Unión La Calera ha sido una de las revelaciones de este atípico 2020. El cuadro cementero no solo se sitúa segundo en la clasificación de primera, solo tres puntos por detrás de Universidad Católica, sino que se mantiene vivo en la Copa Sudamericana, en la que este jueves buscará remontar ante Junior de Barranquilla, tras la derrota (2-1) que encajó la semana pasada en Colombia.
El equipo cafetero llegó este martes al país y lo hizo con la convicción de imponerse en la llave de octavos de final del torneo continental. Al mando del equipo tiburón vino el entrenador Luis Amaranto Perea (Antioquia, 1979), quien da sus primeros pasos en los banquillos, pero que es recordado por ser un expeditivo zaguero que destacó con el combinado de su país y con equipos como Boca Juniors y Atlético de Madrid.
¿Considera suficiente la ventaja de un gol que consiguió Junior en el partido de ida?
Como ya vimos en nuestro estadio, sabemos que La Calera es un rival muy difícil. Lo más importante es que futbolísticamente y mentalmente estamos preparados para afrontar este reto. Para pasar, debemos hacer un buen partido y, sobre todo, estar muy acertados en el planteamiento.
¿Cómo imagina el encuentro?
Cada partido es diferente. Se puede hacer un plan y pensar que el rival va a salir de cierta forma, pero a la hora de la verdad todo cambia y se modifica lo que uno imaginaba. Es cierto que tenemos ventaja y la necesidad será de la Calera, que deberá salir a buscar el resultado.
¿Cuál es el punto más fuerte de su equipo?
Tenemos jugadores capaces e inteligentes, que suelen adaptarse a cualquier situación. Hemos venido elevando nuestro nivel (11 partidos sin perder). Y más allá del rival, esperamos explotar nuestras virtudes y encontrar los espacios para atacar.
Tomó las riendas de Junior en septiembre (antes era asistente técnico), tras la salida inesperada del entrenador Julio Comesaña, ¿cómo asumió ese reto?
Es un momento muy importante para el club, en el que se juega muchas cosas. Me tocó asumir este reto y lo hice con toda la ilusión del mundo. Al final todos los retos conducen al mismo objetivo, que es ganar. Claro, en los equipos grandes, como Junior, la obligación de ganar siempre está ahí. Y no solamente ganar, sino que se exige jugar bien.
¿Qué estilo de juego le gusta?
Más que el juego directo, me gusta mover al rival, encontrar situaciones por dentro para luego generar superioridad en las zonas que hayamos analizado que el rival tenga falencias.
¿Se sufre más en el banquillo que en la cancha?
Más que sufrir, creo que genera impotencia, porque en ocasiones los jugadores trabajan, lo intentan, pero las cosas no siempre salen. Reacciono espontáneamente, pero no me da tiempo de pensar si estoy sufriendo o no, porque estoy compitiendo. Esa adrenalina, esa sensación de no poder hacer nada porque estás afuera, genera desespero. Por algo le llaman la silla eléctrica.
¿Dónde se ve a mediano plazo?
Por ahora solo pienso en Junior. He recogido mucha información de muchísimos entrenadores, me he formado académicamente en un país como España, que ha dominado el fútbol mundial, y las prácticas las hice en el Atlético de Madrid, que es como mi casa. Creo que tengo una buena formación, quizá desde otro contexto si lo comparamos con el fútbol colombiano, pero me he adaptado muchísimo.
A propósito de su formación en España, ¿cree que existe mucha diferencia entre la forma de dirigir en Europa y en Sudamérica?
Creo que, independientemente de donde uno esté, la clave es lograr llegarles a los futbolistas, que asimilen la idea que uno quiere proponer. A veces, son las características del grupo las que marcan el camino y no se impone el criterio, sino que se busca un equilibrio entre lo que quiere el entrenador y lo que realizan los futbolistas, que al final son los que juegan.
¿Cuáles han sido sus referentes?
Es difícil decir nombres. De todos se agarra un poco. De Víctor Luna, que en nuestra época en el Medellín ya entrenaba cosas que se están viendo ahora. Esa confianza que se le da al jugador para que cuando salga, sepa que el cuerpo técnico confía plenamente en él, que puede jugar sin miedo y que no hay ningún reproche, sino refuerzos positivos. Bianchi, que estudiaba mucho al rival; el carácter de Javier Aguirre; Simeone, Maturana, Pékerman… he tenido la suerte de tener muy buenos entrenadores y de todos he recogido información y luego la aplico en lo que me gusta.