Cuando Suecia llegó a semifinales en Estados Unidos 94, el hoy capitán Granqvist sólo tenía nueve años y su compañero de zaga, el joven Lindelöf, ni siquiera nacía. Augustinsson tenía apenas dos meses de vida y Forsberg, el heredero de Zlatan, estaba a punto de cumplir dos años.
En Inglaterra es más decidor aún. Cuando el Equipo de los Tres Leones se metió por última vez entre los cuatro mejores, en Italia 90, sólo seis jugadores de su actual plantel habían nacido. Cahill era el más "viejo", con cuatro años. Probablemente ni recuerdos tenga de aquel torneo. Pickford nació cuatro años después, Kane dos y Sterling cinco.
Suecia e Inglaterra llegan ávidas de gloria al choque de hoy, por un lugar en semifinales. Y lo hacen con dos caminos, estilos e historiales diferentes.
Por un lado, un cuadro escandinavo que exhibe los peores números de los que alcanzaron cuartos de final. Es el con menos goles y el de peor precisión de pases, pero ni eso fue impedimento para que eliminara a Alemania y luego a Suiza en octavos.
Los ingleses, en tanto, cuentan con el goleador del torneo (Kane, con seis) y el impulso de, por primera vez en su historia, haber avanzado tras una definición a penales en citas planetarias.
El cuadro isleño muestra uno de los mejores ataques del torneo, pero se enfrentan al equipo, de los que quedan vivos, que hasta aquí ha permitido menos goles (dos). Y ahí, el choque entre Granqvist y Kane es el mejor reflejo de lo que ocurrirá en la cancha. Uno de los dos dejará atrás la nostalgia.