Cristóbal es el padre. Martín y Catalina los hijos. Tres referencias del ciclismo chileno, cada uno en su forma. El padre, por su rol como pionero del deporte y destacado campeón en los años en que la disciplina no tenía siquiera Federación en Chile. El hijo mayor, como uno de los atletas más exitosos que ha tenido la nación: campeón Mundial Sub 23, bronce Panamericano con 19 años y deportista olímpico en Tokio 2020. Y, Catalina, como una de las grandes promesas que hay en el país y representante nacional de cara a los Panamericanos de 2023.

Juntos dan con una de las familias más exitosas del deporte chileno. Un logro que han cosechado con esfuerzo, trabajo y mucha cercanía. Todos van en una misma dirección y destacan el rol que ha tenido ese núcleo para el desarrollo de sus carreras y su vida. Los tres entregan a La Tercera su visión y sus historias para llegar al lugar donde están. Metidos entre bicicletas, campeonatos mundiales y montañas.

Obviamente, gran parte de la atención se la lleva Martín, por lo explosiva de una carrera que ya sabe lo que es ganar a lo largo del mundo y que este 2023 vivirá un gran cambio. Con 22 años (el 18 de febrero cumple 23) dejará los Juniors y pasará a competir en la categoría Elite, la más importante del planeta. Además, no se conforma solo con el Cross Country Olímpico, sino que también deja marca en el ciclismo en ruta, ganando el fin de semana recién pasado la Vuelta de Porvenir. Otra muestra de un potencial que parece destinado a llevarlo entre los mejores del planeta.

Pero el nuevo ciclista de la marca Specialized no se confía. Sabe que se viene un gran desafío en esta nueva categoría. “Este gran salto estoy recién preparándolo. Llevo cuatro años en una categoría que, claro, te prepara, pero al final uno nunca sabe, no hay manual, entonces estoy dispuesto a correr riesgos, a aprender. Tengo en cuenta que tengo que hacer algo diferente para estar arriba”, comenta desde Vidaurre Bikes, la tienda ubicada en Chicureo, que lidera su papá hace más de diez años.

Es ese uno de los puntos clave para entender cómo Martín y Catalina lograron dominar el ciclismo Cross Country a nivel país. “Siempre fuimos una familia enfocada en el deporte. Yo crecí escuchando a mi papá hablar de motos, autos de rally y bicicletas. Siempre nos guiaron al deporte, pero todo cambió cuando me fui a Europa. Fue un salto súper difícil de hacer, fue tirarme a la piscina y realmente dedicarme a esto. Ese ambiente de familia me ayudó un montón y me sigue ayudando, de hecho, por eso estoy con Specialized. Lo primordial era cerrar con una marca con la que pudiera trabajar en conjunto con mi familia”, afirma antes de aclarar: “Soy uno más del puzzle. Mi hermana se lo ganó y mi papá también”.

La importancia familiar también es replicada por Catalina Vidaurre, hija del medio de la familia y representante nacional en competencias internacionales. La ciclista, que este año vive su última temporada Sub 23, es enfática con el rol de su papá en la formación: “Él tuvo mucho que ver con todo esto, incluso cuando chicos nos llevaba en bici al colegio. Mi mamá también fue súper presente, apoyándolo en estas locuras. Todo comenzó siendo muy familiar, por eso me gustó tanto, pero también era algo que hacía una vez a la semana. Ya con 15 años como que dije que era algo para todos los días”, confiesa.

Algo que su padre también entiende y admite. El ex piloto de rally y participante del Dakar, siempre ha sido seguidor de los deportes de ruedas, al punto de que fue uno de los pioneros del Mountain Bike en Chile, compitiendo en el primer Mundial de la disciplina en 1990. Pero esa devoción ha seguido hasta el día de hoy, logrando ganar el Mundial Master en 2022. Una carrera que se ha mantenido por la pasión que le genera y por sus hijos: “Así les podía seguir entregando lo que a mí tanto me costó aprender. Me mantuve activo para acompañar a Martín y a la Catalina a hacer los circuitos antes de las carreras, para darles consejos, decirles en esta parte ‘preocúpate de este detalle o en esta tienes que tomar agua’ u ‘ojo con este sector’”, comenta, con un visible orgullo por sus hijos.

Son una comitiva única, cercana y entregada. Martín y Catalina compitiendo en Copas del Mundo o Panamericanos. Cristóbal enseñando a decenas de niños en Chicureo, mientras sigue vibrando con los logros de sus hijos. El año entrante será clave para los Vidaurre, con Santiago 2023 y nuevos desafíos en el horizonte. Con la palabra familia siempre presente.

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