Ni Guga Ortiz (25) ni Martina Timis (19) se conocen personalmente, pero cuando se habla parecen compartir una confianza especial. Ambos vivieron casi la misma historia de vida, que partió con una pasión por la bicicleta y terminó sobre ella, pero con un duro accidente. En 2017, él quedó parapléjico tras una caída en Whistler, Canadá, mientras se preparaba para el mundial de Downhill; dos años más tarde, pero en Argentina, ella sufrió lo mismo en plena Copa del Mundo, resultando tetrapléjica. En esta conversación con La Tercera ambos confiesan sus fortalezas y temores, y cómo hacen para motivarse día a día.
Martina (M): No me ha afectado tanto la cuarentena la verdad. Estoy trabajando con un kinesiólogo en la casa; antes estaba yendo a rehabilitaciones al Instituto Luis Krebs, pero por la pandemia ya no puedo. Además, estoy yendo a una cámara hiperbárica en Quillota, y me guía Leopoldo Parada, mi traumatólogo deportivo, así que no he parado nada, estoy full terapia.
Guga (G): Yo estoy con clases, empecé el quinto trimestre esta semana. También estoy trabajando con Multi Bike, haciéndome cargo de todo lo que tiene que ver con su página web. Desde el estallido social que no estoy yendo a clases presenciales a la U, así que tampoco estaba saliendo mucho. Tengo la suerte de que estoy viviendo con mi polola esta cuarentena, así que ha sido más entretenido. Hemos hecho hartas cosas, ella entrenando en el rodillo casi todos los días.
M: Y no nos conocemos personalmente, pero sí te ubicaba por las redes sociales. Por tu historia, de la que se habla harto…
G: Sí, una vez habíamos hablado por teléfono nomás.
M: ¿Hablamos de una terapia, cierto?
G: Sí. Era por un electroestimulador de la empresa TrainFES. Ellos querían que los probara, pero como estoy en Concepción, me queda muy lejos. ¿Cómo te fue a ti?
M: De esa conversación ya salieron frutos. Van a mandarme ese equipo a mi casa, para poder rehabilitarme mejor.
G: Es súper bacán esa terapia. Cuando recién comencé mi rehabilitación, ellos vinieron a hasta mi casa, en Conce, con sus equipos de electroestimulación. Con esa tecnología regulaban la potencia para que mis músculos se apretaran y me pudiera poner de pie.
M: ¡¿Ya te estás parando?!
G: Sí. No con esa tecnología, pero sí. Tengo un burrito del que me afirmo. La Vale (su polola) me ayuda con los pies y ahí lo consigo. Como tengo espasmos, me tienen que apretar los músculos y ahí puedo pararme.
M: ¿Y las rodillas no se te van hacia adelante?
G: Sí, pero ahí es cuando me tienen que apretar. Me paro y la Vale me aprieta los muslos, para que me den espasmos. Con esos espasmos me logro parar un rato, luego me siento… y así, hartas veces. Lo otro que hago es mantenerme erguido en la punta de los pies, ahí también lo consigo. Como mi lesión es en la vértebra T7 y T8 no siento nada desde la boca del estómago hacia abajo, pero tengo mi técnica. Cada uno tiene que tener una propia, conocer su cuerpo y saber lo que está haciendo. Yo me ayudo mirándome los pies. Igual va a depender de la lesión que tengas.
M: Claro. A mí no me dan espasmos, por eso me tengo que poner las canaletas (prótesis) para que no se me doblen las rodillas hacia adelante.
G: Tienes que decirle a la persona que te ayuda que te apriete los muslos, el poto, o cualquier músculo que ayude a estimular.
M: Igual, yo ya estoy recuperando la fuerza de mi tríceps izquierdo, porque antes solo tenía en el derecho. También estoy haciendo harto control de tronco, trabajo de fuerza y estimulación en las piernas, para que no se me pongan espásticas. Pero puedo chatear por Whatsapp y todo, ya me acostumbre.
G: ¿Y cómo fue la readaptación de tu casa?
M: Lo único que hicimos fue quitar la tina en el baño. Ahora es una ducha y ahí colocamos la silla de baño. Y no tuve que cambiarme de pieza porque, aunque está en el segundo piso, mis hermanos me suben en caballito todos los días.
G: Yo me tuve que cambiar del segundo al primer piso y también sacar la tina del baño. Ahí me meto en una silla y lo bacán es que paso por todas las puertas, así que no hubo que remodelar mucho. Tengo unos peldaños en la casa, pero los dejamos tal cual, porque me sirven para entrenar para la calle.
M: En mi casa también tuvimos que cambiar las alfombras y poner piso flotante, para que no me moleste tanto en las ruedas. ¿En la calle andas solo en la silla?
G: Sí. Ya aprendí a subir y bajar veredas, y en el cerro ando en manual (equilibrándose sobre dos ruedas). Igual hay subidas que me cuestan, pero ahí me voy adaptando y aprendiendo.
M: Mi lesión fue en la C6 y C7, entonces me cuesta más eso, porque soy tetrapléjica.
G: Claro, yo soy parapléjico nomás. ¿El Nano (Demaría, deportista que se accidentó practicando enduro) tiene tu lesión, cierto?
M: Sí.
G: El Nano fue el que me recomendó hacer la terapia en el Hospital del Trabajador y rematar en el Instituto Luis Krebs. Según yo, fue lo mejor.
M: Yo igual. Cuando pasó mi accidente estábamos en Argentina y allí mi papá comenzó a hacer las averiguaciones y también, todos le recomendaron ir al Hospital del Trabajador. No sabíamos bien cómo lo pagaríamos, pero por suerte la familia del bicicross siempre nos apoyó. Y también conseguimos un seguro con el Hospital, pero no fue el seguro Guga que anunciaron después.
G: Ese seguro… Me hubiese gustado que mejor hubiese sido una Ley para todos los deportistas, pero los expertos dicen que no hay más cupos y será por algo, pero lo ideal era una Ley para todos los deportistas chilenos, no solo para los Proddar, pero bueno. ¿Y te ha costado adaptarte al cambio?
M: En verdad, no. Como que tuve que cambiar el objetivo nomás. Es heavy, porque antes estaba enfocada en clasificar a Tokio y ahora me enfoco en la rehabilitación, pero no me afectó tanto como hubiese pensado. Lo he llevado súper bien.
G: Para mí, al principio fue muy extraño. Mi caso fue demasiado mediático y estaban todos encima. Al principio, como que no vivía mi vida real, pero pasaron los meses y volví a mi casa y ahí sí fue un poco más difícil. Al final, esto es volver a hacer la vida normal, pero sin poder subirte a la bicicleta, sin entrenar, sin disfrutar de lo que hacía y eso es duro. Me costó harto encontrar un foco. Antes, mi meta era entrenar para correr en los mundiales y dar lo mejor, pero después del accidente, obviamente, todo eso cambió. Aún sigue siendo complicado, no lo niego, pero con las clases y el trabajo me he ayudado a alivianar un poco la carga cuando me pregunto qué me llena realmente ahora. Va a ser muy difícil encontrar algo, pero de a poco me iré enamorando de otro deporte.
M: A mí me pasó que, como todos están en cuarentena, siento que no me estoy perdiendo de mucho. Eso me ayuda igual. Además, estoy entre terapias y siempre con mis hermanos, así que no me siento sola nunca.
G: Eso es bueno, tener siempre a tu familia cerca. Es algo muy importante en este proceso, porque al final la terapia es un trabajo en equipo.
M: O sea, si mi papá, mi mamá o mis hermanos no estuvieran, no sé qué sería de mí. No podría hacer nada de lo que ahora hago. No sé cómo me desplazaría, por ejemplo. Aquí en Quilpué las calles están malas; hay veredas que tienen bajadas, pero no subidas, y cosas así. Como que todo está adaptado, pero es una adaptación que no sirve.
G: Sí, muchas adaptaciones que hay en la calle para personas en silla de ruedas son visuales, pero no funcionales. Me toca encontrarme con que hay puertas más chicas, baños chicos, o veredas que no se pueden bajar o subir. No hay un concepto muy realista de lo que es la adaptación para personas con discapacidad física.
M: Yo no salgo mucho, menos ahora. Pero cuando salimos, nos pasa que debemos dar muchas vueltas para poder acceder, por suerte mis hermanos me ayudan harto.
G: Un clásico.
M: Sí. Igual, por eso creo que por ahora estar en casa no es tan malo. Igual tengo proyectos futuros: quiero aprender inglés y estoy viendo si me meto a un preuniversitario o no, porque las clases online me acomodan, ya que no puedo escribir. Me gustaría estudiar sicología, y enfocarme en el deporte.
G: ¡Buena! Yo la verdad es que no he hecho mucho estos meses. Le hice una cama a mi perro, jajaja, pero no mucho más. Me he enfocado harto en mi carrera y en ver la página de Multi Bike, que tengo que diseñar y programarla bien. Trato de no ponerme ansioso tampoco, porque no se puede hacer mucho más. Antes, me nacía la motivación por la bicicleta, porque la amaba, pero ahora cuesta un poco más. Igual he encontrado satisfacción en pequeñas cosas y estoy aprendiendo a ser más agradecido con la vida, a integrar cosas nuevas para aprovechar las oportunidades, pero no las estoy buscando. Pienso que todo se da naturalmente, como cuando conocí el cerro: fui un día y me enamoré. Ahora, cuando voy con la silla, igual es bacán, vuelvo a sentir el olor a eucalipto, a tierra… Andar por las pistas que antes recorría sigue siendo algo genial.
M: ¿Y cómo adaptaste la silla para ir al cerro?
G: Tengo unas ruedas especiales, que las engancho en el apoyapié, como dejándome en una pendiente, así no me entierro ni me caigo. Pero estoy buscado una bici adaptada para volver al cerro, y creo que voy a terminar saltando en ella. No la he comprado porque es cara, pero llevo dos años ahorrando. También tiene una adaptación para tetrapléjicos, con palancas para poder frenar, deberías probarla.
M: Qué bacán. ¿Pero se impulsa con los brazos?
G: Es como una handbike. Tiene un motor que la impulsa. Es bien práctica, te la voy a mandar para que la veas.
M: Por favor. La verdad es que quiero seguir realizando deporte. Ahora, estoy enfocada cien por ciento en mi rehabilitación, pero avanzando en ella quiero buscar algo con una bici.