María Fernanda Valdés (26) vive los mejores años de su vida. El jueves recibió una de las noticias que justifican su dedicado durante los últimos diez años: el Premio Nacional del Deporte 2017. Fue ese el año en que tocó el cielo, coronándose campeona mundial en halterofilia, un sueño inédito hasta entonces para una levantadora en Chile. Ella es así, rompe esquemas, tanto dentro como fuera de la tarima. Desde Colombia, conversa con La Tercera sobre su mejor época, la que confía superar en Tokio 2020.

¿Esperaba este premio?

La verdad, no. O sí. Lo que pasa es que uno siempre quiere estos premios, pero nunca lo dice. Es algo así como un anhelo. Siempre hay alguien mejor que tú, por eso es que me encontraron de sorpresa.

¿Por quién hubiese votado?

Por Arley Méndez, mi compañero. A menos que hubiese podido votar por mí misma. ¿Si uno no vota por uno, quién?

¿Cómo van los preparativos de su matrimonio?

Bien. Me caso en noviembre del próximo año, que será, entre comillas, más relajado. Estoy muy feliz con eso.

¿Es 2017 su mejor año?

Hasta ahora, sí. Espero que lo supere 2020, para los Juegos Olímpicos de Tokio. Esa es mi apuesta mayor. No quiero decir en que cada año no quiera seguir superándome, pero quiero que sea 2020 mi mejor año.

¿Sigue pensando en cambiar de categoría en las pesas?

Es que ahora borraron mi antigua categoría y se establecieron los 87 kilos como categoría olímpica. Ya estoy bajando de peso para estar ahí. No es un rango tan grande de peso, es mucho más fácil de trabajar que los 75 kilos, que eran de donde debía volver antes.

Llegará después de los Panamericanos de Lima, ya muy madura.

En realidad nunca se deja de madurar, siempre se aprende un poco más. Las experiencias que tuve antes me han ayudado mucho y espero llegar en perfectas condiciones a Tokio. Mis últimas pruebas serán los Panamericanos de Lima y el Mundial de 2019. Pero hay muchas cosas que debo cambiar también, porque sí he cometido errores en los Juegos pasados. Pero eso está mejorando.

¿Cómo se ha sentido en esta nueva categoría?

Al principio fue caótico, pero ya con el tiempo dejé de tener problemas. Fue caótico porque uno es mujer, entonces debe ponerse a dieta, dejar de comer tonteras. Pero ya estoy bien. Tres kilos no es tanto cambio, es lo que uno baja los días antes de competir. Mi problema fue que yo debí bajar seis kilos. Eso lo complicó.

¿En qué va la serie de Netflix basada en su historia, Raise the bar!?

No es mi historia. Pero sí una de las creadoras (Fernanda Frick) me contactó en enero para conocer mi historia, saber quién era, conocer mi forma de ser… No es sobre mí, pero me entrevistaron.

Alexis Sánchez tendrá una película pronto, pero tendrá una serie basada en usted y su deporte. ¿Qué siente?

Es algo bonito, una especie de reconocimiento. Pero en realidad el reconocimiento es para su creadora. Ella es la que hace todo el trabajo. Me hubiese encantado ver esta serie si hubiese sido niña, porque hubiese motivado a muchos niños a hacer mi deporte. Existe un tabú en torno a las pesas porque muchos papás piensan en que los niños se quedarán bajos, que quedarás con un cuerpo de hombre y muchas cosas así. Eso está muy errado. El deporte te entrega una cultura distinta, una disciplina especial.

El crossfit sí ha ayudado a proliferar la halterofilia. ¿Es correcto?

Yo estuve haciendo en un período corto durante unos días de vacaciones. El crossfit ha ayudado, sin dudas. Ha hecho llegar de forma didáctica las pesas a las personas.

Pero hace un mes, una crosfitera arrojó doping positivo en un campeonato nacional. Muchos de ustedes se indignaron.

Yo no sé qué habrá pasado en realidad. Uno muchas veces confía en gente que no corresponde. Cuando eres deportista de alto rendimiento uno siempre se cuida. Yo me cuido hasta del agua que me ofrecen. No sé qué ocurrió ahí, si lo hizo sabiendo o no. Da lata, porque es gente que no se dedica a este deporte, que entra y ensucia el deporte, pero tampoco la puedo juzgar, porque el día de mañana me puede pasar a mí.

¿Le podría pasar a usted? A Natalia Duco ya le ocurrió.

A ver. Lo que quiero decir es que en este país hay mucha gente mala, por eso es que nosotros no tomamos agua de otras personas, porque uno no sabe lo que le pueden echar para contaminarla.

Esas trampas parecen casi de película.

Pero si ha salido hasta en las noticias. Hubo un caso de un japonés (N. de R.: el canoísta japonés Yasuhiro Suzuki, fue sancionado por ocho años) al que descubrieron que contaminaba el agua de sus compañeros con sustancias prohibidas. Es algo ridículo, pero ocurre.

¿Podemos estar tranquilos con usted?

¿Me preguntas si es que me he dopado?

Sí.

¡Ah, no! No juzgo a las personas por lo que hacen, porque no me siento nadie para hacerlo, pero sí estoy en contra de todo lo que sea dopaje.