La Superliga Argentina ya se viene. Arranca mañana. Y en uno de sus equipos, Estudiantes, dirige desde hace casi tres meses Gabriel Milito (38 años), que tendrá a sus órdenes a dos chilenos: Juan Fuentes, presentado ayer, procedente de O'Higgins, y Gonzalo Jara, del que parte hablando en esta hora de charla mano a mano con La Tercera. "Gonzalo tiene condiciones técnicas superiores a la de un central. Tiene pase corto, pase largo. En él encontramos, además, mucho trabajo incorporado de acuerdo a nuestra creencia futbolística. Trabajó con Bielsa y se nota. Siente nuestra manera de jugar. Nos hace ahorrar mucho tiempo y entiende lo que queremos. Es una pena tenerlo lesionado en el arranque".
¿Lo sorprendió el nuevo desborde temperamental que tuvo Jara en la Copa América de Brasil, cuando golpeó al hincha que invadió el campo de juego?
Me sorprende, porque hace poco que lo estoy dirigiendo. No son cosas habituales. Pero a nosotros, acá en Estudiantes, nos ayuda mucho a través de su experiencia.
¿Cómo ayuda?
Como jugador con recorrido, con experiencia. Acá tenemos muchos chicos jóvenes. Les da seguridad, contención. Los chicos suelen equivocarse, pero nunca les reclama nada. Al contrario, los alienta y les dice: "Vamos, no pasa nada". Eso no es tan normal en jugadores de su experiencia. Muchos suelen tener poca paciencia con los jóvenes. Pero Gonzalo potencia a los juveniles. Es un jugador muy importante y nos va a dar mucho en esta temporada.
¿Qué lo seduce de Juan Fuentes como para incorporarlo?
Lo dirigimos en Chile. Tiene las condiciones para jugar de defensor central o de mediocampista central. En realidad, siempre fue volante central y nosotros lo pasamos a la defensa. Jugó también de líbero. Sentíamos que ahí tenía la cancha de frente. Además, es muy agresivo, muy rápido. De líbero se sacaba la presión que a veces se tiene en el medio cuando se recibe de espalda y nos venía bárbaro por su motricidad defensiva. Pensamos en él, por si se nos iba algún marcador central, como al final pasó con Gastón Campi. Nos puede hacer la doble función Fuentes.
¿Por qué insistió tanto por Oroz?
Con Nico hablé para ver cómo veía la posibilidad de venir a Estudiantes. El tema es que no dependía de él, porque firmó un año de préstamo en la U. El pase es de Racing. Oroz es un volante ofensivo que tiene mucha asistencia y sobre todas las cosas, mucho gol. Lo llevamos a O'Higgins y cumplió las expectativas. Sabía que se asociaba bien, pero dirigiéndolo me llamó la atención la facilidad con la que llega al gol.
¿Lo ve para explotar en la U?
Tiene todo para hacerlo dentro de un contexto favorable. La U viene de meses muy duros. En una situación así no es fácil destacar. Pero Oroz es un jugador talentoso y tiene mucho fútbol para darle a la U.
¿Es para tenerle paciencia?
Paciencia y confianza. Oroz se va a transformar con el paso del tiempo en trascendental.
¿Aún le presta atención al fútbol chileno?
Lo sigo bastante. Cuando paso por los lugares, al irme, no me olvido. Me pega la melancolía. Me quedé enganchado con O'HIggins y con el fútbol chileno.
¿Y qué lo atrapó de Chile?
Fueron diez meses en Rancagua que pasé con mi cuerpo técnico y sin la familia. Me encariñé con los jugadores y O'Higgins. Es un club serio, con buena gente. Quiero que le vaya bien. Soy agradecido.
Pero no se fue bien de O'Higgins.
No hay que confundir las cosas. Yo no me fui por lo deportivo. Sentía que podíamos seguir creciendo como equipo. Fue un tema puntual y no tenía sentido forzar la continuidad porque sabía cómo iba a terminar todo.
Terminó renunciando luego de una especie de apretada de un grupo de hinchas.
Eso fue muy raro. El equipo iba séptimo. No estábamos mal. Pasó luego de una derrota con La Calera. Al día siguiente, era feriado, entrenábamos y quisieron hablar con nosotros y los jugadores. Sé muy bien por qué pasó.
¿Por qué?
Había un asesor externo que colaboraba con el club ayudando a los jugadores que llegaban a buscar casa, a acomodarse en la ciudad. Y también esa persona tiene un espacio radial. Antes de un partido dijo que era fácil para O'Higgins y que yo debía arengar en la previa a la gente diciendo que íbamos a ganar 3-0. Por supuesto no le hice caso. El tema es que fuimos a jugar y Antofagasta nos ganó 3-2. Entonces, cuando terminé la conferencia, hablé con él y le dije que en el fútbol siempre hay que respetar a los rivales y competir con humildad. Ahí discutimos un poquito y luego pasó lo que pasó con los hinchas. Volví a hablar con él, le dije varias cosas en la cara y me fui después de perder por la Copa Chile. Yo había ido a buscar tranquilidad y eso no me gustó. El club también sabe que las cosas fueron así y sus dirigentes coincidieron con nosotros. Por eso decidí dar un paso al costado; no era saludable que siguiera, ni para el club ni para mí.
¿Podría aparecer de nuevo Chile como una opción para dirigir?
Sí que podría volver a Chile. Yo nunca descarto nada. Lo pensaría un poco más desde el plano familiar, pero como propuesta laboral la valoro. Y aconsejo el fútbol chileno para dirigir, porque es altamente recomendable. Es una liga muy linda, con estadios renovados.
¿Qué futuro le presagia al fútbol chileno? No se observa jerarquía para reemplazar a la generación de los Vidal, Alexis, Medel...
Es muy difícil que tantos jugadores talentosos hayan nacido en un mismo momento. En Chile se juntaron muchos muy buenos. Y eso potenció a la selección, con la ayuda de grandes entrenadores como Bielsa y Sampaoli. Ahora, de cara al futuro, tiene que empezar con un recambio. Y ahí se verá qué dan los jóvenes.
¿Se juega con menos miedo y presión que en Argentina?
Presión hay. Lo que pasa es que en Argentina estamos en el extremo máximo de presión. Somos tan pasionales y nos duele tanto la derrota que todo se siente de un modo único. La comparación no es solo con Chile, sino también con España, Italia, Inglaterra... Eso es por cómo somos los argentinos.
¿Qué jugador del campeonato chileno lo asombró?
No lo descubrí ahí porque ya lo conocía, por supuesto, pero, viéndolo cada día en vivo y en directo, Valdivia me pareció maravilloso. Es un jugador fantástico. Es el típico número 10 argentino, de grandes pases, que parece que no corre pero corre. También defendía la pelota parada. La pedía siempre, no se escondía nunca. Todo el juego pasaba por él. La perdía y la volvía a pedir. Y siempre sacaba algo diferente.