El miedo le gana a todos
Universidad de Concepción y Universidad Católica igualaron sin goles, en un encuentro chato, lleno de imprecisiones y donde nadie quiso ganar. Aunque las ocasiones más claras las tuvo la visita, al final el conformismo se apoderó de todos en el sur.
Cuando se enfrentan el líder y sublíder del torneo, siempre existe la sensación de un choque emocionante. Sobre todo cuando está en juego la cima del torneo. Y al mismo tiempo, la posibilidad cierta de dar un golpe de autoridad para lo que viene. Sin embargo, en el Ester Roa, nada de eso ocurrió. El duelo entre Universidad de Concepción y Universidad Católica prevaleció el miedo a no perder, a asegurar la posición inicial y a dejar con vida a quienes vienen más atrás.
La igualdad sin goles es un fiel reflejo al duelo protagonizado por el primero y el segundo de la tabla. Más allá de que quedó la sensación de que la UC estuvo más cerca de la victoria por lo que hizo en el primer tiempo, lo visto en el complemento no se condecía con la posición de ambos en la tabla. Apenas un par de acercamientos al área, sin muchos hombres en ataque, y siempre mirando más hacia atrás, para no ser sorprendidos en algún contragolpe, fue el resumen de un duelo que tuvo más temperatura en las tribunas.
Sorprendió Beñat en el arranque, dejando de lado las habituales amarras y saliendo a buscar el compromiso. La ubicación de Llanos como delantero centro, con Buonanotte siempre cerca suyo para establecer una sociedad de ataque, resultó un puzzle difícil descifrar para el fondo penquista. Las ocasiones para la visita se sucedieron, especialmente en los pies del ariete, que no pudo definir en dos oportunidades frente al Tigre Muñoz, la gran figura del local en el lapso inicial. El achique que le hizo al atacante cruzado a los 29' resultó clave para mantener la igualdad en esos pasajes del partido, donde el cuadro cruzado tenía más claro cómo hacer daño.
La U de Conce no aparecía en ataque. Le costaba un mundo progresar, mezcla de imprecisión y por la presión que ejercía la UC sobre Camargo y Manríquez. No aparecía Meneses por el costado derecho para desequilibrar, siempre bien custodiado por Voboril, y Droguett no bastaba para organizar el juego. Dituro, más allá de un par de centros cruzados, no tuvo mayor acción. Entonces, sin peso ofensivo, el cuadro penquista sólo intentaba sobrevivir a la igualdad, para aprovechar el descanso y reordenar el esquema.
Las derrotas en la previa de la U y Colo Colo suponían un aliciente importante para los líderes. La posibilidad de estirar aún más las distancias en la cima le daba al choque en Concepción un morbo especial. No obstante, ninguno de los dos corrió riesgos. Es más, parecieron presos de sus propios temores, miedos que se tradujeron en excesivo celo defensivo. Ni la UC ni menos el elenco del Campanil fueron decididamente a buscar el partido en el complemento. De hecho, las ocasiones de gol escasearon en ambos pórticos. Apenas un cabezazo de Llanos a las manos de Muñoz en el minuto 65 entibió la noche del Ester Roa, que imaginaba otro espectáculo.
Las señales desde la banca tampoco modificaban la sensación de conformismo que se veía en la cancha. Bozán decidió sacar a Droguett, perdido toda la noche como un delantero centro. San José, antes, no se arrugó para sustituir a Buonanotte, que no brilló, pero siempre dejaba la sensación de crear algo de peligro desde su botín izquierdo. Entonces, en un escenario para preparado para la refriega en la última parte del encuentro, la igualdad quedó sentenciada incluso antes del pitazo final de Gilabert por la mezquindad de los técnicos. A esa altura, el miedo le había ganado al fútbol.
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