La distancia entre Holanda y el circuito de Spielberg, en Austria, se asemeja a viajar de Santiago a Puerto Montt. Unos 30 mil fanáticos hicieron ese traslado (el de Europa) para ver a Max Verstappen, el muy cuestionado piloto tulipan que en su tierra aún tiene una hinchada fiel. Ayuda mucho que la misma familia del volante les dé los datos de tarifas y alojamiento. Esta vez, les alquilaron un camping.
Esos fanáticos más que sintieron retribuido su esfuerzo, pues el joven piloto se llevó la victoria, pese a que no estaba ni cerca de ser uno de los favoritos.
Esos eran los Mercedes. Valtteri Bottas y Lewis Hamilton habían dominado las prácticas y plasmaron eso también en el un-dos en la grilla. Pero poco más les duraría la alegría. El finlandés abandonaba en el giro 13 cuando marchaba en la segunda posición por un problema en la caja de cambios.
Peor fue el caso del inglés. En regimen de auto de seguridad virtual y con todos entrando en masa a cambiar neumáticos, al británico, líder en ese momento, nadie lo llamó. Hamilton pidió explicaciones por la radio, pero la disculpa desde boxes no evitó que debiera dejar la carrera en la vuelta 62. El inglés no abandonaba desde Malasia 2016 y llevaba 33 carreras puntuando.
"Para mí y para el equipo es el día más duro desde hace seis años, Dejamos escapar un doblete por un error nuestro", reconoció Toto Wolff, director de Mercedes.
"Es increíble ganar con un Red Bull en el Red Bull Ring y con todos estos holandeses en las gradas. También fue inesperado, y eso lo hace aún mejor", dijo Verstappen.
El holandés, que partía apenas cuarto, fue el triunfador en el GP de Austria, pero también celebró Sebastian Vettel, que poco antes había sufrido. Castigado con tres ubicaciones en la salida por una mala maniobra en las clasificaciones (tercera o sexto), con su Ferrari se subió al podio y recuperó el primer puesto del mundial.