El estreno de la selección chilena en la Copa América 2024 no dejó conforme a nadie. El empate sin goles con Perú, en Arlington, fue un aterrizaje forzoso de las expectativas que había sobre la Roja luego de las buenas sensaciones que había dejado su desempeño desde la llegada de Ricardo Gareca. En la noche del viernes, Chile tuvo su presentación más baja en los cuatro partidos que acumula la etapa del Tigre.
El Equipo de Todos fue de menos a más durante el primer tiempo, en el que paulatinamente fue tomando el control y generó la ocasión de gol más peligrosa, que desperdició Alexis Sánchez debajo del arco de Pedro Gallese. El complemento presentó un encuentro denso y excesivamente cortado, lo que impidió que cualquier atisbo de ida y vuelta pueda fluir en la cancha. A la larga, el Clásico del Pacífico tuvo más faltas (37 en total) que remates a portería (5).
Luego del cotejo, Gareca reconoció que el partido no fue el esperado, pero también vio el vaso medio lleno de cara a lo que viene. “Fue un partido muy disputado, mucha fricción. Por lo menos, de parte nuestra, no pudimos hilvanar muchas jugadas, estuvimos un poco imprecisos. Es merecido el empate, por lo hecho por los dos equipos. Quizás las más claras las pudimos tener nosotros. ¿Preocupado? No, esto nos va a ir sirviendo para ir mejorando, analizando. Más allá de que teníamos la ilusión de ganar, lo más importante es sumar en esta instancia y restan dos partidos. Estamos como comenzamos: con posibilidades”, manifestó.
El debut copero, en la tierra donde Chile se convirtió en bicampeón de América hace ocho años, quedó al debe. Es la visión generalizada. El duelo ante la Bicolor de Jorge Fossati dejó una serie de cuestiones que permiten adentrarse en las razones que llevaron a una presentación que no ayuda en el objetivo de pasar a los cuartos de final (avanzan los dos primeros de cada grupo), proyectando lo que será un desafío mayor: Argentina, el campeón continental y del mundo.
¿Qué hacer con la pelota?
En los tres partidos previos, la Roja mostró que no necesita una mayor tenencia para desarrollar el juego que pretende el técnico y generar peligro en el área contraria. De hecho, en ninguno de los encuentros ante Albania, Francia y Paraguay superó el 50% de posesión. Sin embargo, ante Perú le sucedió lo contrario.
Con distancia, fue el encuentro con mayor posesión de balón de la Roja en la era Gareca. Registró el 65% (67% en el primer tiempo). El punto es que aquel factor no se pudo traducir en un control más convincente ni tampoco en una mayor generación de ocasiones.
Revisando los datos que entrega Sofascore, se evidencia que Chile superó los 500 pases ante los peruanos (519), de los cuales 420 fueron precisos, pero con escasa influencia ofensiva (50 fueron en el último tercio), sobre todo en un segundo tiempo interrumpido una y otra vez por el juez brasileño Wilton Sampaio. La escuadra nacional registró 11 remates totales, la mayor cantidad entre los cuatro partidos con Gareca (ante Paraguay fueron 10, el máximo hasta el viernes). ¿Y cuántos fueron al arco? Apenas uno. La eficacia no estuvo del lado de la Roja.
Una de las principales virtudes que se vio en esta nueva etapa de la Selección es recuperar el poder de gol. El dato duro lo refleja. Ante Albania, en el debut del Tigre, Chile remató cuatro veces a portería y anotó tres goles. Luego, contra Francia, también tuvo cuatro disparos al arco y convirtió en dos ocasiones. Mientras que ante Paraguay, fueron tres tantos en cinco tiros.
Alexis y el mediocampo
El empate a cero contra los peruanos también dejó dudas respecto al trabajo del mediocampo (la “sala de máquinas”, como le dicen ahora). Erick Pulgar y Marcelino Núñez no tuvieron su mejor jornada en Arlington. Al estar llamados a ser el equilibrio del equipo y a brindar una salida prolija, cuando no aparecen en plenitud se afecta la mecánica de la Selección.
En el caso del volante del Norwich, quien había destacado ante Francia, registró 12 pérdidas de posesión. Más allá de los números, las constantes imprecisiones de los seleccionados dieron cuenta de que no era la noche.
Los bajos rendimientos individuales atentaron contra los intereses de la Roja. Víctor Dávila no pudo repetir lo que hizo ante Paraguay, en el Estadio Nacional. Diego Valdés, uno que está llamado a ser importante con Gareca, salió lesionado y está prácticamente descartado para enfrentar a Argentina, este martes. Una molestia muscular en el sóleo del gemelo izquierdo sacó de circulación al mediocampista del América. El punto es que su reemplazante, Darío Osorio, no entró en sintonía con lo que pedía el partido. No fue el revulsivo que se esperaba. Se notó su falta de fútbol.
Alexis Sánchez, el 10 de la Selección, resaltó en el encuentro más por sus discusiones con el árbitro Sampaio y por pecar de individualista, además de fallar la oportunidad más clara que tuvo el equipo. Los números también dan cuenta de aquello. El tocopillano fue, con distancia, quien tuvo más pérdidas de balón en la Roja: 28. Un exceso. El que lo siguió en este ítem fue Víctor Dávila, con 15. Luego aparecen los laterales, Mauricio Isla y Gabriel Suazo, con 14 posesiones perdidas cada uno.
Si la base del 4-2-3-1 de Gareca parecía más bien estable, el 0-0 del viernes abre la puerta hacia las variantes para dotar a la Selección de los matices necesarios para ser competitivo ante Argentina, en Nueva Jersey. Lionel Scaloni, el entrenador de la Albiceleste, es de adaptar su estructura respecto al rival de turno. Lo hizo en la final del Mundial, ante Francia. También lo efectuó contra Canadá, iniciando con Ángel Di María por la derecha, para hacer el duelo con Alphonso Davies.
El Tigre tendrá que mover la pizarra.