Respeta la cuarentena a rajatabla Martín Palermo. Casi no sale de su casa de Buenos Aires. Sólo lo hace para realizar compras esenciales. Y punto. Después de exponerse a cada contacto social, de regreso, siempre desinfecta las zapatillas. Cuida que no falten el alcohol en gel y tampoco las mascarillas. Al cabo, el máximo goleador en la historia de Boca y ex técnico de Unión Española pasa estos días de pandemia con su esposa y con su hijito Gianluca, de cuatro años. Eso sí, vía videollamada, se mantiene atento a su otro hijo, el mayor, Ryduan, delantero de Los Coyotes de Tlaxcala, en México. “La prioridad es la salud. Hay que seguir aguantando”, recalca.
El coronavirus es el punto de partida en el mano a mano con Palermo: “Yo lo tomo como una enseñanza. Ahora estamos valorando otras cosas. Hay que tener paciencia porque falta mucho para volver a la normalidad”. Ahí el técnico argentino profundiza sobre el futuro que le imagina al fútbol: “Hay que ser solidarios de verdad. Vamos a tener que escucharnos en todas las ligas del mundo. Será cuestión de sentarnos a hablar entre todos para tratar de ponernos de acuerdo. Yo creo que el coronavirus va a servir para que en el fútbol nos humanicemos un poco”.
En Argentina, dirigió a Godoy Cruz y a Arsenal. En México, a Pachuca, su última experiencia. En el medio de las aventuras en esos dos países, Palermo estacionó en Unión Española. No lo olvida: “El fútbol chileno me ayudó a crecer mucho como entrenador. Pasé ahí dos años y medio que fueron muy importantes en mi carrera, aunque no pudimos conseguir títulos. Después me fui a México, pero nunca dejé de mirar lo que pasaba en la liga de Chile”.
Hace unos días, en una entrevista con una radio argentina, dijo que en algún momento estuvo a punto de dejar de dirigir porque vivía comparando al Palermo-técnico con el Palermo-futbolista. ¿Cómo resolvió aquel dilema?
Tuve que hacer un cambio en mí porque medía constantemente al entrenador con el jugador. Y eso no me permitía disfrutar la función de técnico. La estaba sufriendo. Es un tema que traté con una psicóloga cuando me fui de Arsenal y estuve unos meses sin dirigir.
¿Cuándo se dio cuenta de que había separado definitivamente al entrenador del jugador?
En Chile empecé a disfrutar la profesión de técnico. Fue justamente cuando dirigí a Unión Española. Haber salido del ruido de Argentina me sirvió mucho.
¿Y en qué ha cambiado este Palermo en comparación con aquel que dirigió a Unión Española?
Seguí madurando y creciendo como entrenador. Además, ahora tengo una estructura de cuerpo técnico mucho más fuerte. El Pato Abbondanzieri sigue, pero se incorporó Nicolás Chiesa, que venía trabajando en la Secretaría Técnica de Boca. También sumé a Mara, la psicóloga de Boca, porque la cabeza es clave.
¿Qué análisis hace de su paso por Unión Española?
El balance es muy positivo. Nos clasificamos tres veces para jugar torneos internacionales. Peleamos palmo a palmo con Colo Colo hasta la última fecha. Hicimos debutar jugadores que hoy veo jugando en el primer equipo. No es fácil permanecer dos años y medio en un club.
¿Qué faltó con Unión Española para ganar un título?
Peleamos con un equipo muy fuerte como Colo Colo y, cuando nos enfrentamos con ellos, nos terminaron ganando 5-2 y sacaron una diferencia que fue clave. Ese partido marcó un quiebre. Colo Colo nos pasó y luego no perdió puntos. Quedamos a un punto. No lo logramos por pequeños detalles.
¿En la proyección que hace hoy de su carrera figura la chance de volver a dirigir en Chile?
Estoy abierto a escuchar. Después de irme de Unión Española, el primer club que se interesó en mí fue Everton, que es del grupo Pachuca. La historia fue así: yo me reuní con Pedro Cedillo, el presidente de Everton. Al final, ahí no se dio, pero él fue quien me contactó enseguida con Jesús Martínez, que es el presidente del Pachuca y justo buscaba un perfil de entrenador como el mío.
¿Qué lo seduce del fútbol chileno, para estar abierto a volver?
Me gusta el fútbol que se juega en Chile. Hay propuestas ofensivas. Salen partidos atractivos, dinámicos, con muchos goles. Casi que no hay equipos que planteen partidos cerrados. Es una liga muy pareja. Haber dirigido en Chile me sirvió para facilitar mi adaptación al fútbol mexicano. Igual no hay que confundirse: la importancia del resultado es muy grande. Si no se gana también hay presiones y los entrenadores terminan saliendo. Pero hay una diferencia: Chile respeta un poco más a los técnicos que Argentina. Más respaldo.
En algún momento sonó en Colo Colo. ¿Alguien se comunicó con usted realmente?
Se habló un par de veces, es cierto. La primera antes de que llegara Mario Salas. Quizás mi nombre en Colo Colo suena por lo que hice en Unión Española. Pero ahora nadie me llamó.
Marcelo Espina dijo que se suspendió la búsqueda de entrenador hasta que no se aclare el panorama del fútbol en general. ¿Mantiene expectativas de que lo llame?
No sé. Puede ser que en algún momento me llamen, pero eso obviamente no depende de mí. Con Espina nunca tuve un contacto directo.
¿Qué mirada tiene del fútbol chileno actual?
Católica viene manteniendo una regularidad en los últimos años. La Calera se ha reforzado con jugadores argentinos importantes. Antofagasta armó un buen equipo con el Vasco Azconzábal. La U de Chile volvió a ser protagonista. La competencia sigue siendo muy pareja, con equipos bien armados y estructurados. Habrá que ver cómo sigue todo después del coronavirus
¿Le sorprende que muchos centrodelanteros argentinos de trayectoria hayan desembarcado en Chile en el último tiempo? Están Blandi, Zampedri, Larrivey...
Y está también Tobías Figueroa, en Antofagasta. Lo tuve en Unión Española. No me sorprende. Le dan jerarquía a la liga.
Usted era un especialista en ese puesto. ¿De todos ellos a quién elegiría para su equipo?
Es difícil porque a Tobías yo lo tuve. Lo llevé a Unión Española. Me gusta. Pero me quedaría con Nico Blandi por todo el recorrido, por lo que ha hecho en San Lorenzo y en Boca. Blandi fue un gran acierto de Colo Colo.
¿Cómo observa a la selección de Chile?
Van creciendo algunos jugadores, como Ángelo Araos. También Pablo Aránguiz, a quien tuve en Unión Española. Ellos tienen futuro y deben aprender a refugiarse en esa camada que desde hace tiempo tan buenos resultados le viene dando a Chile. Con Rueda, Chile hizo una buena Copa América. Ahora se verá cómo arranca las Eliminatorias. Pero yo le veo futuro.
¿Cuál es su relación con Reinaldo Rueda?
Cuando asumió en Chile, él estuvo juntándose con entrenadores de diferentes equipos. Ahí tuve la posibilidad de charlar con Rueda. Hablamos de la programación, de su idea de trabajar con jugadores del fútbol local durante la semana.
¿Chile está en buenas manos con Rueda?
Es un técnico con mucha experiencia, con mucha trayectoria. Tiene un nombre importante que se supo ganar.
¿Le sorprende que no lo considere a Marcelo Díaz, vigente en el fútbol argentino?
Hay que tener en cuenta el estilo, el sistema, lo que pretende en cuanto a renovación. No quiero obviar la calidad de jugador de Marcelo Díaz, pero bueno... Lo claro es que hoy no tiene el lugar de antes.
Rueda, según lo que ha dicho, pretende consolidar a Pulgar en ese puesto.
El recambio en algún momento llega, más si hay jugadores como Pulgar, de buen nivel en Italia. Todo entrenador cuando toma decisiones es por algo. Seguro que Rueda tiene un por qué para no citar a Marcelo Díaz.