Está claro que en los triunfos del Barcelona el que brilla (o el que tiene que brillar) es Lionel Messi. La victoria por 1-4 sobre el Betis es otra muestra del inagotable caudal de recursos del argentino, a quien le resulta tan fácil convertir un tiro libre como definir con sutileza una asistencia igual de iluminada de Luis Suárez (quien también puso de su talento para anotar sorteando rivales en un explosivo slalom). O, sobre el final, para regalar otro destello de clase que cerró el marcador.
Lo de Arturo Vidal es otra cosa, pero en España lo empiezan a valorar cada vez más. Incluso los fundamentalistas del ADN del Barça, quienes cuando llegó el chileno reparaban en que su estilo no respondía a esa carga genética, que privilegia el fútbol virtuoso.
Hoy volvieron a rendirse ante su actuación. Sobre todo ante su despliegue para quitar balones o para obstaculizar los avances del equipo andaluz, obligándolo a replantearse. Ahí radica la importancia del juego del chileno en un equipo acostumbrado a tener el balón y abusar de sus adversarios cuando monopoliza la posesión. Vidal es el bandido. El que roba. O el que intimida y presiona para que el rival retroceda y cambie de plan.
Ernesto Valverde lo mandó a la cancha como titular, una condición que también empieza a reclamarse para el oriundo de San Joaquín en partidos que revistan una responsabilidad mayor . Ante el Betis, el DT introdujo una variante táctica que le garantizó un puesto,inicialmente abierto por la derecha, pero con libertad para moverse.
Los hinchas no solo se encantan con su capacidad defensiva. También se deslumbran por su versatilidad para transformarse en una opción de ataque y, como en los 83', obligar al arquero rival a una portentosa tapada.
Pero, claro, el que reluce es Messi. Eso no se discute.