El regreso de Jorge Valdivia era uno de los grandes anhelos de Colo Colo. Desde 2014 que el Mago comenzó a aparecer constantemente en las listas de refuerzos, cuando Héctor Tapia, un técnico de la casa y que hacía sus primeras armas, asumió la banca del primer equipo de los albos.
Blanco y Negro no pudo darle en el gusto a Tapia con el Mago, aunque sí repatrió a Esteban Paredes y Jaime Valdés, para levantar la esquiva estrella 30. El sueño de tener al 10 tuvo que seguir esperando, hasta que a mediados de este año el directorio que preside Aníbal Mosa logró acercar posiciones con el seleccionado y llegar a un acuerdo por 18 meses, a cambio de US$ 1,8 millones.
"Hoy es un día de felicidad para el pueblo albo. La magia vuelve a Colo Colo. Llegamos a completo acuerdo con Jorge Valdivia, ya es jugador nuestro", anunció el timonel el 19 de junio en la Casa Alba.
Todas las dudas que pudo haber en torno a la forma física y futbolística del ex creativo de Palmeiras fueron infundadas a raíz de lo exhibido por el jugador en este Transición. De partida, ha sido uno de los futbolistas blancos que más minutos ha sumado en el campeonato nacional.
El cuerpo técnico de Pablo Guede ideó un plan especial de cuidado para él luego de su llegada, con el objetivo de prevenir cualquier tipo de lesiones. La estrategia fue reforzada por el trabajo que el propio jugador realizó de forma privada. "Sus ganas nos harán ver a un Mago en buenas condiciones", anticipaba Guede previo a la final de la Supercopa ante Universidad Católica.
Ya en ese partido, el Mago demostró que su talento estaba intacto, que no vendría a retirarse al Monumental. Ante los cruzados regaló sus primeros trucos, generando peligro, rematando al arco, asistiendo y conduciendo al equipo en el Nacional. El Cacique se impuso por 4-1 con una gran actuación del 10.
Su primer gol llegó en la segunda fecha del Torneo de Transición, cuando le anotó a O'Higgins en Rancagua. También fue el primer triunfo en el campeonato, luego de un opaco debut ante Deportes Antofagasta, en Pedreros. Sin duda, su presencia sería un factor importante en la nueva versión del equipo adiestrado por Guede.
Y así lo fue. El 10 fue clave para la obtención de la estrella 32. Vino para ser campeón y lo consiguió a la primera. Su aporte futbolístico, incluso, lo hizo volver a la Roja.
El alma del camarín
La contribución de Valdivia no sólo fue futbolística, sino que también humana. Tras su arribo, se transformó inmediatamente en el alma del camarín albo, donde se alineó al sector afín a Esteban Paredes, el líder indiscutido del vestuario y el gran sostén de Guede en los momentos críticos. El volante también ha sido uno de los defensores más férreos del técnico.
Su estilo frontal, irónico y sin pelos en la lengua le trajo más de algún mal rato con los árbitros. Si bien es uno de los jugadores que más faltas ha recibido, también es uno de los que más tarjetas amarillas se ha ganado. De hecho, registra una suspensión por acumulación de amonestaciones y otra por expulsión.
"Fue una estupidez de (Eduardo) Gamboa)", dijo tras recibir su quinta cartulina en Iquique. Esa declaración le costó una denuncia por parte de la comisión de árbitros que dirige Enrique Osses. "Me gustaría que Osses explicara por qué a mí y a otros no", replicó el enganche, descontento con la citación al Tribunal de Disciplina de la ANFP. Al final, salió absuelto de los cargos.
Sin duda, el Mago será recordado como el principal protagonista del Transición. El fichaje estrella, la gran apuesta, resultó. Y aunque el monarca del fútbol chileno no sepa qué hacer para vender todas sus camisetas, y el 10 se lamente diciendo que a lo mejor no es tan querido como todos imaginaban, el título de los albos tiene nombre y apellido: Jorge Valdivia. "Fuimos los mejores", dijo el sábado, con toda razón.