Universidad Católica había preparado una fiesta para despedir a San Carlos de Apoquindo, el recinto que inauguró en 1988 y que será sometido a una profunda modernización. El partido frente a Audax Italiano, por la Copa Chile, había adquirido un fuerte carácter simbólico. Todas las plataformas del club dieron cuenta del especial momento, Cruzados invitó al duelo a las principales figuras que se habían lucido en el césped del recinto precordillerano y los hinchas también habían hecho lo suyo: agotaron rápidamente las entradas disponibles. El marco y la emotividad, al menos, parecían garantizados.
Paralelamente, en las redes sociales se instalaban el peligro y la amenaza. En esas plataformas surgía la advertencia de posibles incidentes y, principalmente, de reventones y avalanchas, la repudiable práctica en la que han incurrido barristas, no solo de la UC, pues en el Monumental también se han producido, que no solo ponen en riesgo la integridad de los espectadores y el entorno, sino que exponen a los organizadores a severos castigos. El viernes, la cuenta oficial del club retuiteó un mensaje que llamaba, precisamente, al buen comportamiento, a sabiendas de lo que se estaba planificando en tinieblas y que pondría en riesgo a la localía y al club. La entidad ya estaba sobre aviso de la eventualidad de que se produjeran desmanes. Las amenazas se cumplieron y la fiesta se transformó en escándalo.
El club se disculpó a través de una declaración oficial. “Lamentamos y condenamos profundamente lo ocurrido durante la jornada de ayer, donde antisociales que se denominan hinchas de nuestra institución, empañaron la celebración de la despedida de nuestro estadio San Carlos de Apoquindo. No solo arruinaron un espectáculo preparado para toda la familia Cruzada, sino que delinquieron, destrozaron, robaron, incluso llegando al extremo de amenazar y provocar lesiones en hinchas, trabajadores, personal de operaciones y Carabineros”, planteó en un comunicado difundido en sus cuentas oficiales.
La UC está en la mira. Elementos para que los estudiantiles sean sancionados sobran. Corrían 86′ del partido, que ganaban con el gol de Fernando Zampedri cuando todo se desbordó. La masiva detonación de fuegos artificiales disminuyó considerablemente la visibilidad en el sector Mario Lepe, donde se ubica la barra del equipo de la franja, lo que fue aprovechado para el segundo paso del plan: la invasión al campo de juego. Esa situación ya era motivo suficiente para la suspensión del duelo. Lo más grave: uno de los fanáticos portaba una tobillera electrónica, señal inequívoca de que estaba cumpliendo una medida cautelar determinada por la justicia, que limitaba su movilidad. Poco le importó en todo caso: no solo ingresó al campo de juego, también robó un balón y volvió a la galería para ocultarlo en el gorro del polerón que vestía. Las imágenes de su actuación están siendo periciadas para identificarlo y poner los antecedentes en manos de las autoridades.
El futuro del partido y las sanciones
El Tribunal de Disciplina de la ANFP tiene, ahora, la pelota en sus manos. El órgano sancionador que preside Exequiel Segall deberá resolver, primero, qué sucederá con el tiempo de juego que está pendiente, aunque es altamente probable que el partido se dé por finalizado, considerando que los cruzados ya tienen una ventaja de cinco goles sobre la escuadra de Juan José Ribera, lo que hace inviable que puedan revertir la serie.
La revisión más trascendente va en otro sentido: los castigos que puede recibir la UC respecto de una localía que ya sufrirá alteraciones por la salida de San Carlos. Las bases son claras al respecto y establecen distintas penas: amonestación al club; multa de entre 10 y 100 Unidades de Fomento; prohibición de ingreso de público al estadio de una a cinco fechas, excepto los que autorice el Tribunal Autónomo de Disciplina; suspensión del estadio, si en los incidentes han participado adherentes del club local, de una a cinco fechas, suspensión que deberá cumplirse en forma consecutiva; y realización de uno a cinco juegos a puertas cerradas. Al margen de lo que decida el tribunal, el directorio de la ANFP se reunirá este martes para analizar la situación.
La UC no solo tendrá que responder en el ámbito del fútbol. Las explicaciones también tendrán que llegar al gobierno, a través del departamento Estadio Seguro, el encargado de coordinar la seguridad en el fútbol, y también a través de la Delegación Presidencial de la Región Metropolitana, que visa la realización de este tipo de espectáculos. De partida, el club tendrá que explicar cómo un imputado que portaba una tobillera electrónica pudo ingresar al estadio. Y luego detallar cada uno de los pasos de un plan que, a la luz de los antecedentes, claramente falló.
Infructuosos llamados
Como suele ocurrir en este tipo de situaciones, por los altoparlantes de San Carlos se escucharon insistentes llamados a la cordura, que resultaron claramente insuficientes. Los barristas, ya empoderados y con escasa resistencia, al margen de la limitada acción de los vigilantes privados, arrasaron con todo lo que podían transformar en botín: las imágenes muestran claramente cómo rompen las redes de los arcos para llevárselas como singular ‘recuerdo’. Audax Italiano sufrió el robo de cinco balones, por los que pedirá la respectiva compensación. Carabineros, que por disposición legal está fuera de los recintos, solo intervino ante un delito flagrante: el saqueo a un kiosko ubicado en el sector más popular del recinto precordillerano. En la antesala del encuentro, hubo cuatro reventones en el sector Mario Lepe. En Estadio Seguro estiman que los fuegos artificiales pudieron haber sido ingresados durante esos intentos de entrar al estadio sin portar la respectiva entrada y vulnerando todos los dispositivos de seguridad.
En medio del caos, el presidente de Cruzados, Juan Tagle, bajó al campo de juego para intentar imponer algo de cordura. Antes del duelo, la máxima autoridad del club estudiantil había realizado un sentido llamado a los hinchas a no generar destrozos ni llevarse pertenencias del estadio que estaba cerrando sus puertas, considerando que pretenden reutilizar varios de ellos.
Los desbordados aficionados, o al menos una buena parte de ellos, ni siquiera atendieron el intento del dirigente por devolver un poco de calma. Los incidentes empañaron, también, la fiesta que estaba preparada para la clausura del reducto: gran parte del resto del público apresuró su retiro, precisamente, ante la posibilidad de que los problemas se intensificaran.