Marc Coma fue cinco veces campeón del Dakar, ganó cuatro de las ediciones sudamericanas y hace un par de años que viste de impecable blanco durante la carrera, en su función de director deportivo, aquel que trabaja todo el año diseñando la próxima ruta. Aún se le reconoce como piloto exitoso, todavía recuerda sus días peleando con el cronómetro, pero también el español de 41 años mira al futuro. Uno donde, según dice, le gustaría que apareciera Chile.

Muchos pilotos dicen que fue el Dakar más duro en Sudamérica. ¿Qué opina usted?

Nuestra intención era volver a los orígenes de la prueba en su 40º aniversario, proponerles a los pilotos un Dakar en estado puro, que reuniera todos los valores que hacen de esta prueba una carrera única. Volver a darles protagonismo a la aventura, la navegación y devolver a las etapas la dureza que les corresponde. La carrera fue tal y como la habíamos imaginado cuando la diseñamos y el nivel de dificultad corresponde con lo que habíamos pensado.

¿Volvería a disputar un Dakar? Seguro no en motos, ¿pero un paso a los autos..?

No me gusta decir nunca. En motos tengo claro que no: ese capítulo de mi vida se cerró. Estoy satisfecho y orgulloso de lo que hice y creo que no me quedó nada por hacer. En auto no me cierro la puerta.

¿Cómo es su relación ahora con Cyril Despres, su eterno rival en las dos ruedas, que ahora corre en autos?

Era una lucha deportiva muy fuerte, pero los dos teníamos claro que todo quedaba dentro de la pista. Nuestra relación hoy en día es más que cordial.

¿Siente que ahora la serie de motos es menos competitiva? ¿Siente que Sunderland, Walkner, Quintanilla o Van Beveren le hubieran podido pelear un Dakar a usted o a Despres?

Creo que estamos ante una nueva generación de pilotos brillante. Tienen unas motos espectaculares y el dominio que tienen de sus máquinas es envidiable. Prueba de ello es el espectáculo que se dio en esta categoría con cambios de líderes continuos, de todos los equipos. Deportivamente, poco más se puede pedir.

Muchos pilotos se le deben acercar a darle o pedirle consejos. ¿Qué es lo que más le solicitan?

De todo. La mayoría me piden consejos para entrenar la navegación. Y a muchos les recomiendo que prueben ir al Rally Merzouga, en Marruecos. Es una buena escuela, el mejor trampolín.

¿Le gustaría que Chile volviera al Dakar en el futuro?

No es ningún secreto que el Dakar quiere volver a Chile. Es un país que nos ha dado muy buenos momentos y donde la competencia siempre encuentra terrenos propicios para desarrollarse. Las dunas de Iquique, Atacama… qué les voy a contar que no sepan. Pero la decisión de regresar no depende sólo de nosotros. Espero que ahora tengamos la oportunidad de sentarnos con las autoridades competentes en Chile y estudiar esa posibilidad.

En los últimos años, el gobierno no quiso pagar por recibir el Dakar ¿qué le parece esa decisión? Y, ahora volverá a la presidencia Sebastián Piñera, que tenía una política diferente ¿cree que eso ayude?

El Dakar es apolítico y entendemos que los gobiernos de los países anfitriones pasan por fases. Cada uno de estos ciclos implica una serie de prioridades en su gestión. Nosotros entendemos que, a veces, las condiciones para recibir al Dakar se dan, otras veces no. En cualquier caso, nosotros no forzamos a que se den. Abrimos la puerta a todos los gobiernos que quieran recibirnos. Así ocurrió en Perú: en un primer momento estuvimos, luego nos marchamos y ahora pudimos regresar. Hoy estamos seguros de que, gracias al impacto económico y mediático del Dakar, el evento representa un retorno positivo sobre la inversión para los países anfitriones. El regreso del Dakar a Chile tendría un impacto muy positivo para la carrera y para el país.

¿Prefiere hacer ruta por el desierto peruano o por el chileno?

La verdad es que me encantaría poder combinarlos los dos. Sería la ecuación perfecta.

Ese Dakar del Pacífico, de Colombia a Santiago, ¿verá la luz algún día?

Ojalá. Llegará cuando los países que nos gustaría que recibieran ese Dakar se pongan de acuerdo. Hoy en día ya trabajamos con Perú, pero nos faltan Ecuador, Colombia y Chile. Es un sueño que puede hacerse realidad, pero necesitamos tiempo para encajar todas las piezas del puzzle. Primero conversar, luego acordar y, si todo va bien, hacer que los sueños se hagan realidad.