La paciencia no es la cualidad que mejor caracteriza a los hinchas. A los de ningún equipo, pero en particular a los de Colo Colo. Juan Martín Lucero había marcado apenas dos goles desde que llegó a Macul como la solución ofensiva que necesitaba Gustavo Quinteros. Y había dejado una buena impresión, sobre todo por su capacidad de unirse a la elaboración de juego con sus compañeros, lo que hablaba a las claras de la versatilidad que le ofrece al técnico del Cacique. Sin embargo, las estadísticas consignaban que apenas acumulaba dos goles. Le había marcado a Everton y Audax Italiano. Para varios, que evidentemente obviaban el aporte que el ariete de Vélez Sarsfield significaba para otras facetas del juego, el aporte resultaba insuficiente. Los más atrevidos osaban, incluso, compararlo con Nicolás Blandi, quien llegó desde Argentina con un gran cartel, pero que terminó siendo el fiasco albo más notorio del último tiempo.
En La Cisterna, el Gato, como apodan a Lucero, se encargó de disipar cualquier atisbo de duda. Ya no solo se transformó en el colaborador habitual en la descarga y en el ariete que suele estar siempre bien ubicado para recibir. Dentro del área, demostró que cuando es bien asistido suele ser letal. Y, juntando ambas cualidades, que reúne todas las características que requería Gustavo Quinteros para completar un modelo que prueba con la mirada puesta en varios frentes: por un lado, los compromisos criollos, el Campeonato Nacional y la Copa Chile. Por otro, la gran aspiración del Cacique para este año: realizar una presentación contundente en la Copa Libertadores. Por cierto, ya es el goleador albo de la temporada.
Inicio contundente
Colo Colo se tomó un tiempo para resolver las dificultades que podía presentarle el equipo de Gustavo Costas. De hecho, la productividad ofensiva del Cacique alejó tempranamente cualquier amenaza. En media hora, con los dos aciertos de Lucero, el primero con una media vuelta, en los 6′ y el segundo, tras asistencia de Solari, en los 30′, ya había resuelto buena parte del problema. Tuvo incluso otra ocasión clara, en un remate de Esteban Pavez que Sappa desvió con solvencia. En el arco albo, salvo un remate de Brayan Véjar, la jornada era tranquila para el iquiqueño Brayan Cortés.
Los albos monopolizaron la posesión del balón. Ya no necesitaron demasiada profundidad, aunque no dejaron de asediar. En el primer minuto de adición de la etapa inicial, Pablo Solari le quitó el balón a su compañero Gil en plena carrera. La acción tuvo un final feliz para el equipo de Macul. El Pibe marcó el 3-0. Ahora sí, el duelo estaba sentenciado.
Faltaba más. En los 68′, Lucero cambió de rol y se transformó en el asistidor que había sido en otros encuentros. El beneficiado fue Emiliano Amor, quien encontró un balón perfecto para enviarlo a la red, en los 68′, en la cuarta conquista del Cacique.
Los albos parecieron recuperar el aire y afrontaron la recta final del encuentro con una disposición más agresiva. El partido y los puntos ya estaban en el bolsillo, con lo que el equipo popular se sigue acercando a la punta, pero había que seguir ajustando el funcionamiento. Hubo más ocasiones. Bolados y Villanueva, dos que ingresaron en el complemento, se generaron nuevas opciones. Sin embargo, el último festejo se hizo esperar hasta el final. En la adición, Alexander Oroz envió un centro y el venezolano Christian Santos cerró el 0-5.