Ministro del gol

Venezuela - Ecuador (44612794)

Leonardo Campana, goleador y figura del Sudamericano, es hijo de Pablo, titular de Comercio Exterior en Ecuador.



La organización del Sudamericano Sub 20 2019 esperaba que Leonardo Campana llegara a Chile con una gran cantidad de guardaespaldas. Que adonde quiera que fuese siempre estuviera acompañado de un contingente importante de efectivos de seguridad. No por su condición de figura de la Selección de Ecuador, tampoco por su enorme proyección como delantero, sino por ser hijo de Pablo Campana, ex tenista y actual ministro de Comercio Exterior de su país.

Sin embargo, se paseaba por todos lados sin más compañía que la de sus colegas de camarín. O la de sus padres, quienes llegaron a Rancagua para apoyarlo en la última jornada del certamen, cuando se consagró como máximo artillero con seis anotaciones y como una de las estrellas de su equipo, campeón por primera vez de la categoría.

"La clave de este grupo fue la garra, el corazón y la humildad que le metimos desde que pisamos Chile. Desde llegamos nos mentalizamos no solo en clasificar al Mundial de Polonia, sino que en ganar el Sudamericano. Se pudo dar, así que estoy agradecido con Dios, primeramente", asegura, emocionado, el potente, veloz y espigado ariete de 1,90 metros.

Campana, quien pertenece a una familia acomodada y de larga tradición empresarial, ríe al ser consultado por su condición, tan distinta y opuesta a la de la mayoría de quienes inician una carrera en el fútbol. "Sí, mi papá es ministro del gobierno, pero bien, todo bien. No me tratan diferente para nada, soy uno más. Estoy muy agradecido de mi familia", cuenta el atacante del Barcelona de Guayaquil, donde tiene contrato hasta diciembre y donde espera debutar profesionalmente.

Pese a su estatus socioeconómico, el nacido el 24 de junio de 2000 siempre quiso dedicarse al fútbol. Fanático del polaco Robert Lewandowski y del uruguayo Edinson Cavani, el domingo anotó el que fue, para muchos, el mejor gol del Sudamericano, con una media tijera desde el suelo que sepultó las opciones de la Venezuela de Dudamel.

"Nuestro lema era que si faltaba el fútbol, no podía faltar la garra ni el corazón. Eso nos decía el profesor. Hicimos eso en la cancha y pudimos ganar el campeonato por primera vez en la historia. Me pone feliz ser el goleador, pero se lo debo a mis compañeros. Esperemos seguir así. Este es un paso grande", sostiene el Ángel del gol, como fue apodado por Jorge Célico, su entrenador.

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