Mario Briceño (23) no quiere volver a dominar nunca más un balón en un semáforo, como lo hizo en sus inicios en La Serena. En esa época, el dinero escaseaba y las acrobacias asomaban como la única opción para llevar comida a su hogar. Tampoco quiere sumar más portadas por indisciplina, como las que la temporada pasada lo sacaron de Curicó.

Hoy, Briceño asegura haber cambiado el chip. En su mente están las miles de caras de hinchas de la U que lo aplaudieron en su estreno con la camiseta azul, cuando convirtió a Palestino, en 2016. Su nombre se asociaba al éxito. Sin embargo, de una temporada a otra, la historia tuvo un vuelco inesperado. Fue cuando comenzó a deambular a préstamo por diferentes equipos, sin mayor éxito.

En la U, no obstante, no le quieren soltar la mano. Pese a que termina contrato en diciembre, en la casa estudiantil apuntan por recuperarlo. O, al menos, ayudarlo.

Por lo mismo fue que en enero decidieron enviarlo a préstamo a Barnechea. "¿Me imagino que estás firmando tu regreso a la U?", le comentó un gerente del cuadro huaicochero al momento que el futbolista estampó su rúbrica en el contrato, con la idea de motivarlo a tener una buena campaña en el elenco de Primera B. "Vengo a romperla. Quiero hacer las cosas bien", respondió el delantero.

Es que lo que vive el de la Cuarta Región es una especie de última oportunidad, dicen desde La Cisterna. No quiere desaprovecharla. Más aún luego de haber sido padre durante el último año. "Apenas supimos que la U lo quería enviar a préstamo nos comunicamos para saber si existía la posibilidad. Se nos abrieron las puertas y aprovechamos esta opción", dice Cristián Ortiz, gerente deportivo de Barnechea.

La cesión, sin embargo, viene acompañada de un plan especial para levantar su carrera. El jugador, según estipula el vínculo, debe visitar dos veces a la semana al psicólogo de Universidad de Chile, Eugenio Lizama, en el Centro Deportivo Azul. Ese mismo día, una hora más tarde, se entrena con el preparador físico del club.

También tiene una alimentación especial, que es supervisada por la nutricionista del club laico, Isidora Selman. Todas sus visitas al centro de entrenamientos del club azul las hace en Uber.

"Llevo seis meses yendo a la U en este plan especial que acordamos. Me ha servido mucho. Es una hora para trabajar la mente, ordenarme, y otra para seguir bien físicamente", dice Briceño, en conversación con La Tercera.

Su trabajo se ve reforzado en la visita mensual que realiza a la nutricionista. "Ella ha visto más mi progreso. Me ordenó las comidas. Como casi ocho veces al días, pero harta proteína. Tengo un 53% de músculo. Me veo flaco, pero estoy potente. Ya no como nada chatarra", agrega.

A Briceño se le escucha más centrado, lejos de los líos del pasado: "Estoy más maduro, quiero mi revancha, eso está claro. No puedo dejar que se me pase otra oportunidad. Tengo una hija y estoy luchando por ella, por toda mi familia", afirma.

La residencia también fue conversada con Universidad de Chile. Azul Azul no quería que el jugador quedara expuesto, más con su historial de indisciplina. Ante tal escenario, Barnechea le otorga una pensión en la casa del coordinador del club, Patricio Villarroel. Ahí duerme, se alimenta, se ríe. En ese lugar también conoció a uno de sus mejores amigos del plantel: Oscar Belinetz. Con el argentino de 24 años, quien llegó esta temporada proveniente de Puerto Quito de Ecuador, generó un lazo especial. Incluso, ambos fueron al partido que midió a la U ante Melgar, por la Copa Libertadores. Lo que más los acerca, sin embargo, es la promesa que se hicieron apenas ficharon por Barnechea: "Se prometieron que serían los goleadores del equipo. Que la romperían este año", dice un miembro del plantel.

Briceño busca su revancha. Quiere seguir en alza. Hoy, frente a Colo Colo, por la Copa Chile, sabe que tendrá una oportunidad: "Sé que me estarán mirando de todos lados, incluso de la U. Pero hoy me debo a Barnechea y quiero hacerlo lo mejor posible para ganar a Colo Colo", cierra.