De tanto abusar de los excesos, de tanto arriesgar con los extremos, parece que a los 60 años a Diego Armando Maradona se le agotó el crédito de la salud. Ese cuerpo que todo soportaba, a prueba de los desarreglos más alocados, ya no resiste más. Lo cuidan de verdad o se le viene el peor final. Tranquiliza en cierto modo que a esa realidad también la observan quienes lo rodean, al menos por sus reacciones en estos días de preocupación total. Algunos se atreven a decirle “No” a ese hombre que solo escuchó toda su vida dos palabras: “Sí, Diego”. Otros se animan un poco más y blanquean que “cambió la droga por el alcohol”. Se acabaron los maquillajes. Existe entonces una luz de esperanza para rescatar al futbolista que más emocionó a los argentinos. Siempre, por supuesto, con cautela. El Mundo Maradona es como Diego: imprevisible. Todo puede cambiar en cualquier momento.
Lo que el viernes de la semana pasada era la fiesta de su cumpleaños 60, con un homenaje en el partido que jugaba su Gimnasia estrenando la nueva Copa de la Liga Profesional, derivó en una inquietud máxima por ese Diego que no podía caminar, que casi no podía hablar, con un rostro demasiado avejentado en comparación con sus últimas apariciones públicas. Tan desmejorado se encontraba que solo fue para saludar. No se quedó para dirigir a su equipo y lo llevaron de vuelta a la casa que desde hace un par de meses habita en un barrio privado de Brandsen, cerca de La Plata.
Lo que este lunes fue una internación simplemente para combatir un escenario de anemia y deshidratación, el martes se transformó en una operación de urgencia en el cerebro del 10 por la detección de un hematoma subdural.
Ya superada esa intervención quirúrgica de apuro, lo que el jueves a la mañana fue el anuncio del alta para esa tarde o el día siguiente porque la evolución era excelente, ese mismo jueves a la noche de repente se convirtió en el anticipo de una larga internación de Maradona, todo provocado por sus episodios de confusión que los especialistas médicos asocian a un cuadro de abstinencia.
Leopoldo Luque no es solo el fantástico goleador de esa Argentina campeona del mundo en 1978, además icónico centrodelantero de River, de bigotes prominentes. Hay otro Leopoldo Luque. Es el joven doctor que venía siguiendo a Maradona en el día a día, el mismo neurocirujano que lo operó, con un perfil mediático singular. Prefiere hablar cara a cara con los periodistas dos veces por día antes que emitir un comunicado por escrito. Habla cuando llega a la Clínica Olivos en su moto, antes de ingresar al estacionamiento, inclusive sin sacarse el casco ni los antiparras negros ni el barbijo. A veces también se asoma por la puerta principal del centro hospitalario e informa cómo se encuentra el 10. Un médico excéntrico. No podía ser de otra manera tratándose de Diego Armando Maradona.
Muchos critican a este Leopoldo Luque que juega para mejorar la salud de Maradona. Sin embargo, si logra cumplir lo que dice, tal vez empiece a ser el principio de una solución para el fenómeno en peligro. Ya no tan relajado como en días anteriores, no anduvo con vueltas el médico de Maradona en una de sus últimas exposiciones: “Quería irse de la clínica, pero esta vez no le vamos a hacer caso. No se imaginan lo difícil que es Diego, pero tenemos que ser más fuertes que él. No le voy a firmar el alta. Esta vez le dijimos que no y se va a quedar varios días internado. Hay un tratamiento agudo, para resolver ahora. Hay otro tratamiento a largo plazo, que debe hacer sí o sí. Hay que aprovechar la oportunidad. Es una decisión en conjunto con la familia. Esto es muy bueno”.
El problema dejó de ser la operación en la cabeza. La evolución neurológica aseguran que es buena. Explicó el doctor de Diego: “La abstinencia de Maradona se debe principalmente a consumos que él tuvo durante toda su vida. Nosotros no la definimos puntualmente como una sustancia o una bebida. Vemos una reacción de sudoración, de ira en un momento… Y lo catalogamos así, como un síndrome de abstinencia. El no estaba muy de acuerdo en quedarse. Nosotros insistimos. Y acá estamos”. Por eso el 10, en la habitación 605, pasó gran parte de sus últimas horas en estado de sedación.
¿Por qué Maradona llegó a este punto? Como ese número que toda su vida llevó en su camiseta, hay 10 ítems para dividir la respuesta:
#1 Droga por alcohol.
Lo que era un secreto a voces, lo que Luque trató con lógico cuidado, recién en estos días de sustos y corridas fue llamado por su nombre. Lo hizo Rocío Oliva, una de las exmujeres de Maradona, quien sentenció:
“Diego toma muchas pastillas para dormir. Pero su gran problemas es el alcohol. Bebe demasiado. Además, toma muy poca agua. El mayor inconveniente es su adicción al alcohol”.
Mucho más contundente resultó Alfredo Cahe, quien ha sido médico de Maradona durante 30 años: “Es un hombre realmente enfermo, que siempre tuvo un entorno patológico. Diego cambió la droga por el alcohol. Lo veo como cuando lo llevé a Cuba. Es inmanejable, pero hay que tomar el toro por las astas”, enfatiza.
#2 Entorno señalado.
Se cuestiona más que mucho a Matías Morla, actual abogado y representante de Maradona, líder de un entorno que reúne a un séquito de asistentes. Se les reprocha que lo mantienen alejado de su familia para manejarlo a su antojo y redondear un negocio tras otro. En todo hay un poco de cierto. Casi nada se lo ha observado a Maradona compartiendo ratos con sus hijas, nieto y excompañeros de Selección.
También es real que lo reinsertaron en el mundo de la pelota logrando que trabaje en distintos países hasta conseguir su regreso al añorado fútbol argentino. Después, en la búsqueda de generar dividendos con su imagen, juegan al vale todo. El lunes, el día que lo internaban, al mismo tiempo posteaban en su Instagram un video promocionando un nuevo producto con la marca del 10: “Cigarros Maradona, próximamente…”. ¿Hasta dónde lo manejan a Diego? ¿Hasta dónde Maradona se deja manejar?
#3 Amigos enojados.
Héctor Enrique y Oscar Ruggeri, dos excompañeros de Maradona en la Selección Argentina campeona del mundo en México 86, se mostraron muy dolidos por los problemas de Diego y además contaron que era imposible ubicarlo por teléfono. Acusan al entorno del 10 de bloquearle el celular, en la misma sintonía que las quejas de sus hijas.
#4 Conflictos con las esposas.
A Claudia Villafañe, su primera mujer, Diego la acusa por estafa en la administración de sus bienes. Por ese juicio se enojaron mucho sus hijas, Dalma en especial y Giannina. Con Verónica Ojeda el único lazo por el cual se mantiene en contacto es su hijo más pequeño, Diego Fernando. Mientras que con Rocío Oliva hace casi un año que se rompió la relación.
#5 Hijos unidos por el susto.
El miedo que les provocó la operación de urgencia de Diego hizo que en estas horas, en la Clínica Olivos, se cruzaran y convivieran en paz Dalma y Giannina (hijas del matrimonio con Claudia Villafañe) con Jana (segunda hija extramatrimonial). Muy atento a todo estuvo Diego junior (el primer hijo extramatrimonial que tuvo en Napoles con Cristina Sinagra), quien no pudo viajar porque resultó positivo de Covid-19. El quinto heredero de Maradona es mucho más que pequeño que sus otros cuatro hermanos: Diego Fernando tiene 7 años.
Al observar a Diego atrapado por el entorno y con nulo poder de decisión, las hijas de Maradona analizaron solicitar a la Justicia la tutela de su papá. Al final, no avanzaron. Eso sí, participaron a fondo en cada decisión y lo visitan a cada día.
#6 Fanáticos en estado de alerta.
El pueblo futbolero latió a la par de la salud de Diego de las más diversas maneras. En especial, los hinchas de Gimnasia le hicieron tributos de todo tipo. Hasta armaron una caravana que recorrió los 70 kilómetros que separan al sanatorio donde Maradona transitó la primera internación de la clínica donde se le realizó la operación en la cabeza.
#7 Gimnasia espera con respeto.
Sabían en el equipo de La Plata que contratar a Maradona representaba el riesgo de que no asistiera a las prácticas y de que faltara inclusive a ciertos partidos. Por eso armaron un cuerpo técnico con un entrenador rodado como Sebastián Méndez. La participación de Diego es más simbólica y emocional que real. Hoy no saben con certeza cuándo volverán a verlo sentado en el banco de suplentes. Lo esperan sin problemas y con máxima paciencia. Es una postura tan ubicada como obvia. Claro que además son conscientes de que el 10 es un negocio para el club hasta cuando no está.
#8 La AFA, atenta a todo.
A un fútbol argentino cada vez más demacrado le hace muy bien la presencia de Maradona. Pero no a cualquier precio. Presentarlo en escena como lo hicieron el día de su cumpleaños 60 hizo mucho ruido. En este nuevo cuadro de situación, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, un día envió a Donato Villani, jefe médico de las Selección Argentina, para que se pusiera a disposición.
#9 El gobierno a los pies del 10.
Maradona siempre se manifestó apoyando con fuerza al presidente de la Nación, Alberto Fernández, y en especial a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. También Diego participó en varias campañas apoyando diversos mensajes gubernamentales. Ahora, con su salud en riesgo, desde la Casa Rosada vaya si se preocuparon. Cristina Fernández de Kirchner, por ejemplo, lo llamó por teléfono cuando recién lo habían internado. Después, cuando lo trasladaban por tierra al lugar donde lo iban a operar de urgencia, sabiendo que el camino era intrincado, Alberto Fernández se comunicó con Matías Morla (representante del excrack) para ofrecerle el helicóptero presidencial y acelerar el viaje. Al final, no lo utilizaron.
#10 “No es fácil cambiarlo”.
Cuando Diego ya era una sensación mundial, surgió uno de sus hermanos entusiasmando con la pelota, el Turco, Hugo Hernán Maradona. Jugaba muy bien, pero quedó en una promesa. Esta emergencia del 10 encontró a Hugo Maradona en Italia. A la distancia, en charla con radio Mitre, analizó con frialdad: “Me asusté de verdad. Todos tenemos miedo por lo que le puede pasar a Diego. Hay que cuidarlo. Pero yo no me puedo meter en su entorno. Le puedo dar consejos, pero después elige él. Nadie usa a nadie sin que uno se deje usar. Diego entiende las decisiones que toma. Él sabe lo que hace. Mi hermano tiene un carácter muy particular. No es fácil cambiarlo. Está en él cuidarse o seguir siendo el rebelde de siempre”.
¿Qué pasará cuando Diego reciba el alta y se sienta un poco más fuerte?
Primero, deberá recuperarse y ser Maradona otra vez. Después, habrá que ver si escucha a quienes por fin le dicen “no” ahora o si prefiere seguir jugando a la ruleta rusa. Un monosílabo para salvarle la vida.