Fueron las Vueltas a Chile, que miraba cada año en su última etapa, en la culminación frente al Estadio Nacional, las que enamoraron a Felipe Peñaloza del ciclismo. Era niño, recuerda, pero ya soñaba en cosas grandes.

El ciclista es uno de los pocos exponentes de la nueva camada de ciclistas nacionales, copada en Chile en su mayoría por veteranos. Este año, el santiaguino logró confirmar su nombre entre los mejores del país, cargando de medallas un 2018 de ensueño.

El pedalero hizo noticia al consiguir justo en el cierre de la incursión del ciclismo nacional, junto a Antonio Cabrera, una medalla de oro en la Madison de los Juegos Sudaméricanos de Cochabamba, sorprendiendo a muchos por el buen desempeño.

Pero no fue solamente eso. Pocos meses después, Peñaloza volvió a demostrar que aquella victoria no fue una casualidad. En el Panamericano de Ciclismo de Pista de Aguas Calientes, en México. Allá, volvió a brillar en la carrera por puntos, superando a potencias como Argentina y Ecuador, donde además, nuevamente junto a Cabrera, consiguieron el bronce en la Madison, cerrando. "Esto fue solamente de nosotros, de nadie más. Ojalá nos apoyen ahora", dijo entonces el deportista.

No ha sido fácil despegar para Felipe. Los líos con su antigua federación, cargada de acusaciones e irregularidades, lo tuvo a punto de no participar en la Copa del Mundo que Chile organizó en diciembre pasado. Ahora, respira. No lo hace tan tranquilo, debido al poco apoyo. Al menos, su nombre resuena entre los grandes del continente.