Tras su irrupción el año pasado, cuando rompió el récord sudamericano sub 20 de lanzamiento del disco (63,47 metros), Lucas Nervi soñó con un 2020 más cargado de éxitos. Desde el comienzo trabajó duro en el foso, hasta que la pandemia llegó. Pero pese al confinamiento, el distanciamiento social y la nula posibilidad de realizar sus entrenamientos habituales, a sus cortos 19 años estuvo lejos de amargarse. Fue por más.

Y así lo demostró el fin de semana pasado, cuando batió su propia marca con el implemento de 1.75 kilos, fijándola ahora en 65,39 metros, un registro que lo tiene como el tercero del ranking mundial en su categoría y uno de los atletas mejor proyectados del continente. Y todo, trabajando desde el hogar.

“Me dediqué a entrenar en la casa. Me adueñé del estacionamiento, y ahí hice mi propio centro de alto rendimiento”, cuenta. Por suerte, en su excolegio, el Verbo Divino, le facilitaron pesas para poder mantenerse a punto. Eso, sumado a la especial atención que su entrenador, Tulio Moya, le puso, todo vía remota, sirvieron para la hazaña. “Grababa todo lo que estaba haciendo y, en vez de que mi entrenador me mirara por Zoom, le iba compartiendo en una carpeta de Google Drive los videos con mis ejercicios, porque así los podía mirar con más atención y detalle. Ahí, él me iba comentando qué mejorar… Así trabajamos hasta hoy”.

Además de las pesas, una parte fundamental de su preparación fue el propio trabajo técnico. Pero sin foso ni espacio suficiente para poder lanzar el disco, debió ingeniárselas para emular de la mejor forma el trabajo en campo: “Lo hice lanzando una toalla a la pared. Eso me ayudó muchísimo (…) Es súper hostil cambiar la rutina de un día para otro, pero yo me tomé bien esta cuarentena”.

En el ranking mundial, Lucas es el único sudamericano metido entre los mejores. De hecho, quien le sigue es el brasileño Joao Dalandrea, 59º, con 53,45 metros. Por eso es que hay muchos ojos puestos en lo que Nervi puede conseguir de aquí en adelante, aunque él prefiere no presionarse: “Me doy por pagado desde el año pasado. Lo que viene lo recibo con una sonrisa de oreja a oreja. No me presiono, prefiero tomármelo con calma y así mirar para atrás con los años lo que fui consiguiendo”.

No siempre fue así, pero la experiencia lo llevó desde pequeño a no complicarse. Su mayor desilusión la vivió para los Juegos de la Juventud 2018, en Buenos Aires. Allí, él era parte de la selección chilena de atletismo, pero finalmente quedó fuera. “Nunca supe bien qué ocurrió, pero no participé. Eso me sirvió para pensar en que para la próxima vez tengo que meterle más ganas”, dice.

Y aunque no tiene una meta fija, no desconoce que está para cosas grandes: “Yo quiero llegar hasta donde llegue el cuerpo, pero voy a meterle todas las fichas al deporte. Si eso me lleva a ganar el nacional, será increíble; si llego a ser campeón mundial, mucho mejor”, cuenta. Por ahora, su enfoque es terminar el año en lo más alto de su categoría.

Lucas Nervi, ensayando un lanzamiento con la toalla en el estacionamiento de su casa. Foto: archivo personal

Sus registros superan incluso a los de Claudio Romero (62,68 metros, el año pasado), campeón mundial junior en Kenia 2017 y el otro proyecto nacional del lanzamiento de disco. Por lo que pensar en hazañas similares a las vividas por los martillistas Gabriel Kehr y Humberto Mansilla, el oro-plata panamericano en Lima 2019, no sería impensado.

Pero a diferencia de lo que se podría pensar, la vida de Nervi no gira solo en el foso. De hecho, la actividad a la que más le ha dedicado tiempo en los últimos meses es a los estudios de Ingeniería Civil, que cursa en la PUC. Su familia está cargada de médicos, pero él, a contracorriente, ha decidido dedicarse a la ingeniería.

Y también, pese a que muchos atletas talentosos chilenos aprovechan su curriculum para estudiar en el extranjero, él decidió mantenerse en Chile. “Me siento súper bien con mi entrenador y cambiarlo sería como empezar de cero. Además, tengo todo aquí y entré a una carrera que me gusta mucho también”, reconoce.

El discóbolo además no solo se dedica al atletismo. Su otra pasión es el squash y aunque no lo practica de forma competitiva, sí asegura que tiene aptitudes. “Es que es pura potencia ese deporte”, comenta. Además, la música ocupa un lugar importante en su vida. Tocó el piano desde pequeño, pero luego pasó a la guitarra y ahora experimenta con el bajo.

El nuevo prodigio del lanzamiento sigue peleando en el foso. Esta temporada cierra en siete semanas, por lo que él buscará sí o sí aumentar su récord. No hay que sorprenderse si lo consigue, el lanzador aún está tomando vuelo.