No es exagerado plantear que, esta noche, en el Monumental, Colo Colo se juega buena parte del año. Los albos están obligados a vencer a Junior de Barranquilla. Tienen que hacerlo, además, por una diferencia que les permita capitalizarla en el partido de vuelta, que se jugará en Colombia. Del éxito de la misión depende un logro que ya alcanzaría ribetes históricos: desde 2018 que el Cacique no se inscribe en los cuartos de final del certamen continental. En esa oportunidad, eliminó a Corinthians, para caer, después, frente a Palmeiras.
Si se junta con la producción local, la consideración adquiere incluso mayor validez. En el Campeonato Nacional, el equipo popular figura en el cuarto puesto de la tabla. Con el empate del sábado en el Estadio Nacional, no pudo descontarle distancia a Universidad de Chile, que está a cuatro unidades de distancia, aunque el equipo de Macul tiene pendiente el partido frente a Huachipato, en Talcahuano. Lo que resulta irreversible es que en esta temporada no logró vencer a los azules. De hecho, en el balance aún duele la derrota que sufrió en marzo, en el Monumental, que puso fin a un maleficio azul que duró 23 años.
Pragmatismo al servicio del objetivo
A fines de julio, Almirón completó 200 días al mando del Cacique. Hasta ahí, el recuento estaba marcado favorablemente por la clasificación copera que hoy le permite medirse con el equipo colombiano, aunque lucía como mancha, precisamente, el revés ante los azules en el Monumental. El empate sabatino ante los universitarios no logró limpiar esa afrenta. De hecho, tampoco mejoró demasiado la imagen respecto del juego del equipo popular: no fueron pocos los fanáticos de la escuadra popular que criticaron la falta de osadía del transandino, más allá de la necesidad de reservar energías para el choque ante el equipo barranquillero.
Los reproches ya se han hecho sentir en ocasiones anteriores, fundamentalmente en base a la identidad histórica del equipo albo. Sin embargo, no son pocos los que valoran la efectividad de la idea de juego del entrenador, un pragmatismo que los ilusiona con seguir avanzando, a pesar de una propuesta alejada del protagonismo. A Almirón, ya le dio resultado con Boca Juniors, al que llevó a la final en la edición anterior de la Copa.
De cualquier forma, la serie ante los colombianos puede terminar transformándose en un punto de inflexión. Si la supera, independientemente del libreto que utilice, ya se habrá ganado la unanimidad del respaldo albo. Si no lo consigue, la sensación será distinta y la obligación, una sola: ganar el Campeonato Nacional. La continuidad del estratega no correrá peligro, pero su consideración entre los aficionados aumentará en cuestionamientos.
Generosidad
El partido ante la U, probablemente sin proponérselo, se terminó transformando en un ensayo de lo que ocurrirá esta noche en el Monumental. Una de las principales fortalezas del equipo colombiano es el trabajo por las bandas. “La forma de atacar de Colo Colo es con mediocampistas que distribuyen bien el juego y tienen laterales que pasan ofensivamente. Nosotros vamos a tratar de disputar ese balón en mitad de campo y los jugadores que jueguen de nosotros por banda, nos van a tener que ayudar mucho. El nivel de compromiso debe ser alto para seguir a sus laterales. Ellos usan mucho a sus laterales para atacar el campo rival”, analizó el entrenador colombiano, Arturo Reyes. Edwin Herrera y Gabriel Fuentes serán los carrileros que forzarán la mayor parte de los duelos. En ese sentido se explica que Almirón haya insistido hasta la saciedad en que Blanco y Negro le fichara laterales. Finalmente, llegaron dos: Mauricio Isla, para la derecha, y Cristián Riquelme, para el sector izquierdo. El Huaso será titular, como ante la U, pero lo hará en una función distinta, como lateral más definido. El sacrificado será Óscar Opazo.
Más allá de las funcionalidades, los movimientos hablan de la generosidad de un plantel que está obligado a rendir en la misma proporción. Las bandas y el centro del ataque fueron los puestos que Almirón pidió fortalecer expresamente, con el añadido de que se tratara de jugadores de jerarquía. En el resto de los puestos también hay una cerrada lucha. En la zaga, por ejemplo, aunque la lesión de Alan Saldivia dejó un vacío considerable, están Emiliano Amor y Ramiro González y el recién llegado Jonathan Villagra. En la mitad del campo, Leonardo Gil, uno de los jugadores más caros del plantel, tiene que esperar su opción, lo mismo que Gonzalo Castellani. Está próximo, también, el retorno a los entrenamientos de César Fuentes. Ante los colombianos jugarán Esteban Pavez, Vicente Pizarro y Arturo Vidal.
En el ataque, la llegada de Javier Correa potenció un sitio clave, que Guilermo Paiva y Leandro Benegas (ahora en Unión Española) no supieron llenar Por las bandas, hay amplia variedad. Ante los cafetaleros jugarán Marcos Bolados y Carlos Palacios, pero también están Cristián Zavala y Lucas Cepeda. A la lista de postulantes a un puesto también hay que sumar a los canteranos Alexander Oroz y Leandro Hernández. De Matías Moya, quien llegó como refuerzo desde Ñublenese el año pasado, aún se sigue esperando una explosión.
“Debemos pensar en hacer lo mismo que venimos haciendo de visitantes. Los jugadores abiertos de nosotros son mucho más rápidos que ellos por las bandas y con espacio podemos generar mayor peligro y quedarnos con este partido”, complementó el volante Víctor Cantillo.
Habrá más motivos para preocuparse. Junior ataca con tres hombres y el que ocupa el centro del ataque es el de mayor renombre: Carlos Bacca. El referente ofensivo pasó, entre otros clubes, por el Sevilla, el Milan, el Villarreal y el Granada.
Los millones
La gloria futbolística va de la mano de otra retribución igualmente trascendente: la económica. Esta versión de la Copa Libertadores es la más millonaria de la historia. Basta señalar que el campeón se embolsará US$ 23 millones y el subcampeón se llevará US$ 7 millones. Cada ‘meta volante’, por recurrir a un concepto propio del ciclismo, reporta, también, millonarios ingresos. Los albos sumaron cheques por US$ 1,1 millones, por dejar en el camino a Godoy Cruz y Sportivo Trinidense, en las fases preliminares. En la de grupos había disponible otro millón, a los que hay que sumar US$ 330 mil por el único triunfo conseguido en esta etapa, ante Cerro Porteño, en el Monumental.
La presencia en los octavos de final garantiza US$ 1.250.000. La cifra será incluso superior en caso de que los albos logren un cupo entre los ocho mejores del torneo. Ahí se embolsarán US$ 1.700.000. A esos ingresos hay que sumar los relativos a las recaudaciones. Para esta noche, el Monumental está completamente vendido.
Con ese aval, los albos incurrieron en negocios millonarios. Por Javier Correa, el goleador que tanto esperaba Almirón, pagaron US$ 1,8 millones, una cifra histórica para Blanco y Negro. En el caso de Mauricio Isla, financiaron los US$ 300 mil que pidió Independiente, a modo de cláusula de salida, además de la preocupación por solventar un sueldo de $ 35 millones.