No habían pasado ni tres minutos cuando los hinchas mexicanos que llegaron hasta Qatar para alentar a la selección que dirige Gerardo Martino comenzaron a gritar “olé”. Una exageración por donde se le mire o, quizás, un reflejo de que los aztecas fueron al país asiático a disfrutar. Lo cierto es que esa incidencia marcaba una tónica de lo que serían los minutos siguientes, con un México intentando asumir protagonismo y con los polacos esperando para dar el zarpazo. Así fue durante todo el partido, aunque quien se llevó los aplausos fue el arquero Guillermo Ochoa, quien le tapó un penal a Robert Lewandowski en pleno segundo tiempo. Una acción que, a esta hora, lo convierte en héroe, porque permitió, al menos, salvar un empate en blanco.
Si hay una faceta en la que el choque entre las escuadras azteca y polaca es incuestionable es en la dinámica. Ambos equipos impusieron un ritmo vertiginoso que, sobre todo en el primer tiempo, fue lo más atractivo del duelo. Lo que faltó fue la claridad. El equipo de Gerardo Martino asumió un mayor protagonismo y, por grandes pasajes, el control del balón. Sin embargo, pareció que ceder el implemento estaba más bien dentro de una estrategia del conjunto que vistió de blanco, más que reflejar una superioridad tan concreta.
En labores de ataque, México apostó por la amplitud en el despliegue de sus jugadores y por el ataque por las bandas. El trabajo de Jorge Sánchez resultaba, esta vez, decisivo. El carrilero del Ajax fue clave en esa idea. Arriba, esperaba cierta contundencia de parte del tridente compuesto por Irving Lozano, Henry Martin y Alexis Vega, pero fue precisamente en la puntada final donde los esfuerzos se diluyeron. Vega, en los 25′, y Gallardo, dos minutos después, protagonizaron las acciones más peligrosas para el arco de Szcesny. En la segunda, el arquero de la Juventus pasó literalmente de largo ante la gambeta del ataque, que, presionado por la línea de fondo, no pudo definir adecuadamente.
El plan de Polonia fue distinto. Visiblemente, el equipo de Czesław Michniewicz cedió su territorio para tentar a los aztecas y liquidarlos con alguna transición rápida. La apuesta no era otra que aprovechar la contundencia de Robert Lewandowski. Eso sí, el delantero del Barcelona estaba lo suficientemente controlado. Los centrales Héctor Moreno y César Montes no le perdieron pisada.
La farra de Lewy
El segundo tiempo arrancó con una situación que pudo desnivelarlo. En los 52′, Robert Lewandowski guapeó en el área con Héctor Moreno y cayó producto del forcejeo. Sin embargo, fue el VAR el que asumió el protagonismo. Desde la cabina llamaron al juez central, quien atendió la sugerencia y sancionó la pena máxima ante las protestas mexicanas.
El ahora astro culé tomó la responsabilidad que le confiere su calidad de referente y se paró frente a Guillermo Ochoa. Memo se convirtió, otra vez, en la figura aztecas y ahogó el grito de gol, recostándose sobre la izquierda ante un disparo ni violento ni bien colocado.
Esa circunstancia terminó siendo una señal para los aztecas, quienes intentaron profundizar sus intenciones ofensivas con las modificaciones. Polonia, en tanto, no varió su planificación original y siguió apostando a un contraataque letal, que no llegó. Recién sobre el final, ingresó Arkadiusz Milik, con la intención de plantar un doble nueve y llegar al gol por la vía aérea. Tampoco resultó.