El empate en blanco frente a Coquimbo Unido no solo complicó aún más a Universidad de Chile en la pelea por evitar la pérdida de categoría. Lo más concreto es que obligó a Azul Azul a adoptar una decisión radical en medio de la desesperada búsqueda de una vía para evitar un desenlace fatal. Pocos minutos después del encuentro, El Deportivo publicó la salida de Diego López de la banca estudiantil. El técnico uruguayo no había logrado transferirle una idea al equipo estudiantil, aunque lo peor es que no había logrado sumar las unidades suficientes para que, al menos, los fanáticos laicos respirarán con mayor tranquilidad. Por consiguiente, la concesionaria que administra al club laico entra, otra vez en el proceso de búsqueda de entrenador. Contra el tiempo y contra la urgencia de enmendar el rumbo.
El debate debe ser, naturalmente, corto. Quedan apenas seis fechas para que termine el Campeonato Nacional, por lo que el margen de acción es escaso. De hecho, al interior del club toma fuerza una medida de emergencia: pasarle el equipo a Sebastián Miranda. Esa es, de hecho, la carta que impulsa el director deportivo, Manuel Mayo, con el respaldo de parte del directorio. Eso sí, hay otra opción. Hay un sector que promueve la de Ronald Fuentes, aunque el mundialista en Francia 1998 no ha sido llamado para notificarle una posible propuesta. Está dispuesto a asumir el cargo. Igual que Pablo Vitamina Sánchez, otra de las opciones que está dentro de los directores del grupo Sartor.
En el caso de Ronald Fuentes, el estratega genera consenso entre los directores por su experiencia. Ya ha estado en equipos que han peleado en diferentes frentes. Además, Manuel Mayo, hoy gerente deportivo, lo conoce bien pues el exfutbolista gestó su arribo cuando se desempeñaba como gerente de Azul Azul. El ex defensor dirigió a comienzos de temporada a Audax Italiano, pero no tendrá problemas para sentarse en la banca estudiantil. El estratega cumple con los requisitos para firmar durante el mismo año en un equipo de la categoría: su finiquitó se firmó hace más de 60 días y no ha superado la barrera máxima establecida, dos clubes.
Miranda, en tanto, a quien originalmente le encomendaron un trabajo en las divisiones menores del club, ya ha tenido que afrontar una situación crítica: fue el reemplazante de Santiago Escobar, quien había llegado a comienzos de año, como parte del proceso que estaba implementando Luis Roggiero, entonces el responsable de las decisiones deportivas del club. Ninguno de ellos sobrevivió en La Cisterna. Es más: sus pasos solo forman parte de un mal recuerdo.
Un estilo que gusta
Miranda tenía como misión inicial descomprimir el ambiente. También, revitalizar el ánimo de un plantel que ya estaba golpeado por los malos resultados y que, en una buena fracción, arrastraba el traumático recuerdo de una temporada anterior que casi culmina con el segundo descenso en la historia institucional. Para peor, varios de los jugadores que ficharon los laicos habían pasado por el trance en la misma campaña, aunque en otros clubes, más allá de que algunos se salvaron de la deshonra deportiva por la vía administrativa.
El ex defensor de Unión Española dejó el cargo con dos triunfos y dos derrotas. Luego asumió López. En esos días, Miranda daba cuenta del estilo con que buscaba cohesionar al plantel. De hecho, sacó del congelador a algunos nombres que con el colombiano Escobar estaban condenados al ostracismo, como Cristóbal Campos, Junior Fernandes y Nahuel Luján. El borrón y cuenta nueva aparecía como la primera estrategia para recuperar a los jugadores.
La otra fue tratar de reforzar convicciones. “Lo que más les hice entender es la calidad de jugadores que son. Al entrar al camarín el primer día fue el primer mensaje. Tenemos que recuperar la confianza. Son grandes jugadores. Todos tienen un currículum que los avala. Fue ayudarlos a desarrollarse de la mejor manera. En eso me enfoqué en la semana. Me dediqué a acercarme al jugador para darles confianza. Hacerles entender los jugadores que son y que por algo están acá. No cualquiera llega a la U. Me deja muy satisfecho”, explicó después de la victoria sobre La Serena.
Su estilo fue ganando adeptos en el plantel. Los juveniles, como Darío Osorio y Lucas Assadi, de lo poco rescatable en este trance, empezaron a tomar notoriedad. En la intimidad del club estudiantil alcanzaron a llama la atención algunos aspectos de su trabajo. El primero fue generar una mayor unidad grupal. Se acabaron los vestuarios separados y desde ese momento los integrantes del primer equipo y los jugadores de proyección comenzaron a utilizar el mismo vestuario. A todos les pidió mayor intensidad en los trabajos y, principalmente, en los partidos. Hubo otras señales: los jugadores pudieron realizar juegos con balón después de las prácticas, para distenderse y terminó con la citación a entrenamiento regenerativo el día después del partido. Esa medida, por ejemplo, se tradujo en que los futbolistas pudieron disfrutar el Día de la Madre con sus familias.
Las aprensiones
Para Miranda también hay aprensiones. Están relacionadas, principalmente, con su inexperiencia. Si bien su primera aventura como técnico del primer equipo laico dejó buenas sensaciones, hay quienes dudan de que se trate de la opción optima para afrontar un período tan decisivo como estresante. Más preciso aún: crucial para la historia institucional.
Ese es, precisamente, el argumento que levantan quienes promueven la opción de Fuentes, quien ha pasado por situaciones igualmente exigentes como jugador y como estratega, sin contar lo que tuvo que vivir en el cargo gerencial que también le tocó ocupar. En La Cisterna temen que la decisión pueda exponer a Miranda a un impacto que pueda afectar su desarrollo como entrenador, aunque el principal miedo es que carezca de las herramientas para conducir un período traumático de por sí.
La decisión, probablemente la más trascendente que adopte el club en el último tiempo, se conocerá en las próximas horas.