Fue el máximo goleador, con ocho tantos - los mismos que Ronaldo-, del Sudamericano de Colombia que entregó a Chile los pasajes al primer Mundial juvenil de su historia. También el máximo artillero chileno en dicho torneo, con cinco goles. Corría el año 1993 y Manuel Neira, el más joven de aquella rutilante generación, tenía sólo 15 años. Hoy, con 40, regresa a aquel interminable verano nipón.
¿Cuál fue la clave?
El proceso funcionó porque teníamos un grupo humano maravilloso y un cuerpo técnico de lujo. Yo tenía 13 años cuando empezó y tanto Véliz como Solinas (el PF), de entrenadores pasaron a ser padres. Éramos una familia. Hicimos giras, jugamos grandes partidos y nos fuimos al Sudamericano, donde salió lo mejor de nosotros. Dejamos a Brasil fuera del Mundial juvenil, imagínate. Teníamos hambre de lograr cosas. No nos importaba nada, sólo jugar.
El Brasil de Ronaldo eliminado por el Chile de Neira. ¿Cómo se digiere eso?
Las carreras que tuvimos fueron distintas, pero es un orgullo que te comparen con un fenómeno como él.
Comparación exagerada
Era exagerado porque ambos éramos niños, pero él ya era un fenómeno. Nos hizo un par de goles. Después me lo topé en Francia 98. Zamorano le preguntó si se acordaba de mí. Al principio no se acordaba, pero después se acordó.
¿Por qué que sus carreras fueron tan diferentes?
Porque él era brasilero. No, no sé, influyen muchas cosas. Él se fue al PSV y yo no me esperaba tanto halago. Ser tan chicos e ilusionar a todo un país nadie lo esperaba. Fue algo muy loco pero muy lindo.
¿Excesivo, tal vez?
Es que en Chile somos muy extremistas. Pudo haber sido demasiado, pero nos lo ganamos con creces. Si alguien quiere decirme que no, que no fue tanto, que salimos terceros, me da lo mismo. Yo estuve ahí y lo hicimos, por eso lo defendemos. Luego llegan otras generaciones y las comparaciones, pero el objetivo era el mismo, salir campeón. Unos lo lograron y nosotros no pudimos, pero la verdad es que los africanos eran gigantes. Por eso la prensa decía que Chile había sido el campeón de los blancos.
¿Las altas expectativas les jugaron en contra luego?
Cuando volvimos de Japón fue terrible. No podíamos caminar porque las niñas se nos tiraban encima... en Pinto Durán invadieron el lugar... y uno, con 15 años y viniendo de San Joaquín, de un lugar sencillo, no está preparado para vivir todo eso. Y se cae.
¿Le molesta el rótulo de eterna promesa con el que lidió toda su carrera?
No, nunca me molestó. porque hay que estar ahí. Es muy fácil hablar sin saber todo lo que hay atrás. Yo siempre luché contra eso y en todos los equipos que estuve dejé alguna huella.
¿Qué cambiaría?
Tomaría mejores decisiones y elegiría mejor los equipos. Colo Colo, por venderme rápido, no me vendió al que debía. Pero estoy feliz.
¿Qué nombre le pondría hoy a aquella generación?
La generación recordada. Después de 25 años, la gente aún nos recuerda. Generaciones como la nuestra en el fútbol formativo, salvo la de Canadá (2007), no hubo. Nosotros marcamos historia, hicimos historia y eso va a quedar.