Kylian Mbappé se para con suficiencia detrás del balón. Como eligen algunas estrellas, toma la responsabilidad de ejecutar el último lanzamiento de la definición por penales en que se dirimió el partido entre Francia y Suiza. Acostumbrado a tener la presión sobre sus hombros, la figura del PSG parecía seguro de lo que haría. Con un derechazo, cruzó el balón sobre el sector derecho del arco de Yann Sommer, el arquero helvético. Probablemente, ni él ni nadie imaginaban el desenlace de la jugada: tapada notable del arquero suizo y Francia eliminado de la Eurocopa. Será Suiza el rival de España en los cuartos de final de la competencias de selecciones del Viejo Continente.

Cuesta analizar de buenas a primeras otro partidazo, en una jornada particularmente generosa en fútbol y emociones. Que, para el caso de este partido, comenzó con una sorpresa, en los 15′, cuando Seferovic abrió el marcador ganándole el duelo a un disciplicente Lenglet después de un centro de Zuber, desde la izquierda. Y que pudo ampliarse en los 51′, cuando Pavard le cometió un penal a Zuber, que solo fue sancionado con la intervención del VAR. Ahora, Hugo Lloris estvo notable para contener el remate del zaguero de origen chileno Ricardo Rodríguez y para mantener con vida a Francia.

El equipo de Didier Deschamps impondría, después, su jerarquía. En cuatro minutos, pareció definir el compromiso. Benzema, en los 57′ y en los 59′ revirtió el marcador y revivió a Francia. En los 75′, Pogba puso a los galos en ventaja por 3-1, producto de un envión anímico y futbolístico que parecía imparable.

Rendirse, jamás

Pero Suiza no estaba dispuesta a bajar los brazos y dio pelea, literalmente, hasta el final. Seferovic, otra vez, se anticipó a la zaga para marcar el 3-2, tras un centro de Mbabu, en los 81′ y, en el último minuto del tiempo reglamentario, un balón perdido por Pogba en el centro del campo permitió un contraataque demoledor de los helvéticos. Inteligentemente, Seferovic acumuló marcas y el espacio lo aprovechó Gravranovic quien, tras la asistencia de Xhaka, marcó el 3-3.

En el tiempo adicional, ambos equipos pagaron caro el desgaste y no tuvieron grandes ocasiones para desnivelar. La definición por penales se hacía cada vez más inminente hasta que, finalmente, llegó.

Ambos equipos estuvieron perfectos hasta el noveno lanzamiento de la serie. El décimo le correspondió ejecutarlo a Mbappé. La conversión se daba virtualmente por descontada. Como está dicho, el atacante se paró con total seguridad para asumir la responsabilidad y llenarse de gloria. Cruzó el disparo, aunque con poca potencia y altura. Ahí fue cuando surgió la mano salvadora del portero del Borussia Dortmund para acallar el festejo y, probablemente, al mundo. Mbappé se transformaba en el villano. El héroe, esta vez, era suizo.

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