, con Pablo Milad como mandamás, se llegó un acuerdo y Rueda se marchó pagándole US$ 500 mil a la ANFP.
Días después y tras la negativa de varios entrenadores, fue anunciado Martín Lasarte, quien llegó para intentar cambiar la suerte de la Roja. Comenzó con un esperanzador empate 1-1 ante Argentina como visitante. Sin embargo, luego se enredó y terminó lejos de la meta, con cuatro triunfos, tres empates y siete derrotas, que totalizan un 35,7% de rendimiento. El DT percibió un sueldo de US$ 1,5 millones en los 14 meses que estuvo al frente de la Roja. Es decir, acumuló honorarios por US$ 1.750.000. Su contrato terminó, por lo que no hubo ningún tipo de indemnización de por medio.
Las desastrosas Eliminatorias para 2026
Al término de la Era Lasarte, Milad y su directorio se inclinaron por Eduardo Berizzo para recuperar el rumbo perdido. El exayudante de Marcelo Bielsa (el último que pudo dirigir un proceso completo de Eliminatorias completas) asumió en junio de 2022 por US$ 2,2 millones. Su estadía nunca convenció del todo. Si bien la Roja era un equipo que había recuperado la tenencia del balón, su escasa puntería hacia el arco rival le terminó pasando la cuenta.
Su desempeño en las Eliminatorias para el Mundial de 2026 fue breve y exiguo en cuanto a resultados. Un triunfo, dos empates y dos derrotas, con un discreto 33,3% sentenciaron la estadía del Toto, quien renunció tras el empate 0-0 ante Paraguay en el Monumental. En un gesto que aún celebran en Quilín, el argentino cobró solo hasta el día de su salida, a pesar de que la ANFP quería pagarle el mes completo, a modo de compensación por situaciones complejas que el oriundo de Cruz Alta tuvo que vivir, como por ejemplo el retraso en sus remuneraciones y bonos. Se fue con US$ 3 millones tras su paso por el Equipo de Todos.
Milad quiso evitar otro fracaso más en la elección del DT y por ello fue en busca de Ricardo Gareca, un viejo sueño del medio chileno en general. Sin embargo, la versión del Tigre estuvo lejos de la que llevó a Perú al Mundial de Rusia 2018 y que quedó a las puertas en el repechaje para Qatar 2022.
Un comienzo ilusionante en sus primeros amistosos hizo pensar que por fin las cosas cambiarían. Sin embargo, por los puntos, todo fue distinto: la Roja quedó fuera en la Copa América del año pasado en la primera ronda y en las eliminatorias, el adiestrador solo suma un triunfo, dos empates y cinco derrotas, totalizando un 20,8%.
A pesar de este paupérrimo registro, el seleccionador dijo que no dará un paso al costado. “Soy muy respetuoso en cuanto a las manifestaciones que se puedan llegar a hacer. Pero también soy respetuoso del contrato. También me gusta esta clase de desafíos. Y bueno, me gustaría tener la posibilidad de poder terminar todo esto”, expresó tras el partido.
Gareca percibe un sueldo de US$ 2,7 millones al año y lleva 13 meses en el cargo, por lo que acumula US$ 2.925.000. Y despedirlo anticipadamente significaría pagarle los US$ 225 mil mensuales hasta septiembre. Es decir, su salida le costaría US$ 1.350.000 más, aunque la dirigencia espera un gesto del transandino.
De esta forma, la ANFP, cuyas exiguas arcas se desangran cada día más, ha gastado desde 2015 en adelante US$ 25 millones entre sueldos e indemnizaciones, para cosechar tres fracasos consecutivos en Eliminatorias y un triste promedio del 37,7% de rendimiento. La Roja toca fondo.