Cuando a María Ignacia Montt (25) le diagnosticaron diabetes tipo 1, su madre lloró. Lloró pese a que no era la primera hija a quien le diagnosticaban la enfermedad. Tampoco la segunda. Era la tercera. María Ignacia tenía 11 años cuando recibió la noticia y, a diferencia de su progenitora, se lo tomó con la naturalidad de una niña que ha crecido con el ejemplo de sus hermanas. “Yo no entendía por qué mi mamá lloraba tanto, si iba a ser igual que mis hermanas mayores. Nunca se echaron a morir, hicieron vida normal igual que cualquier otra persona. Entonces, no era nada que me llamara la atención. Aunque claro, aún no había vivido de cerca la cosa. Después me di cuenta de que sí era un tema”, cuenta a El Deportivo.
Catorce años después, con una bomba de insulina anexada a su brazo, María Ignacia Montt venció en los 100 metros planos a Isidora Jiménez en un fallo fotográfico que puso en suspenso su celebración (paró el crono en 11,77 segundos). Una victoria que la transforma en la mujer más rápida de Chile y que viene a coronar un proceso lleno de esfuerzo, disciplina y responsabilidad.
Aunque para Montt no es un proceso. “Es parte del camino que he tenido que hacer, pero sí. Para mí es mucha satisfacción, pero por sobre todo lo es para toda la comunidad de personas con diabetes, o con enfermedades crónicas en general. Creo que no solo me alegra a mí, sino a mucha gente que está involucrada en la causa. Porque en esta victoria mejoré mis tiempos, competí a un nivel muy alto, a pesar de tener diabetes, demostrando que no es un impedimento”, indica la santiaguina.
El pasado 20 de abril, en San Carlos de Apoquindo, se celebraron los Campeonatos Nacionales de Atletismo, que contó con los principales velocistas de la escena nacional. Fue en los 100 metros planos de la categoría femenina donde ocurrió la mayor sorpresa: Montt le arrebataba el título a Isidora Jiménez (27) como la mujer más rápida del país. Algo que no sucedía desde hace ocho años.
“Llegamos pegadas a la meta y nos miramos preguntándonos quién habrá ganado. Y yo dije: ‘ya, salí segunda’. Porque estamos muy acostumbradas a que la Isidora gane por mucho. Lleva ocho años ganando en Chile, así que podía pasar de nuevo. Cuando dijeron que la pista seis era la vencedora no lo creí. Pero cuando anunciaron ‘María Ignacia Montt, campeona’, fue recién cuando lo asimilé”, relata.
La alegría la embargó. Ganó el campeonato nacional, venció a Jiménez, corredora a quien le ha demostrado su admiración en más de una ocasión, mejoró su marca en más de dos centésimas, y lo hizo con diabetes 1. La velocista derrotada la felicitó tras la carrera y al día siguiente. Solo había felicidad a su alrededor.
Sin embargo, no siempre ha sido así. A los 11 años fue diagnosticada con diabetes 1, una enfermedad crónica por la cual hay un nivel alto de azúcar en la sangre. Si bien puede ocurrir a cualquier edad, suele diagnosticarse con mayor frecuencia en niños, adolescentes y adultos jóvenes. Su causa exacta es desconocida, pero se cree que se trata de un trastorno autoinmune. En este caso, un desencadenante ataca por error las células beta productoras de insulina en el páncreas, encargadas de movilizar el azúcar por la sangre.
El diagnóstico hizo que su madre entrara en desesperación. Otra hija, ahora la menor, tenía la enfermedad. Al ser, probablemente, un trastorno autoinmune, la posibilidad de que sea transmitida a través de los padres es alta. Sin embargo, de acuerdo a Montt, es imposible rastrear a otra persona en la familia que haya padecido la enfermedad, a excepción de ella y sus hermanas.
“Tuve la suerte de que nunca nadie me dijo que no iba a poder hacer lo que yo quisiera. Pero no fue así con mis hermanas. Una de ellas, en estos momentos, tiene 43 años, y a los tres le diagnosticaron la diabetes. A ella le dijeron que iba a vivir hasta los 15. Para que veas cómo cambia. En un minuto creyeron que se iba a morir adolescente, y ahora yo estoy compitiendo y ganando un campeonato nacional. Han ido cambiando demasiado la información y los tratamientos. Hay mucha innovación que ha permitido que ni siquiera a un doctor se le ocurra decirte que no vas a poder”, explica.
Debido a esto, Montt cree que no ha tenido que librar una lucha contra la enfermedad: “Es más como una compañera de vida. No estoy luchando por alargar mis días de vida, no es una enfermedad terminal, sí crónica. La catalogaría como una compañera de viaje, más que una lucha”.
Una compañera que, de una u otra manera, también ha ido de la mano con su carrera como atleta de alto rendimiento. Le ayudó a asumir responsabilidades y adquirir disciplina para tratar su enfermedad. Antes de los 17 años, edad en la que comienza a usar la bomba de insulina, debía inyectarse cinco a seis veces diarias. Ahora solo utiliza esta tecnología que incluso era desconocida para sus hermanas mayores. Durante los entrenamientos el azúcar en su organismo disminuía demasiado, pero la bomba resolvió ese problema.
“De todas maneras, la diabetes generó que yo fuera una persona más disciplinada, responsable, rigurosa, no solo porque tenía que preocuparme de estar bien... fueron cosas que fui desarrollando de chica y en el minuto en que ya dejé de entrenar por hobby y comencé a hacerlo en serio; me ayudaron mucho. El deportista que no es disciplinado no llega lejos”.
Tales rasgos fueron puestos a prueba durante la pandemia. El Covid-19 y las respectivas cuarentenas para frenar su propagación afectaron sobremanera el entrenamiento de los deportistas en general, y de los atletas del alto rendimiento en particular. Sin embargo, María Ignacia Montt aprovechó el parón para reflexionar y sacar lo mejor de la situación. Decidió que tan pronto se presentara la oportunidad, volvería con todo a la competición. “Todo parte el año pasado, con la cuarentena. Cuando estuvimos encerrados y no podíamos entrenar, porque los permisos para ir a la pista salieron recién en junio. En ese período me di cuenta de que correr me hacía demasiada falta, de que era algo que quería demasiado, y ahí hice un cambio de switch y dije ‘esto es lo que más quiero, voy a meterle con todo a penas termine esta cuarentena”, rememora.
En el encierro se mantuvo entrenando todo lo que pudo, dadas las condiciones. Tan pronto las pistas abrieron desparramó sus deseos encerrados: “Me lo quitaron por tanto tiempo, que, cuando volví, lo hice con todo”. Su esfuerzo y su entusiasmo le valió, en año de pandemia, lograr su mejor marca personal en 100 metros planos.
No obstante, Montt no corre solo porque es lo que más le gusta o para demostrar que se pueden cumplir las metas que uno se proponga incluso si se vive con una enfermedad crónica. También lo hace por las mujeres. Declarada feminista, aboga por la igualdad de derechos y oportunidades y hace un llamado al amor hacia uno mismo. “El mensaje que intento transmitir es que con diabetes se puede, pero a la mujer también. O sea, hay que empoderarse y lograr lo que uno se proponga siempre. El cuidarse, quererse, es un acto de amor propio más revolucionario en estos tiempos. Algo que todas las mujeres deberían tener sí o sí. Independiente de si tienes una enfermedad o algo físico que no te gusta, lo que sea, hay que quererse, amarse y respetarse”, dice.
Montt disfruta el mejor momento de su carrera, aunque no niega que hay muchos aspectos en los que debe mejorar, como su salida de tacos: “Creo que ahora parte lo bueno”. Es por eso que mira ya mira al futuro, a las próximas competiciones que pondrán a prueba su esfuerzo y su nuevo sitial como la más rápida de Chile. “Espero tener noticias pronto del Sudamericano de Atletismo, agendado para este 14 y 15 de mayo. De ahí saldré a buscar competencias en Estados Unidos y Europa, para tener más roce y ver cuánto podemos bajar las marcas. Y luego, en el largo plazo, pensar en Santiago 2023 y, por qué no, en los Juegos Olímpicos de París 2024”.