Matías Fernandez (23) es caturro a muerte y se nota. Nació en Valparaíso y desde muy pequeño que juega en Santiago Wanderers. Le ha tocado vivir de todo y a muy temprana edad. Salió campeón en inferiores, debutó muy joven en el profesionalismo, conquistó la Copa Chile y posteriormente sufrió el descenso. La campaña en la B ha tenido muchos matices y él los ha presenciado todos desde el equipo titular. Hoy es uno de los referentes de casa que busca devolverle el sitial de primera a la ciudad de Valparaíso. En un principio estuvo muy lejano, ahora cada vez más cerca.

Desde el debut con Miguel Ramírez suman doce victorias en dieciséis partidos, incluida la del miércoles ante Cobresal.

El rendimiento colectivo ha sido espectacular. Hemos conseguido ratificar el duro trabajo que hacemos en la semana. Con los otros técnicos que pasaron (Córdova y Villarroel), quizás esto mismo no se veía reflejado. Estamos logrando un nivel de intensidad que otros equipos en Primera B no tienen.

Ya están a un escalón de jugar la final de la liguilla. ¿Ahora el objetivo único es el ascenso?

Sí. En todo caso, hace tres meses y medio el objetivo era no descender. Dada esta positiva racha, este objetivo claramente cambió, pero es el mismo que cuando comenzamos el torneo de Primera B. Hay que devolver a Wanderers donde tiene que estar.

¿Pensaron en la posibilidad de descender a la segunda profesional?

Obviamente que sí. Cuando perdíamos y perdíamos partidos, nos preguntábamos '¿cómo nos puede estar pasando esto?', dado que nuestro objetivo era subir a Primera sí o sí. Se quedaron muchos que tenían opciones de irse, todo con la intención de salvar al club. Sin embargo, las cosas no salían. Rondó mucho miedo en el plantel con la opción de descender. Hace algunos meses atrás estábamos últimos y corrían las fechas. Jugábamos mal y perdíamos. Nada salía, no había respuestas.

¿Cuáles han sido las claves de Ramírez para el cambio del equipo?

En general, él le dio identidad al equipo. Jugamos como Wanderers, con una intensidad distinta a la que tuvimos antes. Vamos al ataque todo el partido, arriesgamos y somos más agresivos. A la gente le ha encantado y por eso ha vuelto al estadio. El profe nos ha cautivado a todos.

¿Cuáles son las diferencias con Córdoba?

La diferencia futbolística tiene que ver con la agresividad. A Nicolás no le gustaba eso, él privilegiaba el buen juego y eso en Primera B no funciona. En esta división hay equipos que juegan en base a ganas, pierna fuerte y repliegue. Estas características no se acomodaban con Córdoba y sí con Ramirez.

Con Córdova ganaron la Copa Chile, luego descendieron y el proceso terminó con una crisis muy grande. ¿Qué pasó ahí?

Con Nicolás siempre hubo un buen trabajo y trato. Entrenábamos muy bien, pero no se veía reflejado en los partidos. Eso terminó pesando y no supimos revertirlo. En la semana bien, pero el domingo no sabíamos cómo enfrentar el partido y salía todo mal. En lo psicológico también estábamos disminuidos.

¿El DT perdió credibilidad dentro del plantel?

No, nunca perdimos la confianza. Su trabajo era bueno y todos en la interna lo sabíamos. Pero no había cómo sostener la situación ya que perdíamos todos los partidos.

¿Qué tan difícil fue el golpe del descenso?

Para todos fue durísimo, especialmente para los que nacimos acá. Yo siento que la ciudad y mi familia se fueron al descenso. Estoy desde los cinco años acá y me dolió como si fuese un hincha más. Todos lo sufrimos bastante. Costó mucho salir.

¿El ascenso es el único antídoto para ese dolor?

Sí. Estamos todos en la misma sintonía y creemos que la única forma de devolverle la alegría a la gente, es regresando a Primera.

¿Cuál es la magnitud de la presión para jugar en un club con la grandeza de Wanderers y la exigencia de su hinchada?

Más que presión, es ganas, es ansiedad. Valparaíso es una gran ciudad y en su mayoría, wanderina. La presión está en salir a ganar todo lo que queda y eso no existía meses antes.

¿Qué nivel de condena merece los hechos de violencia registrados meses atrás por sus hinchas?

Los que hacen esos desórdenes son unos pocos. Esas rencillas deben quedar afuera porque Wanderers es familia. Este club está lleno de niños, gente adulta y de tercera edad. Los que ejercen la violencia tienen que sentir que están atacando a un hermano, todos se conocen. Este tipo de cosas nos resta y empaña la campaña.

Usted es jugador de casa y joven ¿Cuán importante es conocer al club en los momentos tan difíciles que pasaron?

Infuye bastante. La gente de Valparaíso y de Wanderers es gente de esfuerzo. Personas que se anteponen a la adversidad y que siempre sale de los malos momentos con trabajo. Esto refleja lo que ha pasado en el club. Somos los mismos que descendimos y seremos los mismos los que lo sacaremos adelante.

Ha sido de los puntos altos y como lateral derecho. ¿Conocía la posición?

Sí y me gusta bastante. En juveniles partí ahí y me veo mucho mejor. Mis capacidades son para esa posición y me perdí un poco de extremo.

Mena y Opazo son laterales nacidos en Wanderers. ¿Se ilusiona con una proyección como ellos?

Obviamente que son un ejemplo. Me ilusiono y los veo a ellos porque son exitosos. Ambos están en un gran momento. Al Torta Opazo lo tuve de compañero y es un espejo para mí. Espero seguir los pasos de estos grandes jugadores.