No hubo en América otro jugador como Matías Fernández en 2006. Sus fintas, rabonas y golazos condujeron a Colo Colo a un bicampeonato de Primera División e hicieron que el club rozara un nuevo trofeo internacional. Fue elegido el mejor futbolista del continente y Villarreal, que en ese entonces era dirigido por Manuel Pellegrini y que peleaba mano a mano con los mejores de Europa, apostó por su fichaje y pagó cerca de 10 millones de dólares, una cifra histórica para el país hasta ese año.

Sin embargo, el volante nunca se logró consolidar en el Submarino Amarillo y, a pesar de sus buenas campañas en el Sporting de Lisboa y Fiorentina, siempre se esperó más de él. Algunos, como Claudio Borghi, entrenador del Cacique ese 2006, hasta culparon a su cambio de religión por no seguir creciendo deportivamente, algo que el eterno 14 descarta casi con molestia: “Pensar y decir eso es no conocerme; ante eso no puedo hacer nada”, dijo en una entrevista a Las Últimas Noticias. “Nada tuvo que ver que yo leyera la Biblia o que fuese callado”, agregó.

“Físicamente no daba para eso”

Para responder esta interrogante, Fernández se sinceró y contó los problemas que tuvo durante la actividad profesional: “Hice una bonita carrera. Llegué donde tenía que llegar. Jugué y fui campeón en Colo Colo, jugué en Villarreal, en Fiorentina, en el Milan, en Sporting de Lisboa, fui campeón de la Copa América y fui a un Mundial con la Selección. Es harto. Si no fui a clubes como Real Madrid, Barcelona, Juventus o Manchester City fue porque físicamente no daba para eso”.

Fernández en la final de la Copa América 2015. Foto: Marcelo Hernandez/Photosport

Incluso, el calerano detalló que en algunas oportunidades no podía disputar dos partidos por semana, algo que en las ligas europeas es determinante: “La gente no lo sabe: yo podía jugar extraordinario un domingo, pero no podía estar al mismo nivel el miércoles para otro partido. Estaba consciente de eso, no lo decía porque siempre quería estar, pero no me daba. Eso lo conversaba con mis entrenadores. Me trabajaban. Nunca llegué a tener el físico de Arturo (Vidal), Alexis (Sánchez), (Claudio) Bravo o el Bose (Jean Beausejour)”, cerró.