María José Mailliard llegó a Lima convencida en la idea. Ya son muchos los años de preparación, de podios, de aciertos y desaciertos, pero sabía que en Perú el escenario era el apropiado para poder meterse entre las mejores a nivel panamericano.
De la mano del cubano Evidio González, la deportista se preparó con tenacidad para su gran prueba, donde al fin, tras tanto buscarlo, se alzó en el podio del c1 200, su prueba fundamental. Ya el lunes lo hizo en el c2 500, junto a su inseparable colega Karen Roco, pero ahora, su nueva plata tiene un sabor distinto.
Curauma, Cuba, o cualquier lugar del mundo. Entregada en piel y espíritu a esta prueba, Mailliard se aventuró a vivirla desde que se coronó en Cochabamba.
Apenas 50 segundos puede durar todo. En el canotaje de velocidad, cada parada cuenta y, cuando se trata de una regata de apenas 200 metros, quien sea la más explosiva es la que finalmente celebrara. Enseñanza más que aprendida por la chilena, que vio ayer en las aguas de Albufera su oportunidad de gloria. No lo dudó y desde el pistoletazo inicial remó incansablemente hasta la meta.
Palada tras palada. Mailliard nunca quiso soltarse de esa ilusión que la viene moviendo desde hace años. Mientras más se desplazaba, más convencida se sentía en que podría hacerlo, hasta que finalmente, sacando un temple que sobresale entre sus compañeras de equipo, consiguió colgarse una medalla plateada.
Sobre el cierre
Fue una final que sólo se definió en los últimos metros. Con un crono de 47"031, Mailliard se quedó sin el oro por apenas 389 centésimas de segundo, demostrando que sí o sí es una de las máximas referentes de América en la prueba. La derrotó la joven estadounidense Nevin Harrison (46"649). Tercera fue la cubana Mayvihanet Borges (47"641).
Su cosecha es inédita en el deporte, que sólo había visto en Santo Domingo 2003 una medalla de plata gracias a lo conseguido por Jonathan Tafra y Fabián López. Ahora, María José Mailliard reescribe la historia de las canoas.