Minuto 54. Lionel Messi se para en la orilla de la cancha y el cuarto árbitro tiene en sus manos el cartel que indica el jugador que abandonará el campo de juego. Lo levanta y el número es el 22, el que ocupa Arturo Vidal. El Rey sale de la cancha con evidente fastidio. Tratando de entender la modificación y sus razones. Porque, hasta ese momento, era uno de los mejores jugadores de la formación en la que Ernesto Valverde reservó a sus principales figuras para el partido ante el Tottenham, por la Champions League. Pero la derrota parcial por 0-1 ante el Athletic de Bilbao obligaba a cambiar. También ingresó Sergio Busquets, pero al equipo catalán apenas le alcanzó para igualar 1-1.

No jugó bien el Barcelona. La ausencia de sus principales referentes se notó. Hubo desconexiones en la cancha y, sin su principal socio de ataque, Luis Suárez también perdió presencia y sucumbió ante una defensa del Bilbao que ya era sólida y que se cerró más aún después del gol de De Marcos, después del centro de Susaeta. Por eso, quizás, se llegue a justificar el intento de Valverde por juntar a sus mejores hombres en la cancha para evitar el descalabro. Está claro que, hasta ahora, Vidal no forma parte de ese selecto grupo. Como Rakitic, quien estuvo lejos del aporte que justifica ser uno de los que tiene la membresía.

La última variable escapa al control del Rey. Porque, en lo suyo, Vidal regaló despliegue en todo el campo. Recorrió la cancha de lado a lado e incluso evitó que el Bilbao se pusiera en ventaja en los 16', llegó virtualmente a la línea de gol para achicarle el ángulo al atacante. Con el balón en lo pies, en la línea de sus primeros encuentros en el cuadro azulgrana, el chileno procuró minimizar riesgos. Se veía con confianza. Por eso, el cambio le sorprendió y le molestó.

Con el ingreso de Messi, en todo caso, el Barcelona renovó energías y se fue en busca del empate. Coutinho estremeció el balón en el horizontal y a La Pulga le sacaron un tiro libre desde la línea. El argentino también estrelló la pelota en el larguero.

Esa presión terminó dando frutos. A seis del final, Munir capitalizó una asistencia de Messi y marcó la igualdad. Un premio para ese momento del partido y para el aporte del transandino. Pero, a la larga, un resultado que castiga con justicia la desidia con que el Barcelona se tomó el partido al comienzo. Desde las decisiones de Valverde, por cierto.