Walter Montillo vuelve a la U. Ya es un hecho. Hace nueve años que dejó el club azul para iniciar una trayectoria que lo llevó Cruzeiro, Santos y Botafogo en Brasil, al Shandong Luneng en Chile y que después le permitió regresar a Argentina para defender a Tigre, el club que se ve resignado a dejarlo partir previo cobro de los US$ 250 mil dólares establecidos como cláusula de salida, un costo que el mediocampista compartirá con los azules para facilitar su llegada. Esa quizás sea la muestra más evidente de un vínculo que nunca se rompió. El buque insignia del que hablaba Sergio Markarian cuando lo tenía entre sus dirigidos en el plantel laico, vuelve al puerto en el que se sintió más a gusto.
En las tres temporadas en las que alcanzó a defender a los azules, la Ardilla disputó 84 partidos y marcó 15 goles. Sergio Markarian llegó a denominarlo como el buque insignia del equipo, una denominación que ahorra comentarios respecto de su importancia. A la contundente estadística se suman los lazos que generó en el club. Uno de los más fuertes fue el que cultivó con Hernán Caputto. Con el actual técnico estudiantil, el mediocampista fue compañero en la temporada 2009. Por esa razón, al margen de la coincidencia futbolística de que la U necesitaba un volante ofensivo que le devolviera la claridad futbolística ante la imposibilidad de retener a Leonardo Fernández, la participación del estratega resultó clave para que la operación del retorno de Montillo fructificara. Fue él quien lo llamó en varias oportunidades para manifestarle su deseo de tenerlo. Y fue él, también, quien insistió ante la dirigencia que encabeza José Luis Navarrete respecto de que tenía que ser el principal refuerzo.
La batalla ganada
Caputto ganó una batalla. Convencer a la dirigencia de Azul Azul de acometer el fichaje no era una misión fácil. En los últimos tres años, en cada uno de ellos, hubo episodios de desencuentro público entre el volante y la dirigencia, entonces encabezada por Carlos Heller. El deseo de Montillo de volver a vestirse de azul era público y cada vez más notorio. Bastaba preguntarle para escuchar la misma declaración. Sin embargo, eso no coincidía con el deseo de la dirigencia y con las necesidades de los cuerpos técnicos de turno.
Los hinchas presionaban, por su lado, para que Montillo volviera. Y el mediocampista ponía de su parte, con declaraciones que sugerían la posibilidad del retorno.En ese contexto es que, en 2016, Heller explotó contra el volante. "Me molesta que Walter Montillo mande mensajes por la prensa", aseveraba el timonel. "Lo que sí debemos es esperar, porque no tenemos cupos de extranjeros. Le pedimos al agente de Montillo terminar el campeonato para conversar. Nosotros nunca le hemos cerrado la puerta y no queremos mandar recados por la prensa", expresó el dirigente.
En febrero de este año fue Montillo el que declaró que veía complejo retornar a los azules si Heller estaba en la testera. "Sinceramente es muy difícil. Era mi sueño, que se yo. Pero desde mis 30 años que me dicen que estoy viejo, así que es muy difícil, mientras siga el presidente en el club, él o alguien más, no sé, la política del club es contratar gente joven y sacarme los años no puedo, lo único que puedo es seguir trabajando para mantenerme bien... Lo intenté, hasta les propuse que me prueben en una pretemporada, para que me vieran, sin cobrar salario, ni nada y ya la negativa ante eso creo que ya no hay chance, es muy difícil, así que viviré mi presente acá y veremos que me depara el destino porque termino mi contrato en junio con Tigre, y ahí veremos, pero a la U creo que es muy difícil", manifestaba a Redgol.
Cariño mutuo
Ni esa disputa pudo romper el vínculo entre Montillo y los hinchas universitarios. Una relación que el volante se encargaba de fortalecer, por ejemplo, posando junto a sus hijos con la camiseta laica y exhibiendo esas fotos a través de las redes sociales. O con algún mensaje de apoyo o de agradecimiento. Montillo no estaba, pero nunca se había ido de la U.
Fue, precisamente, el apoyo que recibió el futbolista de parte de los aficionados en una situación de carácter personal lo que convirtió el nexo en inquebrantable. ""La U de Chile es un club al que le tengo mucho cariño, salimos campeones y llegamos a semi de Libertadores, pero fueron varios los momentos complicados que tuvimos que pasar allá. El nacimiento de Santino fue otro: estuvo 60 días en terapia intensiva y yo tenía que seguir jugando. Dormía en el hospital y me iba a entrenar directo. Eso la gente me lo valoró y la relación se hizo muy fuerte", recordó el volante a comienzos de este año en una entrevista al diario Olé, de Argentina.
No fue la única situación complicada que debió enfrentar en su primera estadía en Chile. El terremoto del 27 de febrero de 2010 lo sorprendió, junto a su mujer, entonces embarazada, en el 14º piso del edificio en que residían. "Mi mujer estaba embarazada de ocho meses y estábamos en el piso 14. ¡Pensé que se caía todo! Después, cuando bajamos, para ellos era normal, decían que no pasaba nada, que los edificios estaban preparados", confesó.