Nunca antes, en sus 15 años como futbolista profesional, Luka Modric (32) se había sentido tan importante. Nunca había acaparado tantos titulares, tantas portadas, nunca su trabajo extraordinario y silencioso, había resonado tanto. Hacía tiempo ya que su influencia en el juego del equipo (tanto en el Real Madrid como en la selección croata) venía siendo vital, decisivo, pero jamás los focos se habían tomado la molestia de concentrarse en su escuálida figura para iluminarlo.

Pero hoy, en Rusia, todo es diferente. El 10 de la Vatreni es el 10 del Mundial, es la sensación del equipo sensación del certamen, es Modric y 10 más por primera vez y por derecho propio.

"Nadie nos esperaba en la final, pero no nos detendremos ahora. Daremos lo mejor que tenemos para ganar la Copa porque es una oportunidad única. Yo cambiaría todo lo que gané en mi carrera por ganar el Mundial, por este título. Estamos preparados", proclamaba ayer, a menos de 48 horas del partido más importante de su vida, el capitán de la selección croata.

Un capitán (resistido, por cierto, durante mucho tiempo por la hinchada de su propio país por su presunta falta de carisma y por su cercanía con el procesado Zdravko Mamic, ex presidente del Dinamo de Zagreb y de la Federación croata) que supo construirse a sí mismo, que supo esperar. Y que ahora se dispone a recoger los frutos de su silencioso trabajo en la sombra.

El olimpo y la cárcel

Tanto se ha hablado de Modric en los últimos días, que el centrocampista del Real Madrid ha sido noticia por dos asuntos absolutamente antagónicos y contrapuestos en cuestión de horas. Y es que mientras las voces que demandan la elección del volante como el nuevo Balón de Oro se multiplican ("nuestro capitán Modric lo merece y estoy seguro de que la FIFA lo va a elegir", dijo ayer Rakitic; mientras Drogba manifestaba: "Se merece ya el Balón de Oro"), la acusación que desde marzo pesa sobre él por un presunto falso testimonio en el juicio contra Mamic (y que podría costarle al jugador una pena de entre seis meses y cinco años de presidio) vuelve a cobrar fuerza.

Y todo porque uno de los traspasos que motivaron que el poderoso exdirigente fuera condenado a seis años y medio de cárcel por malversación de fondos, fue precisamente el que llevó en 2008 a Modric del Dinamo de Zagreb al Tottenham. Una operación ilegal por la que el futbolista fue citado a declarar en varias ocasiones, ofreciendo presuntamente versiones encontradas.

En cuanto al clamor popular que sigue creciendo en torno a su candidatura al Balón de Oro, cabe reseñar que ningún futbolista que fue capaz de levantar la Champions y el Mundial de fútbol en la misma temporada, consiguió llevarse ese mismo año el preciado trofeo individual. Otro desafío histórico para el incansable Modric.