El lugar exacto del Chino en la historia
El mejor tenista chileno de todos los tiempos, en la pelea por el podio de los mejores sudamericanos y lejos de las cifras de los más grandes del mundo. Será siempre, eso sí, el primer iberoamericano en llegar a lo más alto del ranking.
Hasta la irrupción de Marcelo Ríos en el circuito, el debate para determinar quién es el mejor tenista sudamericano de la historia no era algo que estuviera muy instalado en un Chile acostumbrado a mirar desde lejos las hazañas de otros jugadores de la región.
En etapas anteriores, el principal crédito nacional había sido Luis Ayala, con sus dos finales de Roland Garros (1958 y 1960), que lo llevaron a ser quinto del mundo, según las publicaciones especializadas de la época. Sin embargo, con la creación de la Era Abierta, en 1973, los más destacados fueron Hans Gildemeister (12º, en 1980) y Jaime Fillol (14º, en 1974), quienes para 1994, año en que aparece el Chino, empezaban a ser recordados con un dejo de nostalgia. El abuelo de Nicolás Jarry, además, fue finalista de Copa Davis.
Al ver que el zurdo de Vitacura se iba deshaciendo con facilidad de sus rivales y comenzaba a romper marcas, la pregunta natural estaba enfocada en hasta dónde podría llegar este nuevo talento, que ya había hecho historia al ser número uno del mundo juvenil en 1993.
Tres años más tarde, en 1996, superó a Gildemeister y Fillol y se convirtió en el primer chileno en ser top ten en los tiempos modernos del tenis. También, el primero en ganar cinco Big Nine (hoy Masters 1.000). En ese momento, Ríos no solamente había ingresado en la historia del tenis nacional, sino que se abría paso entre los grandes de Sudamérica.
Y si alguien dudaba de las capacidades del zurdo, en ese glorioso 1998 marcó varios hitos. El principal, transformarse en el primer iberoamericano en conquistar la cima del tenis mundial. Fueron apenas seis semanas, repartidas en dos tandas, pero suficientes como para pasar a la historia como uno de los 26 jugadores que han alcanzado un lugar en el máximo sitial de este deporte.
De inmediato la discusión se encendió. En abril de ese año, Chile visitaba a Argentina en Buenos Aires, por la Copa Davis, y la polémica se disparó de inmediato con las declaraciones del flamante líder de la clasificación en Buenos Aires: "Hace rato que me vienen comparando con Guillermo Vilas y para ser sincero no lo conozco mucho... Lo único que sé es que él fue número dos y yo soy el uno del mundo".
Con el hervidero al máximo, inmediatamente la prensa argentina se encargó de sacar a colación los números de su máximo ídolo. Las cifras con categóricas: 62 títulos, cuatro grand slams (dos veces Australia, Roland Garros y el US Open). Además, en 1977, logró 16 coronas, marcando un récord absoluto que se mantiene hasta hoy y logró un invicto de 53 partidos en arcilla. A pesar de eso, su clasificación más alta fue dos, a pesar de que algunas revistas especializadas y otras publicaciones no oficiales le otorgan el número uno.
El periodista transandino Eduardo Puppo inició en 2015 una cruzada para que la ATP le reconociera el número uno del mundo a Willy. Sin embargo, la respuesta fue categórica: "Es imposible reescribir la historia".
En 2000, poco tiempo después del hito de Miami, el brasileño Gustavo Kuerten se sumó a la discusión. Guga alcanzó el número uno, sitio en el que se mantuvo por 43 semanas. Además, fue el primer sudamericano en terminar una temporada en la máxima posición. En su brillante carrera sumó 20 títulos, entre ellos, tres coronas de Roland Garros (1997, 2000 y 2001). Estos logros le valieron ingresar al Salón de la Fama del tenis en 2012 y acompañar a Vilas, quien entró ahí en 1991.
En la cancha, Kuerten y Ríos se midieron en cuatro oportunidades, con dos victorias para cada uno. Sin embargo, la carrera del chileno se vio frenada rápidamente por las lesiones, que lo obligaron a dejar el tenis a los 27 años, tras apenas ocho en el circuito. Luego de ellos, surgieron otros nombres como los argentinos Guillermo Coria, quien alcanzó el número tres del orbe, y Juan Martín del Potro. Este último tiene logros con los que discutir: 22 títulos, de los cuales uno es el Abierto de Estados Unidos. Además, conquistó la Copa Davis en 2016 y tiene una plata olímpica (Río 2016) y un bronce (Londres 2012). Eso sí, tiene apenas un Masters 1.000.
A pesar de eso, el oriundo de Tandil sigue muy lejos de los números que ostentan los grandes de la historia de este deporte. Objetivamente, Vilas es el único que se acerca a un listado que lideran Jimmy Connors, con sus 109 torneos (ocho de grand slam), y Roger Federer, quien ostenta 20 majors dentro de sus 97 coronas.
Tras el retiro del Chino, se siguió hablando de tenis en Chile gracias a la aparición de Fernando González y Nicolás Massú. El Bombardero de La Reina llegó a ser cinco del mundo, conquistó 11 títulos y, al igual que el zurdo, alcanzó la final del Abierto de Australia. Además, es el único deportista nacional con tres preseas olímpicas (oro en dobles y bronce en singles en Atenas y plata en individuales en Beijing). A él se suma Nicolás Massú, doble medallista de oro en Grecia, y que en cuya carrera logró ser número nueve del planeta gracias a sus seis títulos, completando la mejor generación de la historia del tenis criollo.
Sin embargo, Ríos, elegido el mejor deportista chileno del Siglo XX, sigue a la vanguardia entre los nacionales. Aunque siempre quedará la duda de qué hubiese pasado sin la sombra de sus numerosas lesiones, que lo sacó prematuramente del circuito. Un calvario que comenzó exactamente una semana después de haber conseguido llegar a la cima del tenis mundial.
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