El único objetivo que le queda a Universidad de Chile es tratar de campeonar en la Copa Chile para poder inscribir su nombre en la Copa Libertadores 2023. Pero, lamentablemente para los azules, el equipo llegará pensando en otra cosa a la primera semifinal que jugarán con Unión Española durante la tarde de hoy (18 horas).
Es que la supuesta agresión de Pablo Aránguiz a un guardia de un centro de eventos marcó la previa de este encuentro y confirmó una tendencia: el vestuario de la U está marcado por la indisciplina y esto se transformó en un dolor de cabeza para la dirigencia de Azul Azul.
Hasta ahora, la dirigencia no ha hecho público ningún castigo a los futbolistas azules que se han visto involucrados en los incidentes. El que sí golpeó la mesa fue Sebastián Miranda, el estratega que les pidió a sus jugadores que se centren en terminar la temporada de la mejor manera posible. Se le vio cansado de dar explicaciones a hechos extrafutbolísticos. Desde que asumió, el DT ya ha tenido que reconocer públicamente dos hechos de indisciplina.
Es que los azules parecen haberse acostumbrado a los conflictos. Ha sido así desde que Junior Fernandes se presentó a un entrenamiento en condiciones no adecuadas. El delantero celebró el cumpleaños de su señora -en abril pasado- y no practicó junto a sus compañeros en la jornada venidera, por lo que Santiago Escobar decidió no citarlo para el duelo con Audax Italiano, que se jugó el 29 de ese mes, pero si ingresó en el triunfo sobre La Serena una semana después y todo quedó en el olvido.
Lo mismo pasó con Yonathan Andía a fines de julio. El defensa fue detenido por conducir en estado de ebriedad y el reemplazante de Escobar, Diego López, solo le recriminó la acción porque no resultó nadie herido.
“Las sanciones y lo que vaya a pasar tiene que ser algo que se hable y quede en la interna”, lanzó el uruguayo. Y luego agregó que “podemos decir que nadie salió lastimado. Tenemos que asumir todos, sobre todo él. Cuando uno pasa por estamos momentos sabe que hay consecuencias”. Pero estas no llegaron del todo, porque finalmente solo fue sacado de la convocatoria en el encuentro contra O’Higgins y luego, la necesidad de sumar puntos y variadas ausencias, lo hicieron volver para el encuentro siguiente: el clásico ante Colo Colo.
La llegada de Sebastián Miranda y la imperiosa necesidad de salvarse del descenso por cuarto año consecutivo parecía que calmaba las aguas en el Centro Deportivo Azul. Pero apenas se tranquilizó el ambiente, volvieron los malos comportamientos.
El sábado 15 de octubre, Ronnie Fernández y Cristóbal Campos pelearon en pleno entrenamiento y días después, Sebastián Miranda dijo: “En el grupo de 30 personas que somos hay roces, hay diferencia de pensamiento, ha pasado en muchos otros lugares y no significa que esté bien, pero he conversado con las personas involucradas y tomaremos las medidas que sean necesarias en conjunto del club”.
Pero nunca se conocieron los castigos y ambos jugadores siguieron en el equipo como si nada pasara. De hecho, ambos serán titulares contra los hispanos y si Ronnie no jugo ante Everton es porque estaba suspendido por acumulación de las tarjetas amarillas.
¿Habrá una sensación de impunidad dentro del vestuario de los azules? Si no es así, lo habrá después de las palabras del mismo Miranda, quien tras el incidente de Aránguiz declaró que “lamento no poder contar con él. El club lo está ayudando desde la parte legal, para aclarar la situación, porque las versiones que leí del involucrado son bastante distintas a las que dice Pablo”.
Es cierto, Aránguiz no fue convocado para el partido de esta tarde, pero su ausencia no es un castigo, porque para la sociedad anónima los hechos no están del todo claros y el volante necesita “enfocarse principalmente en resolver su situación individual con relación a estos hechos”.