Promesa copera
“No. No fue una obligación por parte del contrato ganar la Copa Libertadores, pero yo hice una prematura respuesta cuando llegué a Santiago y me preguntaron en el aeropuerto. Me preguntaron qué va a pasar con la Copa Libertadores, porque Colo Colo ya tenía la Copa Chile y el Campeonato. Yo, para reflejar mis sentimientos, di una respuesta, que después se transformó en una obligación para mí. Contesté ‘bueno, vamos a ganar la Copa Libertadores’. Cuando me escucharon los periodistas que estaban a mi lado, se empezaron a reír. Pero nosotros acá en Croacia tenemos un dicho: ‘Quién último ríe, mejor ríe (sic)”. En Chile también existe, creo. Eso fue una obligación mucho más fuerte para mí que si hubiese estado en el contrato, porque usted sabe cómo recuerdan las cosas después los periodistas. Gracias a Dios, salió todo como fue prometido. Yo sabía que el año anterior Colo Colo había llegado muy cerca, pero, por los penales, había perdido. Eso hablaba de que Colo Colo estaba cerca del nivel de los demás clubes sudamericanos. Ahora, con los refuerzos, con el trabajo distinto, se haría más fuerte en lo competitivo. Un equipo con mayor calidad tiene más oportunidades para pelear”.
La pizarra, el aprendizaje y la victoria
“Usted sabe bien, como todo el mundo… Aceptar las cosas nuevas cuesta. Pero yo tuve suerte, porque Colo Colo ganó el campeonato. Eso facilitó el trabajo. Durante esa temporada aprendieron mi punto de vista del fútbol. Muchas veces nos equivocamos, porque vine en plena competencia y no teníamos tiempo para entrenar lo nuevo que queríamos. Nuevo planteamiento, nuevas líneas. Para eso necesitas un tiempo largo de trabajo. Cuando terminamos el campeonato, empezamos a planificar los refuerzos. Si quieres cambiar estilo, necesitas tiempos, especialmente cuando traes jugadores nuevos. Yo les pedí a los dirigentes traer refuerzos puntuales: Pato Yáñez, Gabriel Mendoza y Lucho Pérez. Eso nos dio posibilidades para planificar otras posiciones para algunos. Patricio y Gabriel tenían rapidez, resistencia, velocidad. Necesitaba resolver el problema del lado izquierdo. Conversé con Jaime Pizarro y el cambio no le cayó bien, no estoy seguro. Pero a mí me faltaba alguien que por el lado izquierdo hiciera lo mismo que hacíamos por la derecha. Para cualquier rival era difícil aguantarlos. Chano (Garrido) siempre fue un jugador con mucho talento, con mucho sentido, con una técnica muy superior y él fue clave para cubrir la espalda. Pero yo quiero destacar a un jugador muy importante, que fue el Lalo Vilches. Fue tácticamente muy disciplinado, siempre cubría los espacios de nuestros volantes. Rubén Espinoza se fue de lateral derecho a volante ofensivo. Él fue un jugador con buen trato de balón, buen cambio de frente, un tiro muy potente. Con su tranquilidad dio mucha posibilidad para que los jugadores subieran en momentos adecuados. Adelante, teniendo a Yáñez, Dabrowski, Martínez, Barticciotto, Pérez… Teníamos variantes. Eso nos dio opciones para plantear cosas muy cercanas a lo que yo pensaba del fútbol. En La Leonera conversábamos y hacíamos dibujos de lo que haría cada jugador. Eso nos sirvió para tener respuestas en cada partido. Asumimos un fútbol con salida rápida, cambios de frente, dinámica y mucho orden. El equipo fue tácticamente muy disciplinado. Y con disciplina táctica es más fácil ganar los partidos”.
La ayuda de Eddio Inosotroza y Marcelo Oyarzún
“Fueron muy importante para mi trabajo. Todos teníamos un tremendo corazón y un alma blanca, colocolina. Hicimos todo para alcanzar un éxito que le va servir a generaciones y generaciones. Cuando asumí Colo Colo, antes de venir, me llamó la gente del club y me preguntaron quiénes serían mis ayudantes. Yo, simplemente, respondí que no me interesan los nombres sino los hombres que tienen características humanas, sentido común y responsabilidad para respetar a quien está a cargo. Me ofrecieron a Eddio Inostroza, que lo conocía porque estuvo en juveniles. Siempre me decían que era un buen hombre. Fue una pastilla tranquilizadora para mí y los jugadores. Hoy puedo confirmar que Eddio es una persona santa. Con eso basta para explicar lo que él tenía. Y me preguntaron quién sería el preparador físico. Dije que no llevaría a nadie conmigo, que les iba a dar algunas características para que buscaran la persona adecuada. No conocía a Marcelo Oyarzún. Solo pedí que fuera un hombre de entre 30 y 40 años, con ganas de aprender, profesor de educación física. Que le guste trabajar y aprender. Después de dos días me llaman, que había un hombre joven, que era una buena persona, inteligente, educado y con ganas de aprender, pero sin experiencia. Mi respuesta fue simple: ‘No me importa la experiencia, porque vamos a estar trabajando juntos, aunque cada uno va a asumir su responsabilidad’. Marcelo aprendió muy rápidamente. Demostró ganas de aprender, una persona muy trabajadora, pero que dejaba que los jugadores bromearan con él. Eso me servía mucho más para mí, porque mantuve mi serenidad, mi manera de ser, pero terminé aceptando algunas características. Así, gracias a Dios, se dio todo y fuimos un buen cuerpo técnico. Marcelo fue conmigo a Arabia Saudita y luego trabajamos en Newell’s. Eso resume que estábamos cómodos juntos. Agradezco a Eddio, porque tenía que aguantar a los jugadores y a mí. Después, todos cambiamos”.
La Intercontinental
“El caso de la Intercontinental que perdimos después, lo recuerdo bien. No es una justificación, pero la gente tiene que entender. Lo primero: Estrella Roja tuvo todo el mérito, fue mejor. Pero Colo Colo, comparando con el nivel que mostró en la Libertadores, tuvo un bajón entre un 30 a un 40 por ciento. Nosotros fuimos tricampeones, primero con Arturo (Salah) y dos veces conmigo. El equipo estaba desgastado. Tuvimos lesiones graves. Recuerde que la final de la Libertadores la jugamos con cuatro jugadores titulares menos. No estaban Pato, Dabrowski. Un equipo disminuido no pudo competir en tres niveles. Por eso tuvimos un bajón. Hoy me duele un poco. Además, me acuerdo bien de otra cosa: nosotros fuimos campeones y teníamos dos partidos, uno con Palestino y otro que no recuerdo con quién era. Pedimos adelantar o postergar el partido con Palestino, para tener más descanso y preparar mejor el viaje. Y no lo aceptó ni la federación ni Palestino. Jugamos al mediodía, casi con 40 grados. Corrimos al aeropuerto el mismo día, tomamos un vuelo de ocho o nueve horas hasta Miami. Después ocho más a Los Ángeles. Ahí esperamos cinco horas la conexión a Japón y volamos 12 horas. El desgaste y el viaje no nos permitieron aguantar el partido contra un rival de mucha exigencia”.
Siempre del Cacique
“Primero, soy hincha de Colo Colo. La gente lo sabe. Es parte de mi identidad. Me voy a morir con Colo Colo en mi corazón. Acá no soy tan apegado a ningún club. En Croacia quiero al Haduj Split, club donde trabajé, y el Dinamo Zagreb. Son rivales, pero los quiero a ambos”.
El mensaje a los jugadores
“Estoy en contacto con algunos, siempre. Hace muy poco estuvo de cumpleaños Rubén Espinoza. Siempre mandamos felicitaciones dentro del grupo. Para mí no es nuevo contactarme con ellos. Siempre que tengo oportunidad, les mando un gran saludo a todos, el abrazo más fuerte posible. Que haya buena salud para ellos. Siempre repetiré que fueron y son buenas personas, buena gente. Me llena de orgullo cualquier recuerdo de ellos. Ellos merecen todos mis sentimientos. Ahora, por fin, después de 30 años, puedo pedir disculpas por alguna equivocación entre nosotros, pero esas surgen en cada familia y eso también nos hace mucho más fuertes. Y una familia mucho más cercana. Porque una familia sin problemas, o que no los resuelve, no es una familia de verdad. Y nosotros siempre fuimos creciendo. Yo con ellos y ellos conmigo y por eso alcanzamos el éxito. Y ojalá que ellos sean exitosos, que sigan siendo exitosos”.