Messi sufrió. Quizás demasiado. La Pulga enfrentaba a Nigeria cargando el peso de la ilusión de 40 millones de argentinos. Sobre él recaía la fe transandina para seguir en carrera. Y tras un partido complicado, el astro encontró desahogo.
Empezó sobre la derecha, bien pegado a la banda, pero rápido se soltó. Salió de la orilla y apareció en todos los sectores. Su libertad posicional complicó a Nigeria, que no dio nunca con la fórmula para frenarlo.
Todas las pelotas llegaban siempre a sus pies. El del Barcelona fue, junto a un notable Banega, el líder y alma del equipo. Generó peligro, abrió espacios. Y en el cuarto de hora, abrió la ruta al triunfo. Un buen pase bombeado del propio Banega encontró el muslo izquierdo del 10, que apuró con el pie zurdo antes de que el balón tocara el suelo y luego remató cruzado de derecha. Golazo. El centésimo tanto de Rusia 2018.
Después de celebrar la conquista -rodillas al pasto y brazos al cielo- su preocupación fue dar instrucciones. Mandaba y jugaba. Ejerciendo al fin el rol que se le pide.
Un tiro en el palo evitó su segundo personal, justo antes del inicio de las dudas. Y es que el empate africano al inicio del complemento complicó todo. Messi siguió empujando, buscando y ordenando a sus compañeros, pero preso de la ansiedad, errático, impreciso, igual que los demás.
A medida que avanzaba el reloj, los nervios aumentaban, pero Messi no dejaba de intentarlo. Ya no la tenía mucho, pero abría espacios. Y así, también fue clave en el gol de Rojo, que desató la euforia argentina y le trajo finalmente un poco de paz al jugador que todos miran.
Al final del partido, todos los abrazos fueron para él, reflejando el sentir de todo un país y de miles de fanáticos en el mundo, que no lo querían fuera de la Copa.
Y en el análisis, apareció su versión más honesta. Sin dudarlo, reconoció el sufrimiento. "El empate de Nigeria nos puso nerviosos. No esperábamos sufrir tanto", dijo. "No recuerdo un partido tan sufrido. Terminó siendo un desahogo muy grande para todos", añadió. Y ahora, la fe. "Aprovechamos la oportunidad y ahora empieza un nuevo Mundial", cerró, advirtiendo a Francia, su gran escollo en los octavos de final. Messi sigue en carrera por máximo sueño.