Mathías Vidangossy (30) está de regreso. Cuatro meses después de desvelar a La Tercera que se encontraba a tratamiento de un cuadro depresivo y a 13 meses de su último partido oficial con Palestino, el Pianista (o más bien el multinstrumentista, pues en los últimos meses le ha dado también por practicar con el violín) retorna a las canchas convertido en refuerzo estrella de Melipilla.

Decía hace cuatro meses que su intención era volver. Cumplió su palabra.

Sí. Y me llamaron de varios lados de afuera, pero les dije que no quería irme porque todavía no me siento al cien e iba a ir a hacer un papelón. Quería volver a jugar acá. Estuve en conversaciones con Palestino, Wanderers y Melipilla, y finalmente llegué a acuerdo con Melipilla.

¿Cómo se gestaron esas negociaciones?

El primero con el que negocié fue Palestino. Me ofrecieron 400 lucas y dije: 'En verdad, no'. Me sentí, no humillado, porque no tengo por qué ganar más ni menos, pero ya había participado con ellos en varios campeonatos y la respuesta que me dieron es que estaba lesionado. Sentí que me dieron la espalda. Y aparte de que siempre hacen todas las cosas mal, puse también en la balanza que justo después se acercó Wanderers y me ofreció un buen sueldo.

A Cavalieri y a Córdova ya los conocía, pero terminó eligiendo el tercer camino.

A Germán no lo conozco mucho, más allá de lo que compartimos con Guede. Hablamos de que me quería, pero que no se podía meter. Y con el Nico fue parecido, no hablamos directamente en la negociación.

¿Rechaza un equipo de Primera y otro que jugará la Libertadores para firmar en un recién ascendido a la B?

Es que más que volver a jugar y ser bueno, necesito volver a sentirme importante y que eso me ayude a recuperar la confianza más rápido. Y siendo súper sincero, si a un jugador de Primera le ofrecen 400 lucas, es que en verdad al equipo no le importa. Priman otras cosas ellos, quizás los negocios, que también está bien, pero Melipilla sí que me hizo sentir importante. Y hay muchos jugadores que conozco, como Sam, Norambuena, Emilio, Fabricio Cortés, que están todo el día preguntándome cómo estoy, cuánto me falta. Se siente esa buena energía y creo que podemos dar que hablar este año. Tenemos equipo para subir.

¿No hay temor al TAS y terminar en Segunda?

De lo que me contaron, no hay ninguna opción de que Melipilla baje. La única opción es que suba Vallenar o no suba Vallenar. Y se abra un cupo más. Miedo no hay.

¿Vio la definición fantasma ante Vallenar?

No, pero cuando leí que se iban a repetir los penales, pensé: 'Es una tontera'. Si en algún lado tenía que pasar era acá. Se puede repetir en otro país, pero era acá.

¿Está ya plenamente recuperado de su lesión?

Estoy con trabajos de fortalecimiento para agarrar el ritmo, sintiendo el roce y perdiendo el miedo. Y aunque estoy muy ansioso por jugar, no me quiero apurar. Si tuviera 17 años, hubiese estado jugando a los 15 días. Pero ahora ya hay que cumplir los plazos correctos.

Aún queda trabajo físico por delante, pero también mental y emocional ¿no?

Sí, claro, todavía sigo con la psicóloga, todavía no me siento 100% recuperado y voy una vez a la semana a conversar con ella. Una de las cosas de las que más me ha preocupado es de esa parte. Al final si esa parte no está bien, vienen las lesiones, los problemas, todo un cuento tremendo.

¿Está avanzando?

Sí, mucho. El trabajo sicológico permite darte cuenta de por qué pasaron las cosas para que no vuelvan a pasar. Y enseña a saber resolver los problemas. La depresión está, pero no es tan fuerte. Me llegan a veces estos cuadros como de no querer hacer nada, pero cuando lo detona alguna situación. No es que amanezca así.

¿Lo trata con medicación?

Sí, sí, tengo que tomar pastillas todos los días para nivelar un poco esa falta de algún químico que necesita el cerebro. Con las pastillas estoy nivelado nomás y ése soy yo. Tengo ese problema, que no estoy nivelado si no tomo la pastilla. Pero si tomo la pastilla puedo resolver mejor las situaciones.

¿Recibió muestras de afecto del gremio cuando reconoció su tratamiento?

No quiero ser injusto; pero si alguien me llamó, no lo recuerdo. Pero tampoco soy de muchos amigos en el fútbol. Siempre he tenido como esta personalidad lejana con mis compañeros. Entonces, quizás nadie se sentía con la confianza para llamar.

En estos meses se convirtió en empresario...

Sí, empecé con mi propia marca de helados, Ema, en un homenaje a mi hija. Fue un proceso muy lindo. Me ayudó un montón. No me puse a pensar: 'Mira dónde estoy ahora, arriba de un camión, y no estoy jugando fútbol'. Era simplemente un camino distinto al de otros futbolistas a los que le fue mejor. Y no digo que a mí me haya ido mal. No me fue como yo quería.

¿Un balance positivo?

Totalmente. He aprendido. Ya no estoy dándome vueltas en la cama preguntándome por qué no llegué al Barça. O al Real.

¿Tenía potencial para haber llegado?

Bueno, siempre quise. Sobre todo al Barcelona, porque el Real es un equipo que miro jugar y no me llena. Pero el Barça tiene un timing que no tiene ningún otro equipo. Y me habría gustado trabajar con Guardiola, claro. No sé si me habría ido bien o mal, pero creo que entiendo el fútbol de su misma manera.

¿En Melipilla le van a exigir menos porque viene de un receso o más porque se apellida Vidangossy?

No lo sé. Nunca me lo he preguntado. Pero yo lo único que quiero es volver a jugar fútbol, dar un pase y que le llegue al compañero, volver a sentir que está todo aquí, sentir esa sensación. Porque amo el fútbol. La otra vez estaba en Serena y me encontré con Valdivia. Y siempre había querido tener una conversación con él. Y le dije: 'tú tienes una cosa que yo no tengo, y es que transmites el fútbol a tus compañeros'. Yo nunca pude transmitir eso a mi equipo. Yo me lo imagino jugando a Jorge en el Real y Cristiano sale goleador por el doble que Messi...Yo soy muy simple; si Valdivia no juega en la Selección, yo no veo a la Selección. Ve el fútbol distinto. Y por eso me gustaría ser entrenador, para poder transmitir desde otra área cómo veo el fútbol.

Pero aún está a tiempo de transmitirlo como jugador.

No, en ese sentido como que ya tiré la toalla de que me comprendan. Me siento como el incomprendido del fútbol. No poder transmitir lo que siento, me genera angustia, pena. Por eso hoy sólo quiero volver a jugar.