Ese viernes, todos en el plantel de la U creían que el único que abandonaría la concentración sería Ángelo Araos, que afinaba los últimos detalles para arribar a Corinthians. Los azules estaban en Antofagasta, instalados para enfrentar a los Pumas, y con la baja del mayor proyecto laico en los últimos años, Frank Kudelka buscaba la forma de cerrar el once que el sábado pararía en el Calvo y Bascuñán. Pocos sospechaban lo que más tarde ocurriría.
Fue al regreso del entrenamiento vespertino cuando se produjo el golpe que quebró todo. Miembros de aquel plantel recuerdan que Ronald Fuentes, entonces gerente deportivo de Azul Azul, pidió al coordinador del equipo de la época dos pasajes con dirección a Santiago. Uno era para Araos, pero el otro fue totalmente sorpresivo: estaba a nombre de Mauricio Pinilla. La petición no dejó de extrañar, pues Pinigol, el último crack azul repatriado hasta esa época, no tenía prevista una salida a la capital, menos a horas del partido ante los nortinos. Apenas un abrazo con Kudelka en la recepción del hotel fue la despedida de Pinilla con sus compañeros.
Una oferta de Colón de Santa Fe, a la que pocos dieron importancia, fue la chispa que detonó la bomba que terminó con la abrupta salida del ídolo universitario. Pinilla, que enfrentaba una crisis contra algunos dirigentes del club y también personal, había renovado contrato apenas un mes y medio antes, garantizándose su continuidad en el CDA hasta finales de 2019. Pero en ese momento decidió arribar a Argentina para cambiar un poco sus ideas.
Pocos supieron de su salida. Además de Kudelka y Fuentes, solo David Pizarro pudo desearle suerte al ex Genoa, antes de que Felipe de Pablo, gerente de operaciones de la concesionaria en ese momento, lo llevase junto a Araos en radiotaxi rumbo al aeropuerto Andrés Sabella. "Estaba callado, no hacía ningún comentario. Miraba su celular y se le notaba tranquilo", recuerda el actual CEO de Santiago 2023. El resto del plantel se enteró unas horas después, cuando Fuentes quiso hacer pública la noticia, buscando sorprender a Pinilla en su arribo a Santiago. Lo consiguió, deshaciéndose además de uno de los sueldos más altos del plantel.
La forma en que se gestó la salida de Pinilla generó en sus compañeros una mala reacción. Al definirlo en silencio y abruptamente, muchos se sintieron traicionados por el ariete. Además, la forma en que retornó al club que lo formó, con un romanticismo publicitado por el propio delantero, dejando en claro que para llegar al CDA debió hacer un importante sacrificio económico y familiar, llegando incluso a acordar la venta de su local nocturno, el Bar Constitución, hizo que muchos se lo tomaran pésimo. Lo peor llegó el sábado, cuando los azules cayeron por un rotundo 4-0 ante los antofagastinos.
Sólo Pinilla sabe qué pasó por su cabeza ese día. Aquel sábado, mientras miraba la derrota de sus compañeros, ya estaba arrepentido de la decisión que había tomado. Ya no quería irse de la U, aunque fue él mismo quien se cerró por fuera las puertas. Y como Ronald Fuentes ya había anunciado su transferencia a Colón, de inmediato se ordenó que no se le entregara al goleador la ropa institucional para el entrenamiento del día lunes, para así evitar una futura demanda por despido injustificado.
Los trabajadores del CDA recuerdan lo fuerte de aquella escena. Debieron explicarle la orden recibida, en la que se expresaba que él ya no era parte de la U. Lo que vino después es historia conocida.
Pinilla pirata
"Olé olé, olé olá/ vamos Aurinegro, vamos a ganar/ por los piratas que ya no están". Mauricio Pinilla, feliz, encendido, dirige el cántico con el que Coquimbo Unido se anima en el bus que los transporta al hotel donde están concentrados para enfrentar a Aragua, en Venezuela. Así se mueve ahora el nuevo Pinilla, que poco a poco superó el trauma de 2018. Transformado en uno de los referentes del cuadro pirata, el 14º equipo que defiende, el delantero ha encontrado un refugio en el fútbol chileno.
No siempre fue así. Tras pasar el segundo semestre de 2018 entrampado en la demanda laboral contra Azul Azul (que terminó perdiendo en abril de 2019), el artillero estuvo cerca de dejar la actividad. Pero decidió mantenerse en forma, esperando por la oportunidad de volver a pisar una cancha. "Todo ese tiempo trabajamos a doble jornada la parte física, y él además hacía fútbol reducido en Lo Barnechea o con amigos", recuerda Claudio Basualto, preparador físico de Pinigol hasta la temporada pasada. Así, llegó a reforzar a Coquimbo en 2019, buscando quemar uno de sus últimos cartuchos en el profesionalismo. Incluso ejerció de instructor a través de una aplicación móvil en la que enseñaba distintos trucos con el balón.
Su retorno a las canchas no fue sencillo. Apenas llegó a la región de Coquimbo, un crudo edema muscular en el gemelo lo hizo esperar muchísimo para su debut, que recién llegó el 4 de abril ante Colo Colo, a casi 10 meses después de su último cotejo, justo para ayudar en la victoria pirata ante el Cacique. Tras ese triunfo, Pinigol se desahogó: "Pasé momentos, meses, horribles, que no se los doy a nadie. Quizás justa o injustamente por culpas de ambas partes, pero acá estoy. Besé la cancha, volví a jugar, que lo soñaba. Convertir un gol a Colo Colo, qué más puedo decir".
Pero la temporada pasada en el elenco coquimbano no fue del todo grata para el sanmiguelino. Apenas consiguió jugar 101 minutos, convirtiendo cinco goles, muy lejos de lo que el ex Parma, Vasco y Celta de Vigo esperaba conseguir. "Me arrepiento profundamente de haberme ido de la U. Debiera haberme quedado y haber arreglado el tema por el cual yo estaba tan molesto con otras personas de mayor rango. No con las que yo estaba discutiendo y peleando", reconoció a la revista Sábado.
Eso, sumado a la melancolía que causó el alejamiento de su familia, que continuó viviendo en Santiago durante toda la temporada pasada, lo tuvieron pensando seriamente en el retiro. "Tengo contrato hasta diciembre y me voy a tomar unas vacaciones muy largas. Estoy en un buen momento, pero eso no es todo para ser feliz. Quiero paz para mí y mi familia. Voy a hacer una reflexión profunda si es que sigo jugando o no".
Hasta llegó a despedirse de Coquimbo en diciembre: "Gracias puerto querido. Me acogiste cuando más lo necesitaba y estarán siempre en mi corazón. Gracias familia Contador, Sánchez y sobre todo Morales".
Pero la clasificación de los Piratas a la Copa Sudamericana terminó por convencer al sanmiguelino de continuar por una temporada más. Con 36 años y una extensa carrera por España, Portugal, Brasil, Escocia e Italia, el artillero vive el ocaso de su carrera en el puerto. No lo pasa tan mal. Con la compañía de su familia, hasta está tomando clases de surf, aprovechando la geografía de la zona. En el plantel, aunque su grupo está conformado principalmente por los argentinos, todos concuerdan en que es un aporte.
Ahora, 607 días después, Pinigol retornará al Estadio Nacional, para enfrentar por primera vez en su carrera a la U como local. Junto a Coquimbo lleva dos semanas concentrado y aunque no es cierta su presencia en la cancha, fue citado por Germán Corengia. El errante goleador regresará a casa otra vez.