Marcelo Larrondo está de vuelta en O’Higgins. En los entrenamientos, al menos. El delantero nacido en Argentina, pero de nacionalidad chilena, se reincorporó a las prácticas del equipo que dirige Miguel Ramírez, después de haber sido marginado del partido frente a Unión Española tras las amenazas perpetradas por fanáticos durante el fin de semana, en la entrada del condominio en el que reside. Eso sí, su presencia en el Monasterio Celeste no garantiza su continuidad en el club.
En la entidad rancagüina asumen que la situación que atravesó el ex delantero de River Plate es delicada. Y, en ese contexto, siguen abocados a convencerlo de que permanezca en el club. En ese sentido, se han preocupado de darle todas las señales posibles de seguridad. El club ya inició las acciones legales para determinar y perseguir penalmente a los responsables del amedrentamiento. La ofensiva contempla la interposición de una querella.
En las últimas horas, los trabajos han estado orientados a reunir evidencias. De hecho, se están periciando las cámaras de seguridad del conjunto residencial.
Diálogo permanente
Aún así, el camino aparece complejo, considerado lo afectados que quedaron tanto el jugador como su núcleo familiar. Por esa razón, en las últimas horas ha habido permanentes contactos entre la dirigencia, Larrondo y el representante del jugador, con la finalidad de convencerlo para que cumpla su contrato y se quede, al menos, hasta el final de la temporada. En el transcurso de la jornada, el futbolista se reunirá con la dirigencia, incluido el propietario del club, Ricardo Abumohor. O’Higgins, además de todas las medidas de protección, le ha ofrecido incluso un cambio de domicilio.
Otro tanto ha hecho el cuerpo técnico que encabeza Ramírez. Larrondo es un jugador clave para la aspiración de los rancagüinos de salir de la parte baja de la tabla. De hecho, es el principal anotador del equipo, con cinco tantos en los 15 encuentros que ha disputado, 14 de ellos como titular. Registra 1.131 minutos en el campo de juego. Sin embargo, Larrondo ha supeditado su permanencia a la decisión que adopte en conjunto con su familia. Su mayor preocupación es la eventual permeabilidad en la que queden sus seres queridos cuando esté realizando su labor profesional.