Marcos Riquelme (30) es el futbolista del momento en Bolivia. Su imagen se ha ganado todas las portadas de los medios locales. La afición de Bolívar, club al que retornó luego de que la U no quisiera adquirir su pase, lo tiene en un pedestal. Sus números lo tienen como el máximo goleador del certamen local: nueve goles en diez encuentros disputados.
El transandino resucitó en Bolivia. Dejó atrás las pifias que recibió en Universidad de Chile durante el segundo semestre de 2019, equipo al que llegó por expresa petición de Alfredo Arias. Su nerviosismo y los goles errados de manera insólita ya son parte del pasado. En la U apenas anotó un gol en ocho encuentros disputados por el Torneo Nacional. En Copa Chile, en dos juegos, celebró en dos oportunidades. “Estoy feliz con mi momento. Ni te imaginas cómo lo estoy disfrutando”, dice, en conversación con La Tercera.
¿Se imaginó este regreso a Bolívar tras su paso por la U?
Lo único que puedo decir es que estoy muy feliz, ha sido todo muy bueno en mi vuelta. La primera fecha me tocó hacer dos goles, después un triplete. He tenido partidos muy buenos, grandes actuaciones en lo personal y en lo grupal. Me volvieron las ganas de jugar. Vine a Bolívar y me encontré con un técnico (Claudio Vivas) que trabajó con Bielsa, que me ayudó mucho para agarrar el ritmo que perdí en la U.
En su momento rechazó los millones de Arabia Saudita por ir a la U. ¿Se arrepiente?
No, no me arrepiento de nada. Rechacé ofertas de Arabia Saudita y de Brasil, que eran muy buenas en lo económico. Mucho se habló de la plata cuando llegué a la U. Y digo algo que nunca he dicho: yo a la U llegué ganando menos plata de la que recibía en mi pasada anterior por Bolívar. Me fui por menos a la U. Eso casi nadie lo sabe. Tenía ganas de jugar ahí. Sí te puedo decir que me duele no haber jugado lo que yo esperaba. Lamenté mucho la salida de Arias tan tempranamente porque si seguía Arias hubiese tenido más minutos. Cambiaron el técnico y empezó todo de cero.
¿Pensó en irse cuando echan a Arias?
No, para nada. Tenía muchas ganas de revertir ese momento. Obviamente si seguía o no en la U dependía de mi rendimiento, de mis partidos, de mis goles. Pero lamentablemente me tocó estar afuera, en la banca. Creo que por cómo venía trabajando en el día a día merecía estar en el equipo. Me tocó entrar en los descuentos, no jugué el clásico con Colo Colo, con la Católica entré al final. A uno le duele, pero ya fue. Entrenaba los lunes sabiendo que no jugaría el fin de semana.
¿Dudó de sus capacidades?
Sí, obvio, en la U dudé de mis capacidades de futbolista. Pero también estaba convencido de que nada iba a bajonearme. Quise demostrar que no llegué a la U porque era un mimado del técnico, como decían, pero no pude hacerlo. Me quedé con un sabor amargo.
¿Alguna autocrítica?
Como te dije no me dieron la confianza que necesitaba en la U. El torneo acá en Bolivia terminó el 29 de diciembre y yo estaba entrenando el 2 de enero. Mis compañeros se integraron junto al cuerpo técnico casi dos semanas después. Acá sabían que el torneo chileno terminó en octubre y que llevaba mucho tiempo sin jugar. Dejé a mi familia en Argentina, con una hijita recién nacida. Siempre lo dije y se lo comenté a mi familia: si me daban más confianza en la U, mi situación hubiese sido totalmente diferente. Uno con confianza es otro, y ahí en la U no me la dieron.
¿Será más fácil en Bolivia?
El fútbol chileno es mucho más competitivo, siempre lo he dicho. Son partidos más duros, con defensores más fuertes. Acá cada equipo tiene lo suyo. La altura, el calor, acá juegan otros factores que también marcan.
¿No le pesó la camiseta de la U?
No, no me pesó la camiseta de la U. Hubiese dicho que me pesó la camiseta si me daban la oportunidad de jugar todo el campeonato y metía apenas un gol. A mí me tocó jugar pocos partidos. Si yo hubiese tenido la confianza del técnico que llegó, la oportunidad que tuvieron los otros delanteros, quizás podría decir que sí me pesó. Pero no fue así. A mí en la U se me quitaron un poco las ganas de jugar y entrenar.
¿Le pasaron la cuenta por su cercanía con Alfredo Arias?
No, para nada. Lo que sí puedo decir es que la salida del técnico tiene mucho que ver en mi rendimiento, porque él me llevó y después se fue. A mí me afectó mucho. Llegó el otro técnico (Caputto) y perdí la cuenta de cuántos minutos jugué, o cuántos goles hice. Me desmotivé. Ahí pasaban tantas cosas que me llegué a olvidar de cuántos minutos jugué. Pero me quedo con la oportunidad de haber estado en la U, un logro más en mi carrera. Marqué goles, jugué partidos con futbolistas de tremenda trayectoria. Lamento no haber entregado mucho más a la U.
¿La presión del descenso influyó en su rendimiento?
Gracias a Dios el campeonato terminó y quedó ahí no más. Hoy sigo pendiente de la U, le sigo todos los partidos, y solo espero que salgan de esa zona y tengan un excelente año.
¿Descendían si el torneo se seguía jugando?
No te puedo decir si íbamos a descender a o no, pero sí sabíamos que íbamos a pelear hasta la última fecha para no descender. Nuestra cabeza solo pensaba en eso. Por ejemplo: preparamos el partido con Palestino y a los pocos minutos ya íbamos perdiendo 2-0. Esos partidos me tocó estar en la banca y ahí comentábamos que estábamos destinados a sufrir hasta el final. Era pensar todos los días en el descenso. Fue terrible.