Los Urroz: Unos hermanos mundialistas
Manuela y Francisco lograron los mayores hitos deportivos de sus carreras en el último mes, agrandando la leyenda de una familia histórica para el deporte nacional. Ahora, la repasan.
Los Urroz no son una familia cualquiera. Su historia también es la historia del deporte chileno. En las comidas familiares, las vacaciones y los viajes en auto, siempre hubo espacio para una anécdota deportiva o el recuerdo de un momento inmaculado. Siempre contado en primera persona. Y es que el legado deportivo de la familia comienza con Francisco Urroz, arquero de la selección chilena que disputó el Mundial de 1950 y quien después le daría el testimonio a su hija Silvana, una de las mejores tenistas nacionales de los 70. Cuatro décadas después de aquello, son los nietos del portero los que vuelven a poner el apellido familiar dentro de la élite nacional.
Se trata de Manuela y Francisco. Ella siendo emblema de Las Diablas durante la revolución liderada por Sergio Cachito Vigil. El, formando parte de los dos equipos que llegaron a cambiar la realidad del rugby nacional, y justo con el nombre de su abuelo. Ellos son el legado de los Urroz, pero también el ejemplo de un Chile que abre las puertas a nuevas disciplinas, tras años de invisibilidad sistemática. Sus historias asombran por aquello y por lo llamativo de su familia. Aquí cuentan su camino para transformarse en lo que son y en la relación especial que tienen, marcada por el deporte y la competencia.
“En nuestra familia el deporte se lleva en la sangre. Tenemos un abuelo futbolista y una tía tenista. Nosotros nacimos con ellos y desde chico se nos formó en el deporte” comienza relatando a El Deportivo Manuela. En medio de sus vacaciones, se toma un tiempo para conversar y abrir las puertas de su historia familiar. Dice que siempre fueron niños muy outdoor, que se la pasaban jugando y haciendo distintos deportes. Pero también confiesa que no siempre tuvo el hockey como su deporte predilecto, ya que al comienzo jugaba tenis, al igual que su tía.
Silvana Urroz fue un ejemplo para Manuela en esos primeros años. La ex tenista profesional logró disputar los torneos de Wimbledon, Roland Garros y el Abierto de Estados Unidos y llegó a ser 117 del mundo, el mejor registro en singles de una chilena en los registros de la WTA.
“Cuando era más chica quizás no había tantas referentes, pero yo tuve la historia de mi tía, por lo que desde chica tuve la intención de ser una deportista. De hecho me encontré con algunos trabajos que hice en su momento en el colegio y en donde con ocho años decía que quería ser tenista profesional”, confiesa la mayor de los Urroz Ritcher.
Pero en el colegio finalmente cambió la raqueta por el palo y ahí se produjo el cambio de switch. El momento en que ese anhelo se comenzó a transformar en un objetivo: “Siempre soñé con el deporte, pero, obviamente, cuando ya ingresa a las selecciones menores me di cuenta del deseo de ser un Diabla, de viajar por el mundo, de jugar en una liga profesional”.
Sin quererlo, la decisión terminó siendo una motivación clave para que Francisco (dos años menor que Manuela) también se transformara en un atleta de alto rendimiento. “Ella partió con los procesos formativos del hockey antes que yo, entonces cuando íbamos con mi familia a dejarla al bus para las giras, eso me empezó a llamar la atención. Cuando se dio la oportunidad de viajar, no lo pensé dos veces y tomé el mismo camino”, relata el fullback nacional a La Tercera.
Un mes mundial
Julio de 2022 quedará para siempre en el recuerdo de los hermanos Urroz. Fue allí que ambos hicieron historia. Manuela al disputar el primer Mundial de Hockey Césped del país y Francisco al conseguir la heroica clasificación a Francia 2023 con los Cóndores. Un mes donde estuvieron separados, pero juntos a la vez, pese a los cambios horarios, a las agendas apretadas y los constantes entrenamientos. Ambos siguieron con lupa la actuación del otro.
Francisco lo hizo en compañía, en medio de la concentración para el duelo ante Estados Unidos. Fue un momento en que pese a estar enfocado en el partido más importante de su carrera, tuvo sus energías puestas en lo que hacía su hermana. “Vi los partidos del Mundial junto a mis compañeros, que también siempre están interesados en seguir al deporte chileno. Veíamos los partidos juntos en la concentración, en el hotel y con un celular. Me puse muy contento con el resultado que consiguieron”, relata el rugbista.
La versión de Manuela tampoco dista mucho de lo que vivió su hermano. “Tuve que ver los partidos desde Holanda, pero siempre con constantes llamadas y mensajes. El partido de vuelta que tuvieron ante Estados Unidos fue un momento de mucha alegría y en tono de broma le decía que ahora a mis papás les iba a tocar ir a Francia a verlo, porque en ese momento estaban en Amsterdam viéndome a mí”, comenta con un tono de felicidad plena.
En medio de ese recuerdo, la conversación gira a cómo es tener de hermano a otro deportista de élite. Uno que pese a no disputar la misma disciplina, tiene voz autorizada para hablar de las actuaciones del otro. “Somos muy transparentes el uno con el otro. Cuando vamos a ver los partidos, nos damos feedback. Nos entendemos también... Es difícil a veces hablarle a los amigos sobre los sacrificios que esto conlleva y con él nos entendemos perfecto y nos acompañamos siempre bien de cerca”, relata Manuela.
El uno del otro
Dentro de la conversación que cada uno tuvo por separado con El Deportivo (Manuela en Italia y Francisco camino a Valparaíso para un acto en el Congreso) los hermanos abordaron un tema común. Las características que ven el uno del otro. Una respuesta que llega a una palabra: el compromiso.
“Lo que más destaco es el compromiso con el equipo y con los objetivos que tiene. Ella lleva muchos años en la selección, quizás no en las mejores condiciones y ha seguido y seguido, ha mantenido la consistencia con el pasar de los años. El tema de la constancia es algo que la ha caracterizado en su carrera deportiva”, lanza Francisco.
Manu da con una respuesta muy similar: “Es apasionado y muy disciplinado. Esas dos cosas lo caracterizan. También es muy buen compañero de equipo. Haber estudiado esa carrera (medicina) lo hizo muy disciplinado. Es un muy buen líder”.
La seleccionada, y abogada, termina el diálogo con una frase que resume las similitudes entre los hermanos Urroz. “Somos parecidos en la cancha. A veces me dice que yo me enojo más, pero él también se enoja harto, somos muy apasionados por lo que hacemos, somos muy estudiosos también. A mi me gusta ver mucho hockey, analizar, y a él también. Yo lo molesto porque a veces siento que ve los partidos 30 veces. Siempre le digo, ¿cuántas veces viste el partido? Entro a su pieza y siempre lo encuentro en eso”, concluye. Dos hermanos conectados por la historia, la vida y el deporte.
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