Es el fracaso más grande en la historia de Universidad de Chile y quizás la única mancha en la exitosa trayectoria de Manuel Pellegrini como director técnico. Hablamos del descenso de los azules a la Primera B en la temporada de 1988.
“Fue quizás el fracaso más importante de mi carrera: comenzar el primer año como entrenador, habiendo sido capitán de la U, y considerando que debo ser el tercer o cuarto jugador que más he jugado en la Universidad de Chile…”, rememora el Ingeniero en una entrevista con Mark González.
Una herida que se abre el 15 de enero de 1989, cuando la oncena estudiantil -con Pellegrini en la banca- iguala con Cobresal (2-2) y ve que en paralelo, Unión Española vence a Universidad Católica en San Carlos de Apoquindo (3-1). Resultados que hundieron a los laicos en el penúltimo lugar y sentenciaron la pérdida de categoría.
“Me retiré y empecé en la Universidad de Chile como DT, mi equipo de toda la vida, que estaba en una situación económica bastante complicada, y con un traspié importante porque descendimos”, detalla el ahora adiestrador del Betis y uno de los más legendarios estrategas que ha nacido en este lado de la cordillera.
Y aunque la inexperiencia de Pellegrini seguramente le pasó la cuenta, en aquella época se le criticó mucho por haber abandonado al equipo en pleno torneo para ir a perfeccionarse a Inglaterra. Fueron tres semanas de terror para los azules ya que no pudieron ganar ningún partido, los perdieron todos, y comienza de esa manera germinare la historia de horror que vendría después.
“Fue un golpe fuerte, un golpe muy fuerte, pero me hizo reaccionar para entender que si me quería dedicar a esto, tenía que superar estos traspiés”, rememora el discípulo de Fernando Riera. El mismo que ahora se arrepiente de haber dado el paso tan pronto y sin tanta preparación.
“Sabía que no debía tomar a Universidad de Chile, sabía que estaba quebrada, pero por otro lado la U fue ese traspié fundamental para mi exigencia personal, total. Fue un momento difícil”, reflexiona. Eso sí, tal como lo confiesa en diálogo con El Deportivo, fue la vivencia que lo ayuda a crecer.
“Lo vivido con la U fue el comienzo de una carrera en el que me sirvió muchísimo el haber tenido ese traspié tan joven. Me hizo redoblar todos los esfuerzos y las ganas de querer demostrar las razones por las que me quería dedicar al fútbol”, sostiene.
Y acto seguido, concluye: “Lo de la U también fue un poquito de pecado de soberbia de la juventud. Me había retirado un año antes de jugador porque sabía que el club estaba muy mal económicamente y no había posibilidad de hacer una buena campaña. Fue un traspié, pero también un aprendizaje importantísimo”.