Manifiesto de Ismael Fuentes: “A los 36 años es complicado reinventarse; uno como jugador está en una burbuja”
El Chupalla saltó directo del campo a Juan Pinto Durán. Fue parte del proceso de Marcelo Bielsa, cuando la Generación Dorada empezaba a asomar como una realidad en el fútbol chileno. El defensor recuerda los primeros años del proceso que llevó a la Roja a lo más alto desde su casa en Villa Alegre, séptima región, lugar al que decidió retornar luego de su retiro.
Yo jugaba al fútbol en el campo y estuve en las cadetes de Deportes Linares por muy poco tiempo: cuando se lesionaron algunos compañeros del primer equipo me vio el técnico y subí a jugar. En esa primera experiencia me tocó viajar a Arica en bus, y en el partido salió un compañero a los dos minutos y me tocó entrar. Desde ahí empecé continuamente a jugar y luego vinieron los llamados a las selecciones menores. Mi ídolo por referencia, cuando llegué a Santiago, era Miguel Riffo. Era extraordinario y como persona un siete.
Desde chico jugaba en la serie de honor en el campo, me faltaba corregir cosas tácticas y técnicas, con el tiempo pude; era muy impetuoso, también debía corregir eso. Había jugadores de mucha experiencia y se hacía más fácil. Me hablaban y corregían errores.
En mi primera citación a la Selección juvenil, llegué a Pinto Durán con mi bolsito, mi mochila, mis calzoncillos, un par de zapatos y mi toalla; ahí don Gabriel me dijo ‘no, Ismael, acá te pasamos todo’, y yo pensé, ‘chuta, acá me gusta estar’. Ahí vi a Jorge Valdivia, que ya estaba en Colo Colo, a Johnny Herrera, de la U, que tenían cinco pares de zapatos y yo quería lograr estar ahí. Creo que fue bonito compartir con ellos. Era un plus seguir compitiendo y esforzándome para lograr cosas. Desde el comienzo fui bien recibido. Siempre fui alegre y de muchos amigos, todos en el fútbol me reconocen por eso, pero en la cancha era un jugador ganador, todos me querían en su equipo. Siempre quería lo mejor para mis compañeros.
El germen de la Generación Dorada venía hace tiempo. Hubo un Mundial Sub 20 en Argentina al que clasificamos, también pasaron los Juegos Olímpicos. Después hubo dos Mundiales Sub 20 y se complementaron dos generaciones que tenían hambre de éxito y que eran jugadores con mucha personalidad. Había jerarquía. Se competía sanamente y se demostró después cuando llegó Marcelo Bielsa, que juntó la Selección del Preolímpico que jugamos con Juvenal Olmos, más lo de Canadá 2007.
Bielsa cambió muchas cosas. Desde la parte dirigencial también se marcó la diferencia con Harold Mayne-Nicholls, que conversó con nosotros cuando llegó Marcelo. Dijo que traía al mejor técnico y que creía en nosotros. Había un gran cuerpo técnico, Bonini fue un pilar fundamental, era el más cercano con el jugador. Teníamos una calidad de jugadores donde todos quería jugar. Cuando se estaba ganando todos querían estar en la Selección, nadie quería salir.
En el momento de la nómina para Sudáfrica el que me habla es Bonini, me comenta: ‘Huaso, te llevo a Sudáfrica, no te lleva Marcelo, te llevo yo. No le digas a nadie’. Eso fue un día antes de la nómina. Ahí no hallaba a quien contarle. Después llegó la nómina final. Yo tenía una muy buena relación con Luis María, su partida fue inesperada. Su fallecimiento caló hondo en muchos jugadores de la Selección. Hubo muchas situaciones bonitas con él. Me iba a visitar a México, recuerdo que fuimos a una comida también con Jean Beausejour. Te trataba de dejar al 100 por ciento para que te sientas mejor. Hablaba con Marcelo para convencerlo de nuestras peticiones. Nos tiraba la talla. Fue una bonita experiencia compartir con él. Yo mantuve contacto hasta el último momento.
Recuerdo la charla previa al Mundial, donde Marcelo nos dijo que éramos privilegiados de estar ahí. En ese tiempo quedó afuera Roberto Cereceda, que fue un pilar para nosotros durante todo el proceso. También nos comentó que todo el triunfo y las alegrías de estar ahí debían ser para toda la gente que desinteresadamente estaba con nosotros. Lo más lindo de esto es haber cantado el himno nacional. Es algo único.
Se llevó a Sudáfrica la bandera del terremoto, estaba puesta en Nelspruit, en el mástil. Todos los días la veíamos y entendíamos el sufrimiento por el que estaba pasando el país. Queríamos revertir la situación de la gente dándole una alegría, por lo menos, desde la parte deportiva.
Jugábamos bien en esa época. Los muchachos ya estaban en grandes ligas. El Mundial es una ruleta, a veces los sorteos no te favorecen. A nosotros nos tocó Brasil, que venía bien, y teníamos lesionados y suspendidos. Pero ya se veían cosas. Luego se lograron las Copa América y se jugaba contra todos los equipos del mundo de tú a tú. Se notaba la personalidad de los futbolistas, las ganas de ganar y dejar a Chile en lo más alto.
Cuando me dejaron de llamar no me lo cuestioné. Con el cambio de entrenador cada uno veía lo que era mejor para la Selección. Lo importante es que se hicieron bien las cosas y los jugadores que llegaron fue para aportar y fueron titulares. Era respetable la decisión de cada entrenador, cada uno tiene su gente.
…
Mi retiro fue de un día para otro. Estaba en Rangers y dije que iba a dejar de jugar. Tenía mal de Haglund en un talón, que me salió un espolón y tenía que operarme. Ahí dije que hasta acá llego. Ahora veo poco fútbol, trato de disfrutar otras cosas que me llenan como persona. Intento pasar tiempo con mi hija pequeña, a los mayores no los pude disfrutar tanto. Salgo a cazar, voy al rodeo, tiro las liebres, son pasiones que mantengo desde chico. También tengo mis amistades de toda la vida.
A los 36 años es complicado reinventarse. Uno como jugador está en una burbuja. Ahora tengo una empresa de hielo, también preparamos pulpa de jugo, fruta congelada. Todo relacionado al campo, tengo buenos compradores. Todo anda muy bien. Cuando vamos a los supermercados a ofrecer también hablo de fútbol.
Volví al campo porque soy de acá. Me siento cómodo. Tengo mis amigos, juego fútbol los fines de semana. Siento que esta es mi gente. Si más adelante sale otra pega afuera uno está maduro y ya sabe lo que es, por lo que tomaría las maletas. Pero ahora estoy bien. Mi pareja es de acá, mi familia está acá. Es bonito volver a tu tierra y compartir con ellos aventuras del fútbol. Siempre fue mi idea volver, soy muy arraigado. Me gusta el campo, la gente de la zona. Le tengo mucho cariño y respeto a todos, los admiro. Fue un pilar fundamental de mi carrera ser y tener personalidad de campo. Es un lugar que no es fácil. Siempre quise representar a los niños de campo, a mi comuna y a mi región. Se pueden lograr las cosas. Si uno se concentra en lo que quiere se puede lograr.
Quedé conforme con mi carrera. Jugué mucho por la Selección, dos Copa América y un Mundial. Lograr objetivos paso a paso fue importante. Detrás, silenciosamente, siempre estuvo mi padre. Las críticas y las alegrías las vivía de forma muy intensa. Hice una linda carrera y Sudáfrica 2010 fue la guinda de la torta.
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