El 5 de octubre del año pasado, Esteban Paredes anotaba su gol 216 en Primera División y establecía un récord para el fútbol chileno. Entre los homenajes y festejos había un premio muy especial: 100 millones de pesos otorgados por el presidente de Colo Colo, Aníbal Mosa. Seis meses más tarde, ambos, que para afuera proyectaban una amistad sólida, tanto así que fue Paredes quien introdujo a Pablo Morales a la dirigencia alba, están enfrentados de manera irremediable. La razón del quiebre es el dinero, como siempre. Pero más que eso, un largo camino de cohabitación donde los roles se fueron mezclando, confundiendo y distorsionando hasta generar una crisis profunda.
Dice Paredes, tanto en Twitter como en entrevista a Teletrece, que Colo Colo está mal administrado. Tiene razón, pero le falta una parte, que uno de los motivos de esa mala administración tiene como origen un grupo de jugadores quienes, aprovechándose de las inseguridades de su presidente, fueron corriendo la frontera económica y de poder hasta límites irresistibles. Mosa es el gran culpable, claro, nunca dio el puñetazo en la mesa y pateó el tablero rayando la cancha como es debido. La famosa conferencia de prensa donde los referentes del plantel desafiaron a Mario Salas por la exclusión de Agustín Orión, con Paredes a la cabeza, debió ser el punto final. Marcar un antes y un después, pero se prefirió echar mano de los oxidados y mentirosos códigos, empujar la basura bajo la alfombra y no irritar a los famosos referentes.
Lo mismo ocurría fuera de la cancha. Los jugadores pedían, el presidente daba y que Dios les ampare. Por algo Gabriel Ruiz-Tagle hizo su famosa pasada de 400 millones en abril de 2018: vio los números rojos en el libro, compró acciones y vendió el día anterior a la publicación de los balances. Colo Colo, Blanco & Negro, hacía agua hace varios años.
Este cogobierno irresponsable, tuvo su segundo episodio crítico en noviembre pasado cuando los jugadores se plegaron al movimiento social y no quisieron terminar el campeonato. Entonces, Esteban Paredes dijo algo críptico y muy dudoso: “Hablé con la gente y me dijeron que la decisión de no jugar estaba tomada”. ¿Qué gente? ¿Quiénes tomaron esa decisión? Mal no le vino, aplazó su retiro un año y se tomó unos cuantos meses para recuperarse de su lesión.
Lo que ocurrió con Mario Salas en febrero fue otro capítulo que presagiaba el desastre. Nunca les cayó bien el nuevo entrenador (eso que se habían operado de Valdés y Valdivia, quienes no dejan de tirar piedras sobre el club pese a estar afuera), y decidieron no jugar más. Ya vimos lo que pasó. Salas afuera y el equipo mágicamente recuperó la combatividad.
Un día todo explotó, ya el modelo deficitario con una planilla de 800.000.000 no pudo sostenerse y la fluida relación con el presidente amigo que les permitía todo colapsó por completo. Si no era el Coronavirus hoy, iba a ser otra cosa mañana. Es en la crisis donde aflora lo mejor y lo peor de cada cual. Mosa finalmente se dio cuenta de que era un emperador desnudo, y los empoderados jugadores, que todo tiene un límite. Caminaron de la mano al precipicio.
PD: Todo esto, además, viendo como Católica les sacaba 10 puntos de ventaja en cada campeonato.