La charla técnica que anoche tuvieron los Grimalt en Lima estuvo cargada de confianza. En frente tenían a los actuales campeones panamericanos de Toronto 2015, pero sabían que podían hacerse de una medalla, pues ya los habían derrotado en la fase de grupos.

Videos tácticos, estrategias, tiros en diagonales... Un exhaustivo estudio a cargo de Paulao, el entrenador que llegó a dar el gran impulso a Esteban y Marcos, y que los tiene entre los cinco mejores del mundo (ver nota secundaria), fue parte de aquella reunión, una más en la agenda de los primos, pero la más importante que han tenido hasta ahora.

Con esa confianza se enfrentaron a Rodolfo Ontiveros y Juan Virgen, los mejores méxicanos en la historia de su disciplina. Se conocen bien, el circuito mundial, donde los Grimalt son protagonistas desde hace dos años, los ha reunido en varias ocasiones y ahora, por una inédita final para Chile, volvió a hacerlo.

Aunque llegaron lastimados, los méxicanos son garantía de pelea. Así fue en la fase de grupos así fue ayer. De un juego duro, marcado por buenos bloqueos y remaches potentes, los primos debieron sobreponerse a ellos para hacerse de la gloria.

Pero fueron ellos quienes dominaron. Desde el primer set, los linarenses dirigieron los movimientos del marcador. Llegaron a estar cuatro puntos arriba, incluso en la definición, pero la experiencia de los aztecas difícilmente permitiría dejar que se impusieran con facilidad. Así, acabaron el primer set con un estrecho 21-19, ante una galería que coreaba los nombres de ambos países.

En el segundo set todo se complicó. Los Grimalt iban controlando cada jugada, cada movimiento del marcador. Nuevamente, llegaron a estar con tres match points para cerrar la jornada con épica, pero no. Despertaron los rivales y remontaron con una fuerza que descolocó a los chilenos. Finalmente, cerraron 22-24, un resultado que encendió a todos en la playa de Costa Verde, en San Miguel.

En la galería estaba toda la familia, encrispada ante lo que ocurría. En la cancha, en cambio, los primos se imponían a la presión de haber dejado ir esa invaluable oportunidad. No fue tarea sencilla, pero cambiaron los retos por el apoyo y, en el tercer set, demostraron el nivel que han alcanzado.

Rápidamente comenzaron a distanciarse en la final. No hubo fatigas, menos temores. Marco y Esteban se concentraron en dominar al rival con holgura y esa faena fue la correcta. Con un 15-10 a favor, finalmente, derrocaron a los actuales monarcas panamericanos, decretando que ahora serán ellos, durante cuatro años, los reyes de los remaches.

Camino a Viena

"Es una emoción increíble. Hemos dejado muchas cosas de lado por este sueño", dijo Esteban al finalizar. "Los últimos cuatro partidos fueron los mejores. encontramos la comunicación con Esteban para lograr el oro", comentó Marco.

Pese al oro, no descansarán. En su incansable lucha por la gloria mundial, recibieron la medalla y salieron corriendo al aeropuerto, pues ahora los espera la Copa del Mundo de Viena. Viven como juegan.