Manuel Pellegrini ha transformado al Betis, un equipo habitualmente de segunda línea, en una escuadra competitiva. Los andaluces ya gozan de respeto en el fútbol español y también en el resto de Europa. La actual tabla de LaLiga es un buen indicio para el estatus que se les atribuyen. Están quintos en la tabla, solo superados por el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético de Madrid y el Sevilla. De todos los separa un par de puntos y varios millones de euros en el presupuesto.
La figura del Ingeniero no es desconocida en Europa. Mientras acá se le exige una definición respecto de su real intención de dirigr a la Selección, un asunto que ha vuelto a abordar, allá se le ensalza. Lo que ha logrado con el Betis tampoco es nuevo. Suma hazañas similares con el Villarreal y el Málaga y también supo manejar equipos multimillonarios, como el Manchester City y los merengues. Con los Ciudadanos ganó la Premier League. Con los merengues, batió marcas, pero le faltaron títulos: coincidió con el mejor Barcelona de la historia. Su estilo de trabajo encanta. Ya en esos tiempos interesaba a todo el mundo. La campaña que ha realizado con los béticos ha revitalizado la atención.
En Europa se vuelve a hablar del Ingeniero. Gustan sus formas futbolísticas y también las que muestra fuera del campo. La revista Panenka, por ejemplo, le dedica un amplio perfil, en el que resalta sus cualidades profesionales y, sobre todo, humanas. ‘Manuel Pellegrini, el impresionista’ se titula el artículo que repara en una personalidad alejada de las que habitualmente muestran los entrenadores.
“No devora partidos”
Pellegrini está lejos de lo que suele ser considerado como un entrenador obsesivo. “No devora partidos en sus ratos libres ni posee una desmesurada colección de videos. Pero ya ha sumado 200 victorias en una de las ligas más competitivas”, recoge la publicación para establecer que no existe una proporcionalidad directa entre pensar todo el día en el fútbol y obtener buenos resultados en él.
“No estila quedarse a deshoras para desgranar matices tácticos ni introduce conceptos de juego novedosos en las ruedas de prensa post-partido. Es de esos anormales que disfruta la vida más allá del fútbol. Le gustan la pintura, la literatura, la música y, ocasionalmente, jugar a golf. Compatibilizó sus estudios en ingeniera civil con su carrera como futbolista y, aunque tiene fama de introvertido, se considera ‘una persona absolutamente normal’”, resalta.
Una definición del propio Pellegrini refuerza la concepción. “El que dedica 24 horas al día al fútbol es muy mal entrenador. Si sólo de fútbol sé, nada sé. El fútbol es una combinación de personalidad, gusto, exigencia, liderazgo. El liderazgo se aprende leyendo, viendo, viviendo”, planteó el estratega.
“Para Pellegrini, el fútbol de la élite tiene ciertos paralelismos con el movimiento impresionista, una corriente subjetiva que promovía la reproducción de las sensaciones que en los autores despertaban cualquier estímulo externo, en donde existía una gran diversidad de estilos y conceptos artísticos en pos de la excelencia.”, lo define.
Más referencias de los momentos felices y los sinsabores que matizan su carrera completan la descripción, que remata en el dulce momento que atraviesa en el equipo en el que convive con el capitán de la Selección, Claudio Bravo. “Tras un brevísimo periplo por el West Ham, ha vuelto a tocar las puertas de élite con el Betis. Con la gran versión coral del conjunto andaluz en la primera vuelta, había quien sugería que al ingeniero le debíamos el mejor Villarreal, el mejor Málaga y el mejor Betis de la historia. Pueden existir ciertas sospechas, pero no hay demasiada evidencia para decir lo contrario. Hoy está a las puertas del último lugar a Champions y en la antesala de una final de Copa del Rey ante el Valencia. Ha dirigido más de 400 partidos y coleccionado 200 victorias en una de las ligas más competitivas del mundo. Del chandal retro ya se ha escrito mucho, aunque nunca será suficiente”, concluye.