Gabriel Kehr y Humberto Mansilla tenían apenas 14 años cuando la aventura comenzó. Al principio, inocentes y traviesos, la principal razón que los llevó al foso fue que allí encontraron la excusa perfecta para perder clases y escapar de la rutina.

En plena pubertad, ambos también querían lucir robustos, para parecerse a sus ídolos. "Querían verse fuertes, musculosos, así los convencí a lanzar", recuerda Mario Saldías, formador y entrenador del un-dos nacional en Lima 2019. Así se inicia esta historia, cargada de códigos de honor y una amistad que trasciende cualquier tipo de rivalidad.

Y ya más grande, cuando ambos comenzaban a dar sus primeros pasos en los campeonatos juveniles y el COCh los incluía entre los atletas con mayor proyección del país, una riña afuera de una discoteca puso en entredicho el iluminado futuro de Tuti Kehr, como lo llaman sus cercanos. Allí, todo se puso oscuro. José Luis Garrido, de 28 años, terminó muerto tras un confuso incidente del que la Justicia determinó hace dos meses que Kehr es inocente.

No es desconocida la historia. Con apenas 20 años, se entregó a la policía pensando que podría ayudar con la investigación. Pero solo a él lo detuvieron. Lo encarcelaron y lo obligaron a vivir un calvario del que ya prefiere olvidarse. Fue en la madrugada del 2 de octubre de 2016, a la salida de un local nocturno situado en el centro de la ciudad de Temuco.

Y allí, quien lo sostuvo fue su círculo de hierro: sus amigos del foso. Mansilla y su entrenador Saldías, temiendo que no continuara entrenando, trabajaron para que Kehr enfocara todas sus frustraciones en hacer volar el martillo a la mayor distancia posible. Así, Tuti lavó sus recuerdos. Así es como ahora dio vuelta la página.

Y es curioso, pero en el atletismo chileno las rivalidades se viven a fuego. Pero Tuti y Beto entienden la competencia de otra manera. Van más allá. Siempre rivales en el campo, ambos son mejores amigos. Su complicidad es tanta que el propio Mansilla es padrino de la pequeña hija de Kehr. Se quieren y respetan como hermanos.

"Somos rivales cuando competimos, pero afuera somos partners. Gabriel es mi mejor amigo desde que lo conozco, siempre ha sido así. Vivimos la competencia adentro, pero cuando uno de los dos consigue algo importante, el otro se alegra igual", confiesa Beto.

Ambos crecieron mirándose, como a un espejo. "Ellos son amigos y rivales. Pero cuando tienes un amigo, la alegría de él es bendición para ti. Así los he formado y así es como lo viven", dice Saldías, que además es uno de los entrenadores más jóvenes del atletismo nacional, con 36 años. Con ellos, él aprendió a ser un coach. Y a también a mantener vivo el hambre por los podios.

"Esta amistad es muy bonita. Nació sola, se fue creando sola. Creo que muy pocas personas lo pueden vivir y me siento agradecido de tenerlo", dice Mansilla, quizás su principal contención en el momento más oscuro de Kehr.

Entre ellos no hay codazos. Su juventud revela una inocencia poco común. Los yuntas de Temuco promete más hazañas. Y esperan que compartir podios se transforme en tradición.