Quién es Lucy López, la primera medallista chilena que encendió la llama Panamericana con Massú y González

Dia 1, Ceremonia de inaguracion Juegos Panamericanos STGO 2023 / Opening Ceremony Pan American Games STGO 2023
Foto: Heuler Andrey/Santiago 2023. Vía Photosport

Una mujer que hizo historia en los Panamericanos de Argentina 1951. Es hija del fundador de la Federación de Básquetbol nacional y ahora, con 93 años, es voluntaria en Santiago 2023.



La antorcha Panamericana ingresó al Estadio Nacional en manos de Kristel Köbrich. Luego pasó por Iván Zamorano, Alfonso de Iruarrizaga, Nicolás Massú y Fernando González. Justo antes de llegar al pebetero, se les unió una icónica figura del atletismo chileno: se trataba de Lucy López. Entre los tres encendieron la llama Panamericana, en una postal que quedará para siempre en la historia del deporte nacional.

López participó en esta ceremonia con nombres que obtuvieron éxitos en décadas más recientes. No obstante, su nombre representa una etapa gloriosa del atletismo de Chile, específicamente en la década del 50′.

Proviene de una familia cercana al deporte. Es hija de Erasmo López, fundador de la Federación de Básquetbol nacional y activo dirigente. Alcanzó un histórico registro en el salto alto, pese a que su llegada a esa especialidad fue completamente inesperada (realizaba salto largo). En un Sudamericano, en Lima 1949, la saltadora titular se ausentó, por lo que tuvo tomar su lugar. “Me dijeron ‘tienes que saltar’. Yo no quería, porque la varilla era metálica y triangular, y el estilo que se ocupaba en esa época dejaba una pierna como péndulo y si te equivocabas, le pegabas a la varilla. ¡Todavía tengo marcas de tantas veces que me pegué!”, dijo en una entrevista a La Tercera en septiembre.

Sus resultados fueron imborrables: medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Argentina 1951 con una marca de 1.45 metros. De esta forma, se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla para el atletismo chileno en las grandes citas.

Lucy López
El éxito de López fue cinco años antes de que la histórica Marlene Ahrens consiguiera plata en los JJ.OO de Melbourne 1956, en una gran época del atletismo chileno.

En 1952, año en que se efectuaron los Juegos Olímpicos de Helsinki, no pudo participar porque fue madre. “Estoy muy conforme con lo que he hecho (en mi vida), con lo que he entregado, pero el de arriba todavía quiere que entregue más”, confiesa. Posteriormente, continuó vinculada al deporte, se dedicó a la docencia y se tituló de profesora de Educación Física a los 36 años.

Una voluntaria de lujo

Ahora, con 93 años, no lo pensó en inscribirse como voluntaria para estos Juegos Panamericanos. “¿Por qué quiero ser voluntaria? Creo que casi todas las satisfacciones de mi vida, excepto mis hijos, fueron a través del atletismo. Me hizo crecer mucho”.

Por último, también desea dejar un mensaje a las nuevas generaciones de deportistas: “Quiero devolverle la mano al atletismo. También quiero que la gente joven cambie su chip, enseñarle que hay cosas bonitas en la vida que se pueden hacer, que no importa que no se gane una medalla, lo que importa es tener la satisfacción de lo que uno puede entregar”.

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