Los números que Matías Fernández buscará reverdecer en Colo Colo resumen por qué el calerano se transformó en un ídolo del equipo popular en tan corto tiempo y grafican por qué los hinchas del equipo popular esperaron por tanto tiempo y con tanta ansiedad su retorno al Monumental. Antes de irse al Villarreal, el mediocampista derrochaba talento en las competencias nacionales e internacionales. Su rendimiento en la Copa Sudamericana de 2016 fue su consagración. A Europa partió como el mejor futbolista del continente, lo que ahora comentarios de su capacidad y, hasta entonces, le daba una proyección insospechada.

Fernández, quien convirtió la camiseta 14 en objeto de culto, disputó 113 partidos en los 11 torneos o copas en que defendió al Cacique antes de partir. En esa cantidad de encuentros, su producción fue notable: 57 goles, una cifra destacable para un mediocampista. Eso sin siquiera entrar en el examen de sus cualidades técnicas, que claramente lo señalaban como un jugador excepcional.

Matigol, el apodo que recibió por razones obvias a la luz de las estadísticas, se transformó, también en el dueño de los balones detenidos en los equipos que dirigieron Ricardo Dabrowski y Claudio Borghi. Los penales, por ejemplo, le pertenecían. Lanzó 13 y convirtió 10.

Su aporte terminó siendo trascendente para la obtención de dos títulos: el Apertura y el Clausura de 2006. Y por más que la Sudamericana terminara en decepción por la caída en la final ante Pachuca, el recuerdo de su explosión internacional sigue intacto e ilusiona a los fanáticos albos con que si el volante recupera al menos una parte de ese nivel, marcará diferencias en el fútbol chileno.